Por Cambio16
22/03/2016
King Richard III’s grave
by Archaeological Services (ULAS)
on Sketchfab
Había una vez un rey llamado Ricardo III. El 22 de agosto de 1485, a lomos de un caballo blanco, lideró a cerca de 10.000 soldados que se enfrentaban al ejército de unos 5.000 hombres que había reunido Enrique Tudor, futuro Enrique VII. A pesar de su inferioridad numérica, las tropas del galés tomaron ventaja en la batalla y el rey se vio obligado a lanzarse con la caballería en un último intento evitar la derrota.
Ricardo III sufrió diversas heridas en su cuerpo, incluidas ocho en la cabeza, lo que apunta a que en algún momento del combate perdió el casco y que sus enemigos acabaron sin piedad con él.
Pasaron los siglos, los años, el tiempo. Y 530 años después, el valeroso rey descansó en un entorno digno de un rey y no en el aparcamiento municipal en el que fue hallado.
El año pasado, miles de personas presenciaron en Leicester y sus alrededores la procesión fúnebre del rey muerto hace más de cinco siglos, Ricardo III (1452-1485), cuyos restos fueron hallados en esta ciudad del centro de Inglaterra en 2012. El jueves 26 de marzo de 2015 pasó a la historia porque sus restos recibieron sepultura en la catedral de Leicester al término de una solemne ceremonia en la que se destacó el papel de este rey en la historia de Inglaterra.
Ahora, un año después, los curiosos pueden visitar virtualmente la tumba en la que el monarca fue hallado hace cuatro años por los arqueólogos en el subsuelo del aparcamiento municipal.
El trabajo digital desarrollado por la Universidad de Leicester puede ser explorado vía online y por los visitantes del museo que lleva el nombre de Ricardo III.
La reconstrucción interactiva en 3D permite a los usuarios adentrarse en la tumba y revivir lo que sintieron los expertos cuando la hallaron en el aparcamiento.
El aparcamiento
Durante años, la sociedad inglesa hizo campaña para que se excavase en el citado aparcamiento, dado que ahí se conserva todavía parte del antiguo monasterio donde el soberano fue enterrado por primera vez.
Tras hallarse los restos, las pruebas que los compararon con el ADN de los descendientes de la hermana mayor del monarca confirmaron la identidad de Ricardo III, cuya muerte significó el fin de la Guerra de las Dos Rosas (1455-1485) entre los partidarios de la Casa de Lancaster y de la Casa de York.
No era tan malo
El presidente de la sociedad, Phil Stone, confió en que este giro narrativo en la historia de Ricardo III sirva para demostrar que no era “tan oscuro” como ha sugerido la literatura, que le ha pintado habitualmente como un hombre jorobado, ambicioso y cruel.