Esta semana, a pesar del puente de la Constitución, ha sido tensa y proclive en noticias e información. La familia Franco, y con una vía judicial enmarañada, ha tenido, por fin, que entregar las llaves del Pazo de Meirás, que habían expoliado durante más de 80 años. La finca pasa a ser patrimonio público. Es de alguna manera y aunque tarde, demasiado tarde, el reconocimiento de una justicia histórica. Lo lamentable es que, varias décadas después de la muerte del dictador, y otras tantas décadas desde que culminó el golpe de Estado, estemos todavía hablando de Franco.
En Bruselas la semana ha sido muy movida. La Unión Europea, y no sin cierta dificultad, ha sorteado el veto de Hungría y Polonia, que pretendían bloquear los 750.000 millones de los fondos europeas para la recuperación económica, de los cuales 140.000 millones corresponden a España.
Una vez más Europa y Ángela Merkel, que se despide, han tenido un papel transcendental en este acuerdo. La Unión sale reforzada, aunque siempre tiene la habilidad de ponernos al borde del precipicio y finalmente no dejarnos caer.
Como último regalo y gran noticia el Consejo de Europa también ha logrado acordar que para el 2030 reduzcamos al 50% nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, demostrando que Europa está dispuesta a liderar la lucha contra el cambio climático.
Aunque queda un hueso duro por roer que es el Brexit y la salida definitiva de los británicos de la Unión Europea.
Finalmente, el tema que ha provocado un auténtico terremoto, y que seguirá acaparando la actualidad, es el comportamiento del rey emérito.
En las últimas semanas al rey Juan Carlos I le persiguen todo tipo de acusaciones sobre su patrimonio y fortuna, sus cuentas opacas en paraísos fiscales, las tarjetas black, regalos y comisiones.
Todo este escándalo, que tendrá que ser aclarado, ha salpicado y está perjudicando a la propia Casa Real y a su hijo, el rey Felipe VI.
Es cierto, como dicen algunos, que no se puede confundir a las personas con las instituciones. Pero todos estos hechos dejan un borrón en la imagen del rey emérito.
La única salida que le queda a Juan Carlos es volver a España y dar a la ciudadanía las explicaciones oportunas de todos los desmanes que haya podido cometer.
Él mismo afirmó cuando era el rey: “Todos somos iguales ante la ley”.
Quizás no todos…
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