La mayoría de las personas tiene conciencia de que el tabaco es dañino para la salud. De hecho, en los últimos años, fumar se ha convertido en un hábito cada vez más marginal y estigmatizado. No obstante, en muchos países sigue en ascenso el alto consumo de azúcar, que también es perjudicial para el organismo.
Algunas medidas radicales contra el tabaquismo se adoptaron en Australia, Reino Unido y Uruguay, cuyos gobiernos obligaron a todas las marcas de cigarrillos a llevar el mismo empaque y color, sin logos y con mensajes de prevención y fotos impactantes de los males asociados a esta adicción.
Pero ahora parece haberle llegado la hora al azúcar. En efecto, en algunos países existe ya un impuesto a las bebidas azucaradas, como en Reino Unido.
Además, ahora hay una propuesta del centro de estudios Public Policy Research, para que el azúcar, las bebidas, golosinas y snacks o pasabocas dulces se comercialicen en empaques monocromáticos y sin diseño atractivo, para hacer menos apetecible el consumo de estos productos.
No obstante, la lucha para reducir el alto consumo de azúcar no ha tenido el mismo impacto que la campaña en contra del cigarrillo.
Solo en México y Chile se conoce un impuesto especial para las bebidas azucaradas. En la nación centroamericana el impuesto para estos productos es del 10%, mientras en que el país austral es del 20%.
Otros países como Colombia, Argentina y Brasil han intentado implementar este tipo de impuestos, pero han encontrado una fuerte resistencia por parte de la industria y los comerciantes.
La lucha es para que en las próximas décadas las personas tomen conciencia de que el consumo elevado de azúcar, golosinas, bebidas gaseosas y snacks dulces, pueden ser perjudiciales para la salud y atentarán contra su calidad de vida. Sin embargo, las proyecciones no son alentadoras y se espera que en la próxima década el avance en esta iniciativa sea mínimo.
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