La Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y los Pueblos busca apoyo para que el 30% del planeta esté protegido en el año 2030. Una gran diferencia con el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica, o metas Aichi, que establecía la protección para ese año del 17% de las aguas terrestres y las continentales y el 10% de las costeras y marinas
Hay 202.467 áreas protegidas que cubren casi 20 millones de kilómetros cuadrados o el 14,7% de las tierras del planeta, con excepción de la Antártida. En el caso de los océanos los números son muy diferentes, a pesar de que representan el 70% de la Tierra y absorben el 30% del dióxido de carbono producido por el hombre. Sirven para amortiguar el impacto del calentamiento global, generan electricidad a partir de las olas y las mareas y hasta influyen en nuestra salud y bienestar.
No hay nada más relajante y que reduzca la ansiedad que el azul del mar. Apenas el 4% de nuestros mares y océanos está protegido. Es una cifra que sorprende por lo escaso, sobre todo si se toma en cuenta que 6.000 millones de personas se benefician, ya sea a través de la ingesta de las proteínas que ofrece o de aprovechar su biodiversidad marina y costera.
El plástico por un lado y los fertilizantes por el otro atentan cada vez más contra sus aguas y la vida que representan. Solo el hecho de pensar que hay zonas en los océanos donde prácticamente no existe oxígeno debe servir para que reflexionemos sobre esa terrible realidad.
Si no se limita el aumento de la temperatura entre 2 °C y 1,5 °C, respecto a los niveles preindustriales, se perderían unos beneficios de entre 149.000 millones y 800.000 millones de dólares hasta 2100
En este contexto cobra importancia que catorce países, entre ellos España, se hayan sumado a una Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y los Pueblos, que busca los apoyos necesarios para que el 30% del planeta esté protegido en 2030. El Plan Estratégico para la Diversidad Biológica (más conocido como los objetivos o las metas Aichi) estableció que para 2020, al menos el 17% de las aguas terrestres y las continentales y el 10% de las costeras y marinas, especialmente las de mayor importancia para la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas, se conserven mediante sistemas de gestión eficaz y equitativa, designándolas como áreas protegidas.
La iniciativa de coalición lanzada en septiembre por el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, en la Cumbre del Clima en Nueva York, busca aumentar el secuestro de carbono y salvar especies amenazadas. Si no se hacen cambios sustanciales, los científicos estiman que se puede llegar a perder hasta un millón de especies de flora y fauna. Y también dar el salto con respecto a las metas de protección de Aichi al elevar la cifra hasta un 30% de las tierras y los océanos
Hace unas semanas, Biying Yu, del Centro de Investigación de Política Energética y Ambiental del Instituto de Tecnología de Pekín, en China, junto a un equipo internacional de científicos estadounidenses, suecos y chinos, presentó un análisis sobre las posibles pérdidas económicas producidas por “el daño climático no evitado”.
La investigación indicaba que el mundo entero perdería beneficios entre 149,78 billones y 791,98 billones de dólares hasta 2100. Pero en caso de alcanzar el objetivo de mantener la temperatura promedio global entre 1,5 a 2°C con respecto a los niveles preindustriales, se obtendrían importantes beneficios económicos a largo plazo.
Ya lo decía el representante costarricense en Nueva York, el ministro de Ambiente y Energía, Carlos Manuel Rodríguez: «La naturaleza es una solución eficiente y costo efectiva para lograr las metas de cambio climático como la de biodiversidad biológica. Las soluciones basadas en la naturaleza es una acción importante que se debe desarrollar».
COALICIÓN APUNTALADA EN TIEMPOS DE LA COVID-19
La declaración suscrita por España a comienzos de junio se hace en medio de una pandemia que ha dejado desolación y una profunda crisis económica, con un descenso del PIB del país en el segundo trimestre que podría oscilar entre el 16% y el 22% y que a finales de año podría estar entre el 9% y el 15,1%, según el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.
Y no se trató de un hecho casual que la firma se diera en esta realidad. La misma COVID-19 ha servido para impulsar la iniciativa. La enfermedad es consecuencia de no controlar adecuadamente el comercio de vida silvestre, de no reducir la deforestación o de destruir los ecosistemas. Los países firmantes son conscientes de la necesidad de minimizar el contacto potencialmente dañino con la vida silvestre mientras se apoya de manera sostenible a las comunidades locales, lo que sin duda contribuirá en forma significativa a prevenir y reducir enfermedades.
Costa Rica, Francia, Finlandia, Gabón, Granada, el Reino Unido, Colombia, Emiratos Árabes Unidos, Finlandia, Islas Marshall, Luxemburgo, Mónaco, Mongolia, Seychelles, Suiza y España han sido los países que hasta ahora han suscrito el documento. Entre los firmantes, además de ministros, están los presidentes de Colombia (Iván Duque), de Costa Rica (Carlos Alvarado) y de Suiza (Simonetta Sommaruga).
«Estamos uniendo fuerzas para hacer un llamamiento a todos los gobiernos del mundo para que retengan nuestros valiosos ecosistemas intactos y áreas silvestres para preservar y administrar de manera efectiva al menos un 30% de las tierras y los océanos de nuestro planeta para 2030, y para restaurar y conservar la biodiversidad, como un paso crucial para ayudar a prevenir futuras pandemias y emergencias de salud pública, y sentar las bases para una economía global sostenible a través de la creación de empleo y el bienestar humano», indica el documento.
La declaración recuerda que la naturaleza es una de las fuentes más importantes para el desarrollo de medicamentos y tratamientos con antibióticos, por lo que es clave detener la pérdida de biodiversidad y lograr un desarrollo sostenible. Proteger la naturaleza está atado a esa capacidad global que tienen las comunidades de cumplir sus compromisos del Acuerdo de París y evitar los daños catastróficos del cambio climático. Los ministros y presidentes firmantes, entre ellos Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta del Gobierno de España y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, abogan por que se reevalúe la relación con la naturaleza y se repiensen los patrones de consumo y producción.
También que se fortalezca el uso sostenible de los recursos y se priorice la inversión destinada a proteger la naturaleza. “Proteger la naturaleza nos ayudará no solo a reducir el riesgo de nuevas pandemias y otras emergencias de salud pública, sino también a prevenir futuras crisis económicas causadas por la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, así como a impulsar el desarrollo global. Más de la mitad del PIB mundial depende directamente de la naturaleza. Nuestras sociedades se enfrentan a desafíos que no hemos visto en generaciones», señalan.
LA RESPUESTA ESTÁ EN LA NATURALEZA
Los firmantes apuestan por asignar incentivos económicos tras la crisis del coronavirus que beneficien la biodiversidad, detener los subsidios perjudiciales para el medio ambiente e integrar los objetivos de recuperación de la naturaleza en las decisiones comerciales y financieras.
La naturaleza es una de las fuentes más importantes para el desarrollo de medicamentos y tratamientos con antibióticos, por lo que es clave detener la pérdida de biodiversidad y lograr un desarrollo sostenible
«Tenemos un mundo hermoso para proteger. La naturaleza es un común mundial y todos tenemos un papel que desempeñar en su protección. Como hemos encontrado, una y otra vez, si lo protegemos, nos protegerá con aire limpio, agua limpia, mejor salud y otros servicios ecológicos sin contar. También sabemos que no podemos salvaguardar la biodiversidad restante del mundo sin asociarnos y respetar los derechos y el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas y las comunidades locales, que a menudo son los mejores guardianes de la naturaleza del mundo».
El valor agregado de los servicios de los ecosistemas es de aproximadamente 110 billones de euros al año. Estudios recientes recalcan que el beneficio económico en comparación con el coste real de conservar la naturaleza en todo el mundo es de al menos cien a uno.
Al presentar la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y los Pueblos, Carlos Manuel Rodríguez, también en Nueva York, afirmó: «Siempre hemos creído que una máquina va a capturar el carbono, pero se nos olvida que esa tecnología ya se diseñó. La respuesta está en la naturaleza y lo hace el árbol. Debemos unirnos para cuidar los árboles y los ecosistemas naturales para poder combatir de frente y de una manera costoeficiente el cambio climático».
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