El proceso de destrucción de este ecosistema de 7.5 millones de km2 está muy cerca de alcanzar un punto de inflexión sin retorno. Es la advertencia que hacen más de 150 expertos de los nueve países que comparten el bosque tropical más grande del mundo.
“Lo que sucede en el mundo afecta a la Amazonía, y lo que sucede en la Amazonía afecta al mundo. El bienestar de quienes habitan el planeta hoy y de las generaciones futuras depende de su conservación. Hacemos un llamamiento a la conciencia de la humanidad para salvarlo. Todavía tenemos tiempo para actuar”.
“El Amazonas en su conjunto está muy cerca de alcanzar un punto de inflexión sin retorno y colapso. Algunas áreas devastadas por incendios y deforestación tardarán décadas en recuperarse. Otras incluso pueden tomar siglos. Si no actuamos rápidamente, casi la mitad de las especies arbóreas podrían desaparecer en 30 años. ¡Todavía tenemos tiempo para actuar!”.
El llamado lo hacen más de 150 expertos de Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú, Venezuela, Guyana, Surinam, más la Guyana Francesa, departamento francés de ultramar, que integran el Panel Científico por la Amazonia. Constituido formalmente hace una semana, su labor, ad honorem,será evaluar el estado actual del Amazonas y presentar recomendaciones para que su conservación y desarrollo sostenible vayan de la mano.
La investigación la auspicia la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible (SDSN). Este ente adscrito a las Naciones Unidas lo dirige el conocido economista Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia (Nueva York).
Los resultados los presentarán en un informe, el primero de carácter científico sobre el Amazonas y su bioma, que publicarán el primer semestre de 2021. Estará dirigido a gobiernos, empresas, sociedad civil “y a todos los habitantes del planeta para que implementen las recomendaciones y actúen juntas para la conservación y el desarrollo de una Amazonía sostenible”, dijeron.
Los daños de la deforestación y los incendios
La conservación del Amazonas tuvo en 2019 uno de sus años más devastadores a consecuencia de los incendios forestales, que extinguieron cerca de 14.000 km2 de su superficie. Y durante los primeros seis meses de 2020, la deforestación en Brasil aumentó 26% en comparación con 2019.
«Ya se ha se desforestado más de 17% de su bosque natural”, alertó el profesor Germán Poveda, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y miembro del Comité de Dirección Científica del panel. “Los estudios indican que si se pasa de 25%, la Amazonia se podría convertir en una sabana”. Ese porcentaje «perturbaría no solo el clima de Sudamérica, sino del planeta (…) Por eso hay que detener la deforestación ya”, insistió.
Otro efecto inmediato y palpable de la no conservación del Amazonas es el aumento de tres a cuatro semanas de la duración de la estación seca en las áreas fuertemente deforestadas. “La temperatura es alrededor de tres grados más cálida durante esta estación seca”, dijo a DW el brasileño Carlos Nobre, copresidente del panel.
«El bosque también está perdiendo lentamente su capacidad de eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera”, agregó. La selva amazónica almacena alrededor de 130.000 millones de toneladas métricas de carbono, casi una década de emisiones globales de dióxido de carbono. Por eso lo llaman el pulmón del mundo.
Los daños no son solamente en el ámbito medioambiental. La evidencia estadística muestra que los homicidios aumentan con la deforestación, debido al proceso violento de acaparamiento de tierras y desplazamiento de las comunidades tradicionales. “En los países de la Amazonía occidental, las mafias internacionales del narcotráfico, la tala ilegal y la minería ilegal causan un gran sufrimiento y contribuyen al tráfico de personas, el trabajo forzado y el asesinato”, indicó el panel en su página web.
¿Por qué es importante la conservación del Amazonas?
Formado hace más de 30 millones de años, el Amazonas es el bosque tropical más grande del mundo. Se extiende a través de los territorios de ocho países: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela y un territorio nacional, la Guayana Francesa.
Sus límites cubren casi 7,5 millones de km 2, aproximadamente 12 veces el tamaño del estado de Texas y 28 veces el tamaño de Italia. Del total de su superficie, alrededor de 5,5 millones de km 2 está cubierto por bosques.
Ha estado habitado por pueblos indígenas durante más de 11,000 años. Actualmente, 35 millones de personas viven en la región, incluidas poblaciones indígenas y tradicionales que hablan 330 idiomas diferentes.
Más del 10% de las especies animales y vegetales conocidas en nuestro planeta coexisten en el Amazonas. En solo dos acres boscosos hay una mayor variedad de árboles que en toda América del Norte. Uno solo de estos árboles puede albergar tantas especies de hormigas como hay en todo el Reino Unido.
En su cuenca hay más de 2.300 especies de peces, más de las que se pueden encontrar en todo el Océano Atlántico. Cerca de una sexta parte del agua dulce del planeta fluye a través de sus ríos y arroyos. La selva amazónica también es un amortiguador contra el cambio climático, pues regula la variabilidad climática.
El Amazonas alberga también un número incalculable de microorganismos.
Desarrollo con respeto al medioambiente
Además de los daños causados por la deforestación y los incendios, la región del Amazonas también está afectada por la minería, el desarrollo de petróleo y gas, las grandes represas para la generación hidroeléctrica y las invasiones ilegales.
Los cambios en el uso de tierra también han causado mucho daño, como la siembra de soja, utilizada como alimento para animales. Este es el principal producto que la Amazonia exporta a Europa. “El 76% de la carne producida en la Amazonia brasileña se consume en Brasil. Así, el consumo responsable de brasileños, europeos, chinos sería uno de los frenos más importantes a la destrucción de la selva amazónica”, propone Nobre.
El propósito del panel, que incluye también a expertos del área social, es, entonces, proponer un nuevo paradigma de desarrollo para el Amazonas basado en la bioeconomía; un modelo que aproveche todo su potencial y su riqueza pero que no lo destruya.
“Estamos construyendo una manera de demostrar que sí es posible que se dé el desarrollo económico; y que a la vez se preserven los ecosistemas y la biodiversidad, y se cree riqueza económica”, dijo Poveda.
Muchas de las propuestas contarán con la participación de líderes indígenas. «Sus percepciones son clave para entender los procesos socioambientales que ocurren en la Amazonia y encontrar soluciones consensuadas para el futuro de la región”, apuntó el boliviano Daniel Larrea, otro de los integrantes del panel.
«La bioeconomía ha sido propuesta como una alternativa para la diversificación productiva y el agregado de valor al aprovechamiento de productos del bosque, productos agrícolas, incluso la agroindustria”, añadió.
“En la biodiversidad amazónica hay grandes tesoros por descubrir con investigación científica. Nuevos fármacos, materiales, saborizantes, moléculas, productos de bioingeniería y biomimética” son algunos de ellos, sostiene Poveda.
Estos podrían ser el punto de partida para emprender un nuevo camino de desarrollo que también incluya la conservación del Amazonas.
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