Los ojos del mundo estaban puestos en la ciudad de Belém, en Brasil. Después de 14 años, líderes de ocho naciones que comparten la cuenca amazónica, se reunieron bajo el cobijo de Luis Inácio Lula da Silva que ha prometido dar un revolcón a los desafueros en materia ambiental en su país. La Cumbre del Amazonas se realizó en medio de un debate amplio y exhaustivo, pero no logró el acuerdo esperado para frenar la deforestación.
La cita fue un paso adelante en la búsqueda de consenso en torno a problemas comunes que afectan al Amazonas y consecuentemente al planeta. Congregó a presidentes de países, activistas climáticos y expertos en el tema. Así como al presidente y otras autoridades de la cumbre del clima COP28, a efectuarse en los Emiratos Árabes Unidos a finales de año.
Además, el encuentro hubiese sido impensable hace menos de un año bajo la gestión de Jair Bolsonaro, quien estaba supervisando un aumento vertiginoso en la tala de árboles en la selva amazónica.
Pero los resultados no fueron los esperados. Los países acordaron una larga lista de políticas y áreas de posible cooperación. Pero, la Declaración de Belém parece “una compilación de buenas intenciones con pocos objetivos y plazos medibles”, expresaron los grupos ambientalistas.
Como la selva tropical más grande del mundo, el Amazonas absorbe y almacena enormes cantidades de dióxido de carbono, lo que la convierte en un amortiguador contra el calentamiento global. Dolorosamente se ha enfrentado a una continua destrucción en los últimos años, causada por la tala ilegal, la minería aurífera igualmente ilegal y la ganadería.
La esperada Cumbre del Amazonas
En su discurso de bienvenida, Lula se mostró entusiasta sobre la Cumbre del Amazonas. Será una “cita histórica”. Un “antes y un después” en la historia de la protección del Amazonas, dijo confiado a los líderes de Bolivia, Colombia, Guyana, Perú, Venezuela, Ecuador y Surinam.
«La idea básica es que salgamos de aquí preparados para que, de manera unificada, todos los países que tienen bosques tengan una posición común en los Emiratos Árabes Unidos durante la COP28. Y cambien la discusión», expresó el presidente brasileño.
Sin embargo, en el documento final del encuentro hay dos ausencias notables: una promesa de poner fin a la deforestación para 2030. Y cualquier mención de detener la expansión de los combustibles fósiles en esa importante región. También aunar esfuerzos conjuntos para combatir la minería ilegal desenfrenada y los grupos del crimen organizado que están reforzando su control sobre la región de la selva tropical.
El presidente de Colombia presiona para que se ponga fin a la exploración de petróleo y gas en el Amazonas. Aunque las medidas brasileñas para desarrollar un campo petrolero cerca de la desembocadura del río Amazonas complican esos esfuerzos, reseñó The Guardian.
“(La declaración de la cumbre) arroja serias dudas sobre la voluntad de los líderes de la región de proteger este importante sumidero de carbono. En cambio, la declaración hace que ‘la lata’ siga adelante”, dijo Diego Casaes, director de campaña de Avaaz al Financial Times. Un grupo sin fines de lucro centrado en el clima.
Por su parte, Natalie Unterstell, presidenta de Talanoa, un grupo de expertos en políticas climáticas, consideró que “los líderes de Amazon aún no están listos para liderar la política climática mundial”.
Bolivia y Venezuela, el freno a los avances
Los comentarios se produjeron después de que la nación anfitriona Brasil, junto con los países asistentes, emitieran una larga pero a veces vaga declaración conjunta en la que prometían cooperación para combatir la actividad ilegal y promover la financiación del desarrollo sostenible.
El texto fue la culminación de una reunión de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica. Una alianza que se reunió por primera vez tras 14 años de poca actividad en Belém.
Los funcionarios anunciaron la Cumbre del Amazonas como una oportunidad para «relanzar la cooperación» entre los países amazónicos. Pero los ambientalistas destacaron la falta de objetivos concretos de la declaración, incluido el objetivo de deforestación cero para 2030.
“Intentamos (incluir algunos objetivos de deforestación), pero Bolivia pidió explícitamente que se eliminara”, dijo un funcionario vinculado a las deliberados a Financial Times. Tras señalar que Bolivia tenía una de las tasas más altas de deforestación en la región.
“Venezuela fue (también) renuente, pero como Bolivia estaba tan fuertemente (opuesta), no necesitaban hablar en contra”, agregó.
El funcionario, sin embargo, elogió algunas iniciativas nuevas. Incluida la creación de un centro de cooperación regional en la ciudad amazónica de Manaos. Y “la creación de un panel científico de países amazónicos para evitar el ‘punto de inflexión’”.
Los científicos insisten en que el aumento de los niveles de deforestación significa que la región amazónica se acerca a un «punto de inflexión» en el que franjas de la selva se convertirán en sabanas secas. Esto tendría un fuerte impacto en la ecología y el clima de América del Sur.
El Amazonas o el punto de inflexión
La Cumbre del Amazonas fue convocada por Lula, quien ha hecho del medio ambiente una prioridad desde que asumió el cargo en enero.
La deforestación en el Amazonas brasileño cayó un 33 % en los primeros seis meses de 2023 en comparación con el mismo período del año pasado, según datos de la agencia espacial nacional del país.
El Amazonas, una región en expansión de 6,7 millones de kilómetros cuadrados que, si fuera un solo país, sería el séptimo más grande de la Tierra. Además de casi 50 millones de personas, la región alberga aproximadamente 400 mil millones de árboles pertenecientes a 16 000 especies diferentes. Más de 1300 especies de aves, decenas de miles de especies de plantas y el 20 % de los recursos de agua dulce del mundo. También se estima que contiene más de 120 mil millones de toneladas de carbono, lo que lo convierte en un sumidero de carbono vital.
Pero durante el último medio siglo, el avance de la ganadería, la tala, la minería, el cultivo de soja y la exploración petrolera ha devastado grandes extensiones de la región. Empujándola hacia lo que los científicos temen que podría ser un punto de inflexión irreversible que provocaría la muerte del bosque.
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