Por Juan Emilio Ballesteros
04/11/2017
Vivimos en una sociedad domada y amansada, donde uno espera que corra el agua por las cañerías cuando acciona el grifo o que los árboles estén enjaulados en el corazón verde de la calle. La naturaleza domeñada donde nunca pasa nada. Pero ¿y si sucediese algo?… Fernando Mansilla (Barcelona, 1956) nos plantea un mundo que se resiste a ser domesticado y en el que nada es como parece en su nueva obra, Relatos Faunescos, un puñado de historias en las que los animales están presentes, ya sea como protagonistas o bien porque interactúan con el hombre y se resisten también a aceptar un destino ineluctable. Estas narraciones van más allá de la realidad cotidiana para introducir el elemento mágico que determina un desenlace inesperado.
Una dorada tentada por un anzuelo cebado con suculento gusano. Una mosca macho con bastante mala leche cumplidora de las normas que rigen el mundo de las moscas. Un pavo al que viene a visitar el ángel de la guarda el día de Navidad. Los 999 camellos que partieron de los desiertos orientales en la caravana de los Reyes Magos el cinco de enero. Un lindo gatito en manos de un monstruo de 12 años. Un guepardo hembra en La Habana en los años previos a la revolución cubana. Las aventuras del gitano Sandokán, el Tigre de Malasia, en el barrio de Santa Cruz de Sevilla.
Son los Relatos Faunescos, “un bestiario no moralizante para la descripción tanto de la realidad como de nuestras fantasías. Y un guiño cómplice para estas criaturas fascinantes que comparten el mundo con nosotros”, según el autor. “Siempre me ha gustado escribir. También me gustaban los animales y en algún momento había pensado hacer algo con ellos, como dedicarme a la biología o la veterinaria. Pero luego, cuando llegó la hora de ir a la universidad, me pilló la época jipi, cogí la mochila y me fui a recorrer los caminos”.
Tras el éxito de ‘Canijo’
Relatos Faunescos llega tras el éxito literario de su primera novela, Canijo (El Rancho Editorial, 2013), una inmersión amarga, en ocasiones cáustica, donde las emociones y los sentimientos oscilan entre la tragedia entrevista y un exacerbado lirismo, sobre los estragos de la heroína en la década de los 80.
Ya sea desde la poesía –Poemas para la no posteridad, 2011–, como desde la música –Mansilla y los Espías– o el teatro –No me gusta el flamenco, finalista en los premios Max de las Artes Escénicas–, Mansilla es un referente cultural ineludible que algunos identifican con el underground y otros con la poesía de la calle a ritmo de blues y funk.
Los animales de Relatos Faunescos se parecen tanto a nosotros que nos plantean la duda de si acaso tendrán alma. Es probable. De lo que estamos completamente seguros es de que nosotros no la tenemos.