La salud del cerebro es vital para una existencia sana y plena pero en nuestro día a día tenemos hábitos que lo ponen en riesgo. El cerebro es el centro de operaciones del cuerpo y desde allí operan nuestra mente y conciencia. Sin embargo, el estilo de vida del siglo XXI es la principal causa de que millones de personas andemos por el mundo distraídos. Este estilo de vida centrado en el consumismo, la velocidad, la satisfacción inmediata y el multitareas, deteriora las capacidades infinitas de creación, resolución de problemas y felicidad innatas en nuestro cerebro.
La comunicadora y entrenadora de yoga certificada, Khyati Jain, escribió para la revista digital Medium, un artículo que muestra los cuatro hábitos diarios que destruyen el cerebro, y una serie de recomendaciones para salirnos del círculo vicioso de la evasión. “No importa lo que hagamos o dejemos de hacer, no podemos bajarnos de esta cinta de correr del hedonismo. Vivimos para cumplir nuestros interminables deseos que a la postre nos hacen sentir peor que antes. Y este patético estilo de vida acelerado conduce a hábitos que dañan la salud de tu cerebro”, señala.
Los cuatro principales hábitos mortales para la salud del cerebro son estropear la primera hora de la mañana, vivir en piloto automático, tratar de escapar del presente y no tener tiempo para aburrirnos. La probabilidad de que practiquemos al menos dos de estos hábitos destructivos es muy elevada.
Estropear la primera hora de la mañana
Jain pone de relieve que la presión social constante que nos obliga a hacer productivo cada minuto del día, nos atrapa en un ciclo sin fin de no-descanso y de hacer todo lo más rápido posible. El trabajo duro es esencial para vivir una vida plena, pero se necesita algo más que trabajo para ser verdaderamente feliz. Vivimos en piloto automático desde que abrimos los ojos.
“La primera tarea de la mañana es encender el portátil o deslizar en la pantalla del teléfono, incluso antes de levantarnos de la cama, para ver qué ha pasado. No es solo un hábito sino también un reflejo. Revisas tu teléfono o enciendes tu computadora portátil tan pronto como te despiertas. Pero este hábito, en apariencia inofensivo, es muy dañino para la salud del cerebro», advierte
Explica que empezar el día cargando el cerebro de información -la mayoría irrelevante- incluso antes de que se haya despertado completamente y pueda procesarla, sin siquiera lavarnos los dientes o mirar por la ventana, afecta la función cognitiva del cerebro y provoca confusión mental. A largo plazo, eso que hacemos pensando que seremos más productivos, deteriora la calidad y productividad en nuestros trabajos.
Jain agrega que mientras más tiempo pasamos viendo el teléfono antes de salir de la cama, más nos vamos a tardar en atender la rutina matutina. Nos retrasa muchas de las tareas que se supone deberíamos hacer con rapidez y eficacia. “Consumirás la mañana antes de que te des cuenta del precioso tiempo llevas deslizando la pantalla. La forma más segura de asegurar un día improductivo”, apunta.
Antídoto: la luz natural
Revisas tu teléfono o enciendes tu computadora portátil tan pronto como te despiertas, sin haber visto por la ventana. Este hábito, en apariencia inofensivo, es muy dañino para la salud del cerebro
La comunicadora y entrenadora de yoga recomienda sustituir la pantalla al despertarnos por un hábito sencillo y gratuito: disfrutar de la luz natural de la mañana durante 10 o 15 minutos luego de despertarse. La luz de la mañana es esencial para mantener el ritmo circadiano bien sincronizado y garantizar un buen sueño nocturno al terminar la jornada. Este simple hábito mejorará la calidad del sueño, el estado de ánimo y la productividad. Además, libera norepinefrina y epinefrina, las hormonas que aumentan la atención, el impulso y la motivación, todo lo que se necesita para trabajar mejor.
Vivir en piloto automático
Investigadores del Centro McCance para la Salud Cerebral del Hospital General de Massachusetts, desarrollaron la cartilla denominada Brain Care Score, que suma una variedad de datos personales (biomarcadores físicos, hábitos de estilo de vida, salud emocional) y luego arroja un número del 0 al 21. Cuanto más cerca de 21, la salud del cerebro está mejor. Cuanto más lejos, peor.
La cartilla mide 33 ítems y les asigna un valor entre 0 y 3. Los ítems que tienen mas puntaje son si la persona nunca ha fumado o dejó de fumar hace más de un año, y si la persona registra una presión arterial inferior a 120/80. Llenar la cartilla revela que tan buena es la salud del cerebro y brinda la oportunidad de hacer correctivos para mejorarla.
Uno de los ítems que mide esta cartilla es “el sentido de la vida” o “propósito de la vida”. Y no se trata de competir con los filósofos que por centurias han tratado de responder a esa pregunta, sino a una de dimensiones más personales: ¿Cuál es el significado de mi vida? La respuesta no es sencilla, pero el solo hecho de hacerse la pregunta y comenzar a buscar la respuesta, implicaun cambio de conciencia muy importante.
“Nuestras vidas giran en torno al trabajo, programamos el día de acuerdo con el trabajo. Pero, lamentablemente la mayoría de la gente detesta su trabajo y solo lo hacen para sobrevivir. El propósito de tu vida debe ser identificable en tu trabajo. Por qué haces lo que haces es una pregunta que siempre debes estar preparado para responder. Tu trabajo debe desafiar y estimular tus músculos creativos”, sugiere.
Antídoto: un pasatiempos que te haga feliz
Ciertamente, encontrar el significado de la propia vida puede ser agobiante y generar ansiedad en algunas personas. Pero la alternativa que recomienda Jain es explorar uno o varios pasatiempos: “Cuanto más trabajes en tus pasatiempos, más cerca estarán de convertirse en el propósito de tu vida. Entonces, invierte tiempo y energía para desarrollar tu hobby”, indica.
En su experiencia, su pasatiempo que luego se convirtió en propósito, fue la escritura. Admite que le tomó tiempo, pero no desistió. Además el pasatiempos tiene algo adicional que es vital para la salud del cerebro: el aprendizaje. Aconseja elegir algo que siempre has querido hacer o aprender, pero nunca has tenido el tiempo; luego ser constante. Si no encuentres el propósito de tu vida, al menos podrías dominar un arte o un oficio o una tarea que podría meterte unos dólares adicionales en el bolsillo.
Tratar de escapar del presente
Los maratones de series son la forma preferida para escapar del presente. Y demasiado atractivo: podemos ver contenido infinito por un mismo precio. Por ser fácil, barato y divertido termina siendo la opción perfecta para el escapismo cotidiano. Esta actividad no solo es paralizante, sino que ponernos durante horas frente al televisor deteriora la salud del cerebro.
Se ha diagnosticado una práctica aún más nociva y predominante denominada “la segunda pantalla”. Seguramente todos hemos lo hemos hecho. Consiste en que tratamos de escapar del presente viendo un maratón de la “serie favorita”, pero nos aburrimos y agarramos el celular para revisar las redes sociales. El televisor encendido y la serie corriendo.
Lo mismo ocurre cuando trabajamos. Tenemos el monitor, varias pestañas abiertas, algunas relacionadas con el trabajo, otras con nuestras redes sociales, y además tenemos el celular. Pasamos el día de una pantalla a la otra, de una pestaña a la otra y ni nos damos cuenta. No nos concentramos en nada definitivamente. No somos productivos, ni eficientes ni estamos aprendiendo. El cerebro está en modo avión.
Necesitamos escapar de nuestro escapismo. Un comportamiento que debilita la concentración y destruye tu capacidad de atención, pero lamentablemente es la norma. Jain dice que, según Stanford Health, las personas que realizan múltiples tareas digitales suelen tener menos materia gris, la que ayuda a controlar los pensamientos y las emociones.
Antídoto: una pantalla a la vez
Lo recomendable para frenar la evasión de la evasión y preservar la salud del cerebro es seguir la regla de una ventana o una pantalla a la vez. Cuando trabajes, puedes tener varias pestañas, pero únicamente relacionadas con el trabajo que estás realizando. “Si aburre lo que hay en el televisor, apágalo y haz otra cosa. Mira un rato por la ventana. Haga una pausa antes de usar el teléfono. Las repeticiones compulsivas solo generan ruido de fondo. Sea más consciente de sí mismo mientras trabaja y se concentra en una tarea”, recomienda.
Sin tiempo para aburrirnos
La vida se ha convertido en una especie de molino y no hay tiempo para no hacer nada. El molino gira todo el día y toda la noche sin parar. Las personas que no tienen tiempo para no hacer nada ponen en riesgo su salud mental. Si no damos descanso al cerebro, termina recargado de información que no necesita, no le sirve ni lo nutre, sino que lo descontrola. “Soñar despierto es un factor esencial para el funcionamiento óptimo del cerebro. Era el arma secreta de Albert Einstein para la creatividad y la productividad. Un tiempo de aburrimiento diario es indispensable para soñar despierto. Soñar despiertos activa diferentes partes del cerebro que ayudan a resolver problemas ejecutivos”, agrega.
La cultura contemporánea condena el aburrimiento o el no hacer nada. Demerita el tiempo de descanso porque se ha impuesto que lo positivo es mantenerse ocupado. Mientras más reuniones, presenciales o remotas tengamos, tanto mejor. Si no podemos ir a las actividades de nuestros hijos los fines de semana porque tenemos que trabajar, pues está bien. Incluso si vamos pero estamos atendiendo reuniones en el móvil, es aceptable.
Einstein reconoció que muchas de sus teorías de física o la solución a problemas complejos de esa área del conocimiento se le ocurrieron en tiempos de ocio. No cuando estaba en el laboratorio haciendo cálculos, ni leyendo sobre volúmenes, dimensiones, distancias y pesos. No. Sino cuando estaba contemplando un paisaje, observando a otras personas hacer sus quehaceres, o sencillamente reposando.
Antídoto: una lista de tareas
Una lista de tareas en cada jornada es mejor que una agenda repleta de actividades. La lista de tareas te permite tener un panorama de lo que debes hacer, pero te da la flexibilidad de hacerlo a tu ritmo. Y ese ritmo incluye incorporar tiempos de descanso y aburrimiento. Descanso de las pantallas, descanso de los contenidos, descanso de las reuniones. Reconexión con lo que somos y aspiramos y por ende, protección de la salud del cerebro.
“Es esencial tener libertad durante todo el día para pensar en paz, soñar despierto para salir de situaciones estresantes y recargar tus baterías mentales. Aunque parezca contradictorio, mejorar la productividad y la concentración”, subraya.