El cambio climático, el sistema productivo lineal todavía imperante, la agricultura ineficiente, la proliferación de macrogranjas (ganadería intensiva)… Son muchas las alarmas que se están encendiendo para avisarnos de que el agua es un recurso limitado que hay que utilizar, distribuir, tratar y conservar con criterio. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la escasez de agua ya afecta a cuatro de cada diez personas en el mundo y el saneamiento deficiente provoca, solo en África, 115 muertes por hora.
Actualmente, la Organización de Naciones Unidas estima que 2,3 billones de personas en el planeta no disponen de instalaciones básicas como baños o letrinas. En este sentido, las aguas contaminadas y la falta de saneamiento básico obstaculizan la erradicación de la pobreza extrema y las enfermedades en los países más pobres del mundo.
En la India, por ejemplo, la ONU trabaja desde hace años con las administraciones del país para hacer frente a la escasez y al saneamiento. Las niñas tienen muchas dificultades para continuar la escuela cuando les llega la menstruación por la falta de retretes y de abastecimiento, creándoles un estigma y un sentimiento de vergüenza.
Y aún donde hay agua pero es de mala calidad, puede aumentar el riesgo de enfermedades diarreicas; en particular, el cólera, la fiebre tifoidea, la salmonelosis, otras enfermedades víricas gastrointestinales y la disentería. La escasez de agua también puede dar lugar a enfermedades como el tracoma, la peste y el tifus. El tracoma está muy relacionado con la falta de agua para lavarse la cara regularmente.
El agua y los ODS
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 es “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”. Las metas de este objetivo cubren tanto los aspectos del ciclo del agua como los sistemas de saneamiento, y la consecución de este objetivo se ha planteado para que contribuya en el progreso de otros ODS; principalmente en salud, educación, crecimiento económico y medio ambiente.
Entre las metas, se propone hasta 2030 “aumentar considerablemente el uso eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua y reducir considerablemente el número de personas que sufren falta de agua”.
Igualmente, se busca “ampliar la cooperación internacional y el apoyo prestado a los países en desarrollo para la creación de capacidad en actividades y programas relativos al agua y el saneamiento, como los de captación de agua, desalinización, uso eficiente de los recursos hídricos, tratamiento de aguas residuales, reciclado y tecnologías de reutilización”.
Guerras y desplazamientos por el agua
Los conflictos por la tierra y el agua estallaron en todo el mundo en 2019 en medio de una mayor competencia por los recursos y una creciente hostilidad hacia los agricultores y los pueblos indígenas, según dos informes publicados a finales del año pasado.
Al menos 108 personas murieron tratando de proteger sus tierras de las industrias invasoras en 23 países de enero a noviembre, dijo el grupo de defensa de los derechos humanos PAN Asia Pacífico (PANAP), en comparación con los 91 asesinatos registrados en el mismo período del año pasado.
Filipinas fue el país más letal por tercer año con 50 asesinatos, o casi un asesinato por semana. Colombia registró 27 asesinatos, mientras que Brasil tuvo nueve, con la mayoría de los delitos vinculados a las industrias de energía, minería, plantación y tala.
«Los sin tierra enfrentan más riesgos que nunca antes, especialmente cuando la falta de respeto a sus derechos converge con una política conservadora y una emergencia ambiental que aumenta», expresa Arnold Padilla, coordinador regional de PANAP.
También en Venezuela, como ha venido recogiendo Cambio16 en 2019, la falta de suministro de agua ha generado protestas en Caracas y en otras principales ciudades del país caribeño.
Apuesta por nuevas tecnologías
Los países africanos deberían saltar la vieja tecnología en lugar de ponerse al día cuando se trata de infraestructura urbana como el agua y el transporte, ha dicho recientemente Macky Sall, presidente de Senegal.
«La demora de África en términos de gestión urbana nos ofrece la oportunidad de aprovechar una nueva generación de tecnología disponible», dijo Sall en el Banco Islámico de Desarrollo.
Se proyecta que los residentes urbanos de Senegal llegarán al 60% de la población total en 2030, frente al 43% en 2013, según el Banco Mundial, ya que la agricultura sufre los efectos del cambio climático y la gente se muda cada vez más a las ciudades en busca de trabajo.
Pero como muchos países africanos carece de la infraestructura para apoyar el cambio. Fuera de la capital, solo dos tercios de los hogares urbanos estaban conectados a la red de agua y un tercio a los sistemas de alcantarillado en 2016, según el Banco Mundial.
Para remediar esto, Senegal lanzó un fondo de 30 mil millones de francos CFA (más de 44 millones de euros) para emprendimiento en 2018. El Banco Islámico de Desarrollo, con sede en Arabia Saudita, también lanzó un «Fondo de Transformación» de 447 millones de euros para emprendimiento en 2018.
Falta de fondos
El principal obstáculo para los gobiernos africanos es la falta de fondos. La compañía de Kwizera, Water Access Rwanda, reclama bombas manuales rotas y las convierte en quioscos alimentados por energía solar que conducen agua a los hogares. Actualmente tiene 57.000 usuarios diarios.
El emprendedor Mauricio Cordova comenzó su empresa Fair Cap en Perú con el objetivo de proporcionar agua limpia a las personas afectadas por inundaciones, ciclones u otros desastres. Él y su equipo utilizaron diseño de código abierto e impresión 3D para crear un pequeño filtro portátil que se atornilla a las botellas de agua de plástico como una tapa.
Este año se probó un modelo más grande en Mozambique después del ciclón Idai y está en producción. Cordova considera que «el problema es tan grande que creo que necesitamos muchas soluciones”.
Senegal también está incorporando nueva tecnología y ahora utiliza «medidores inteligentes» que pueden rastrear de manera remota los cambios en el consumo de agua en la ciudad y ayudar a identificar fugas, justifica Abdoulaye Sene, un veterano asesor del gobierno en materia hidráulica.
Pero incluso con nuevas soluciones, llevará a los estados africanos mucho tiempo alcanzar la demanda.»Ahora los gobiernos están cada vez más en un estado de hacer las cosas por urgencia, no por planificación», se lamenta Sene.
Aumento de energías hidroeléctricas
La prisa por construir represas hidroeléctricas desde Chile hasta Camboya ha desarraigado a decenas de miles de personas y destruido los ecosistemas de los que dependen, según denuncia International Rivers, una organización sin ánimo de lucro.
Colectivamente, las represas han desplazado a más de 80 millones de personas en todo el mundo hasta ahora y han afectado a aproximadamente 500 millones de personas.
«Las represas pueden exacerbar la pobreza y empeorar las condiciones de las personas que se ganan la vida con los ecosistemas terrestres y fluviales», como alerta esta ONG.
Las empresas chinas se han convertido en los principales actores en la construcción de represas, dijo International Rivers, a medida que el país lanza su Iniciativa Belt and Road, un esquema transcontinental con billones de dólares en proyectos de infraestructura.
Los desarrolladores chinos han dicho que “se adhieren” a los estándares globales ambientales y de derechos humanos. En la pequeña nación de Laos, en el sudeste asiático, hay más de 100 represas en funcionamiento, en construcción o planificadas, que aportan inversiones a una nación muy empobrecida.
Pero el colapso de la presa hidroeléctrica Xepian-Xe Nam Noy en Laos en julio de 2018 mató a decenas de personas y desplazó a más de 6.000, lo que subraya las preocupaciones sobre su seguridad.
En octubre de 2019, la primera
presa hidroeléctrica en el río Mekong comenzó operaciones comerciales en Laos
en medio de las protestas de los aldeanos tailandeses que dicen que la presa
Xayaburi y otras obras destruirán sus medios de subsistencia.
La energía hidroeléctrica podría impactar más de 300,000 kilómetros de ríos
para 2050, estima International Rivers.
Compromiso en España
El pasado mes de diciembre, la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) y la Asociación Española de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua Urbana (AGA) hacían público su “compromiso” para “hacer frente al desafío que supone la lucha contra el cambio climático”.
Tras la @COP25CL nos unimos a @AeasAgua en esta importantísima declaración, ante la situación climática en que nos encontramos. “Abastecimiento y saneamiento urbano ante el cambio climático” 🌿💧👇https://t.co/jPeP3xXSO4
— AGA Asociación Española de Empresas de Agua Urbana (@AGAagua) December 17, 2019
“Estamos convencidos de que el conjunto del sector de los servicios de abastecimiento y saneamiento de agua urbana apoyará las medidas a impulsar para cumplir con los objetivos marcados por el Acuerdo de París dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático”, aseguran AEAS y AGA. Además, añaden, que “como asociaciones lo divulgaremos y trabajaremos para ello, con perseverancia y determinación”.
“Nos comprometemos a impulsar nuevos esfuerzos en esta materia, en particular en la acción tecnológica y organizativa, en la cooperación con otros actores y en divulgar experiencias para no dejar a nadie atrás”, agregan.
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