Julio César Moreno León
La elección presidencial de Estados Unidos ha estado signada por agudas confrontaciones que pueden conducir a una crisis de consecuencias impredecibles. Por primera vez en la historia de ese país sus poderosas corporaciones mediáticas censuran a un presidente que aspira reelegirse. Para entender la gravedad del hecho resulta necesario el recuento de algunos hechos demasiado evidentes.
Todas las encuestadoras colocaban a Trump como un aspirante de antemano derrotado. Supuestamente Joe Biden le superaba ampliamente con margen más allá de los diez puntos de ventaja. Esa aparente tendencia proyectada de manera reiterada durante el transcurso de este año fue repetida en los sondeos finales de octubre.
Sin embargo, los hechos han demostrado que esas encuestas se equivocaron o falsearon la realidad con el deliberado propósito de engañar. Además, según las cadenas de televisión, agencias noticiosas, redes como Facebook, Instagram, Yahoo, Twitter, Google, más los grandes medios impresos como New York Times, Washington Post y CNN, entre muchos otros, el candidato demócrata sería inevitablemente el ganador.
Es obvio que en el transcurso de la campaña los grandes medios moldeadores de opinión actuaron como vehículos de propaganda contraria al candidato republicano. Esos medios han tratado de imponer que las denuncias de Trump forman parte de un “fraude infundado”. Por eso cuando los periodistas entrevistan a Trump califican como falsas sus respuestas, mientras los noticieros afirman que las denuncias son mentiras carentes de pruebas.
A pocos días de ocurrida la votación las cadenas ABC, NBC, y CBS se pusieron de acuerdo para interrumpir una rueda de prensa que el presidente realizaba desde la Casa Blanca para reiterar la denuncia de fraude electoral. Inmediatamente después de suspender la transmisión las tres estaciones de televisión “coincidieron” en señalar que Trump lanzaba acusaciones falsas al afirmar que las votaciones eran fraudulentas.
Pero sucede que cuando la reñida votación ponía en duda los resultados y se solicitaban reconteos, esos mismos medios que censuran a Trump le mienten al mundo al declaraban a Biden y a Harris como el presidente y la vicepresidenta electos, sin que hubiese concluido el proceso legal que permitiera la proclamación oficial de los vencedores.
Debido a este tipo de evidentes irregularidades fueron citados a una audiencia ante el Comité Judicial del Senado el representante de Facebock Mark Zuckerberg y el director ejecutivo de Twitter Jack Dorsey, a quienes se les increpó enérgicamente por la censura de artículos y opiniones relacionados con las elecciones presidenciales, y por la supresión de un artículo del New York Post referido a denuncias sobre corrupción contra Hunter Biden, hijo del ex vicepresidente y candidato demócrata.
En esa oportunidad el senador Lindsey Graham calificó a los interpelados como “los editorialistas finales”. En el interrogatorio, que alcanzamos a ver gracias a las plataformas alternativas que eluden la penumbra informativa de esta campaña, Graham también dijo: “Cuando hay empresas que tienen el poder de los gobiernos, y tienen mucho más poder que los medios de comunicación tradicionales, algo tienen que ceder”.
Y sobre las investigaciones relacionadas con Hunter Biden, correspondió al Comité de Finanzas y al Comité de Seguridad Nacional del Senado revelar que el hijo del ex vicepresidente formó parte de “una vasta red de tráfico de influencias” en Rusia, China, Ucrania, y Kazajistán al amparo familiar del segundo hombre de la Casa Blanca.
El informe de ambos comités asegura que Hunter Biden recibió tres millones y medio de dólares de la multimillonaria rusa Yelena Baturina a quien la Embajada de Estados Unidos en Moscú señala como vinculada al crimen organizado. Igualmente señala el informe que Biden mantenía un cargo en la empresa ucraniana de petróleo y gas Burisma Holding, mientras su padre era el encargado por el presidente Obama de dirigir la política hacia Ucrania.
De acuerdo con el testimonio de Amos Hochstein, quien se desempeñó como funcionario del Departamento de Estado y de la embajada en Kiev, el vicepresidente Biden fue notificado oficialmente de las denuncias sobre corrupción en contra de Mykola Zlochevsky propietario de Burisma Holding empresa en la que participaba su hijo.
Y el actual subsecretario de Estado Adjunto para Asuntos Europeos y Euroasiáticos George Kent, quien era funcionario de la Embajada de Estados Unidos en Kiev, asegura en su declaración que informó a los funcionarios de la oficina del vicepresidente sobre un posible conflicto de intereses por la presencia de su hijo en la junta directiva de Burisma, y dijo que sus informes no fueron atendidos.
También la investigación del Senado comprobó que Hunter Biden se asoció con ricos empresarios chinos relacionados con el Partido Comunista y el Ejército Popular de Liberación, y que la familia Biden aparece involucrada en una gran red financiera relacionada con otros gobiernos extranjeros. En el informe parlamentario se indica además que el ex secretario de Estado John Kerry tenía conocimiento del grave problema que significaba la participación del hijo del vicepresidente en la cuestionada empresa ucraniana Burisma Holding.
Así lo declaró a las comisiones senatoriales David Wade, el ex director de personal de Kerry, quien dijo que le había planteado a su jefe el delicado asunto el 14 de mayo de 2014.
Por supuesto, los grandes medios han silenciado las noticias relacionadas con este tema de interés nacional en el cual está involucrado el ahora candidato del Partido Demócrata. Sin embargo, los senadores republicanos Ron Johnson y Chuck Grassley afirmaron que la investigación proseguirá en 2021 luego de que el nuevo Congreso se juramento.
De manera que cualquiera sea el resultado final de este proceso electoral, Joe Biden transitará un difícil camino cuando le toque responder ante el Congreso, la justicia y la opinión pública de su país por los graves señalamientos que se han acumulado en su contra.
Pero lo cierto es que esta campaña deja como saldo una nueva y lamentable realidad. En Estados Unidos la poderosa oligarquía mediática pretende uniformar el pensamiento, demonizar a quienes estorban sus propósitos y liquidar las libertades de pensar y de expresarse que constituyen pilares fundamentales de la gran democracia americana.
Aunque parezca increíble, la receta bolivariana del siglo XXI aterrizó en el vilipendiado imperio. Al igual que en Venezuela, la campaña electoral norteamericana se realiza con el ventajismo que otorga una rígida censura, y se pretende impedir el derecho de Trump a denunciar graves ilicitudes que de comprobarse acarrearían sanciones penales sobre altas figuras del establecimiento político norteamericano.
Pero al contrario de lo ocurrido en Venezuela, al presidente que ha defendido la causa libertaria se le repudia por proteger los millones de votos que sufragaron por él. Mientras que al ex candidato venezolano Capriles también se le condena, pero por no haberse defendido hasta el final del fraude montado por el CNE, también con la ayuda de Smarmatic.
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