En una operación que duró décadas, la CIA (Agencia Central de Inteligencia) espiaba a sus enemigos y también a sus aliados valiéndose de una firma, supuestamente independiente, que brindaba servicios de encriptación de datos a gobiernos de todo el mundo.
De esta manera, los Estados Unidos hicieron seguimiento encubierto a las actividades de un centenar de países de todo el mundo.
La historia de esta operación fue obtenida y publicada por el diario estadounidense The Washington Post y la emisora pública alemana ZDF, en un proyecto conjunto de investigación.
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La operación, conocida primero por el nombre clave «Thesaurus» y luego «Rubicon», se encuentra entre las más audaces en la historia de la CIA.
Una fachada
El centro de este tejido de espionaje, digno de un libro de Tom Clancy, fue la firma Crypto AG. Durante más de medio siglo, gobiernos de todo el mundo confiaron en esta compañía para mantener en secreto las comunicaciones de sus espías, soldados y diplomáticos.
La empresa comercializó miles de máquinas de encriptado a un centenar de países de todo el mundo como Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, México, Colombia, Perú, Venezuela, Nicaragua, España, Grecia, Egipto, Arabia Saudí, Irán e Irak, entre otros.
Ganó millones de dólares vendiendo equipos a más de 120 países hasta bien entrado el siglo XXI.
Pero ninguno de sus clientes sabía que Crypto AG era propiedad secreta de la CIA en una asociación altamente clasificada con BND (Bundesnachrichtendienst, la agencia de inteligencia extranjera de Alemania Occidental).
Estas oficinas de espionaje manipularon los dispositivos de la compañía para que pudieran descifrar fácilmente los códigos que los países usaban para enviar mensajes encriptados.
Y fue así como el gobierno de los Estados Unidos, a través de Crypto AG y de la CIA, espiaba a enemigos y aliados por igual, con el apoyo de los servicios de inteligencia de Alemania Occidental.
La única limitación del programa fue que los principales adversarios de Estados Unidos, la extinta Unión Soviética y China, nunca fueron clientes de Crypto AG, porque sospechaban de sus lazos con Occidente.
Usos múltiples
A partir de 1970, la CIA y la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), controlaron casi todos los aspectos de las operaciones de Crypto.
Supervisaron a los mulás de Irán durante la crisis de rehenes de 1979. También enviaron información sobre el ejército argentino a Gran Bretaña durante la Guerra de las Malvinas.
Además, rastrearon las campañas de asesinato de dictadores sudamericanos. Igualmente, capturaron a funcionarios libios felicitándose por el bombardeo de una discoteca de Berlín en 1986.
En la década de 1980, las agencias de espionaje de los Estados Unidos interceptaron más de 19.000 comunicaciones iraníes enviadas a través de máquinas criptográficas.
Esto ocurrió durante la guerra entre Irán e Irak, que duró cerca de una década. Utilizaron ese material para obtener informes sobre temas como los enlaces terroristas de Teherán e intentos de atacar a disidentes.
En 1989, el uso de dispositivos criptográficos por parte del Vaticano resultó crucial en la cacería estadounidense del líder panameño Manuel Antonio Noriega. Cuando el dictador buscó refugio en la Nunciatura Apostólica, su paradero quedó expuesto por los mensajes de la misión a la Santa Sede.
En 1981, Arabia Saudita era el mayor cliente de Crypto, seguido de Irán, Italia, Indonesia, Irak, Libia, Jordania y Corea del Sur.
Lucha por sobrevivir
Para proteger su posición en el mercado, Crypto y sus propietarios secretos se involucraron en campañas sutiles de difamación contra compañías rivales. Además, sobornaron a los funcionarios del gobierno.
Los productos de Crypto todavía se usan en más de una docena de países de todo el mundo, y su letrero naranja y blanco aún se cierne sobre el antiguo edificio de la sede de la compañía cerca de Zug, Suiza.
Pero la empresa fue desmembrada y liquidada en 2018.
Fue así como la CIA espiaba a aliados y enemigos.
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