Por Enrique Rubio | Efe
25/05/2016
Detrás del filme The nice guys se halla la mente que alumbró Arma letal, Shane Black, que no esconde el rastro de aquella saga en esta divertida y paródica película, en la que Russell Crowe y Ryan Gosling encarnan a dos patosos investigadores privados.
The nice guys, proyectada este domingo fuera de competición en el Festival de Cannes, resucita el espíritu de las «buddy movies» que hicieron furor en los ochenta y los noventa del siglo pasado, aunque le da un giro de tuerca que hace a sus protagonistas más antihéroes que nunca.
Desde el primer segundo de su metraje, la cinta zambulle al espectador, a través de música funk y unos títulos de crédito retro, en el vibrante Los Ángeles de finales de los setenta, donde Jackson Healey (Crowe, muy en su papel de tipo duro) se gana la vida pegando palizas por encargo.
En una de esas misiones se cruzará con el torpe Holland March (Gosling), quien se dedica a esquilmar a sus clientes como detective privado sin escrúpulos que se dedica a buscar a desaparecidos.
Ambos deberán encontrar a la joven Amelia (Margaret Qualley), amenazada por su turbia participación en una película porno y por su madre, encarnada por Kim Basinger en otro claro guiño ochentero.
Para ello contarán con la ayuda de la hija de March (Angourie Rice), quien aporta ciertas dosis de perspicacia y sentido común a los obtusos detectives.
Black -guionista de Arma Letal y director de Iron Man 3 o Kiss kiss bang bang– funde los clásicos caracteres antagónicos de las «buddy movies» con elementos de la comedia de porrazos (o «slapstick»). Y el personaje de Gosling da buena cuenta de ello: de tanto caer por las alturas acabará por creerse inmortal.
Aunque la pareja protagonista no destila tanta química como los Riggs y Murtaugh creados por Mel Gibson y Danny Glover, no resulta descabellado augurar que la cinta tendrá un gran recorrido por taquilla, y cuenta con la virtud añadida de descubrir la potente vis cómica de Gosling.
La historia, además, se desarrolla sobre el trasfondo del calentamiento global y de la contaminación producida por los grandes gigantes de la automoción en Estados Unidos, que son defendidos a capa y espada por los poderes fácticos.
Tan desternillante como la película resultó la rueda de prensa que ofrecieron los actores junto al director y el productor, Joel Silver (que también lo fue de Arma letal).
Muy distendidos, Crowe y Gosling no dejaron de bromear entre ellos y con los periodistas, dejando a Black la responsabilidad de dar las respuestas serias.
Quedó claro que el director dio a sus actores gran libertad para que hicieran aportaciones a sus personajes, lo que permitió un buen número de situaciones no previstas que al final aparecieron en la película.
«Para Shane, el guion es solo un mapa, pero no necesariamente de todo lo que quiere. Él tiene la capacidad de entender que comprendemos a los personajes y lo que quiere contar. Es muy entusiasta al dejarnos explorar», dijo el neozelandés Crowe en una de las escasas ocasiones en que consiguió hablar en serio.
Gosling se declaró un gran seguidor de las películas escritas por Black en los años ochenta y noventa y se mostró agradecido por haber podido trabajar con un referente «y con la gran historia» que cuenta The nice guys.
La ambientación en el Los Ángeles canalla de los años 70 es para el director el marco perfecto para el filme, ya que, a su juicio, «todavía mantenía esa apariencia de glamour y lujo que lo convertía en un destino para soñadores».
Y Black reveló que el proyecto había sido concebido en un principio para la televisión, pero «afortunadamente» consiguió poner en pie la película, que se beneficia en gran medida del trabajo de sus intérpretes.