Mario Bergoglio, el papa Francisco, es una figura polémica. Siendo la máxima autoridad de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, tanto fieles como creyentes de otras religiones y hasta los más ásperos ateos no esperan mensajes infalibles, pero sí enmarcados en los preceptos religiosos y doctrinarios cristianos. Como jefe de un pequeño Estado con millones de feligreses dispersos por el mundo, y ante la inminente celebración del COP28, Francisco emitió el 4 de octubre la exhortación apostólica Alabemos a Dios (Laudate Deum) para actualizar su visión climática y poner al día su encíclica Alabado seas (Laudato Si) promulgada en la Solemnidad de Pentecostés de 2015.
Como ocurre desde que se dejó sin efecto el dogma de la infalibilidad papal en asuntos terrenales, las críticas surgieron de inmediato. La actualización de la visión climática del papa Francisco, recogido en la carta Laudate Deum (Alabemos a Dios), ha recibido duros cuestionamientos en cuanto a su desapego doctrinal y en tanto su imprecisión científica. Dicen que aborda lo relacionado con el entorno existencial, la naturaleza, no siempre de manera acertada, al tiempo que «desatiende la doctrina religiosa y el magisterio. Asimismo, muestran su estupefacción ante un texto plagado de errores científicos y técnicos, que catalogan «de pronunciamiento político en respaldo del ala «progre» de la ONU».
No menciona a Dios ni a Cristo
Los críticos no perdonan que Francisco en su exhortación climática haya dejado de lado nada menos que al mismísimo Dios. En el extenso documento de 6 capítulos y 73 parágrafos apenas lo menciona 7 veces. “Y las escasas 5 citas bíblicas parecen introducidas con calzador”, apunta Fernando del Pino Calvo-Sotelo, miembro de la junta directiva de la Asociación Madrileña de la Empresa Familiar (AMEF).
Deshuesando aún más el documento, Calvo-Sotelo encontró que no hay citas de magisterio precedente. De las 44 citas a pie de página, 27 corresponden al papa Francisco “citándose a sí mismo”, 9 a fuentes científicas, “casi todas de la agencia climática de la ONU (IPCC)” y una referencia a un discurso de Pablo VI “sacado de contexto”. “De hecho, podría decirse que se trata de una exhortación política más que apostólica, con un lenguaje más próximo a un informe de la ONU que a un documento magisterial de la Iglesia”, apunta.
El planteamiento científico del documento papal se lleva la peor parte. Lo demuelen punto por punto, y proclaman que el documento de carece de rigor técnico, toma partido en controversias científicas, da demasiada credibilidad a los argumentos de la agencia climática de la ONU, y asume un tono alarmista y catastrófico.
Calvo-Sotelo destaca, por ejemplo, que en la primera parte de la exhortación inserta un elevado número de rotundas afirmaciones asumiendo un grado de certeza que no tienen ni los propios científicos. Como cuando afirma que “sabemos” que cada vez que aumente la temperatura en 0,5 °C aumentarán ciertos fenómenos extremos. “Da categoría de certeza a meras predicciones de modelos de ordenador que tienen un pobre historial de predicción y no están soportadas por la evidencia empírica”, argumenta y añade que la afirmación del pontífice se basa casi exclusivamente en el IPCC de la ONU, “una de las mayores fuentes de desinformación” de la “pseudociencia” del cambio climático. Apunta Calvo-Sotelo que los informes del IPCC han sido cuestionados por el premio Nobel de Física del 2022, John Clauser.
Daño reputacional
Fernando del Pino Calvo-Sotelo no es el único cuestionador del pontífice, José-Ramón Ferrandis, licenciado en Ciencias Políticas y en Economía, rebate por imprecisos o totalmente falsos 12 puntos de la exhortación Laudate Deum. Afirma que Francisco debe tratar asuntos de fe y de moral, y no ámbitos que no le son propios. “Al utilizar su púlpito universal equivocándose técnicamente de manera tan evidente y hasta grosera inflige a la Iglesia un gran daño reputacional”, puntualiza.
Ferrandis indica que el papa yerra cuando afirma que “es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas”. El politólogo dice que las variaciones de temperatura siempre han ocurrido y no generarán efectos negativos en un plazo que le permita verlo. “Y los ámbitos y sectores que menciona no tienen nada que ver”, añade.
Ferrandi también encuentra errores que le parecen especialmente imperdonables, como cuando se califica al CO2 como un contaminante, siendo un gas de efecto invernadero, y cuando afirma que las erupciones volcánicas contribuyen al calentamiento global (más bien lo enfrían) y que los maremotos son producto del cambio climático (los producen los movimientos tectónicos).
Debilidad del consenso científico
El Laudate Deum da por sentada la “crisis climática” que rebaten más de 1.800 científicos (entre ellos dos premios Nobel de Física) en la Declaración del Clima Mundial, un documento que niegan la existencia de una emergencia climática y considera evidente injerencia de la política en la ciencia del clima. Estos 1.800 científicos reconocen las enormes limitaciones de los modelos en los que se basan las predicciones climáticas.
Los cuestionadores de la exhortación apostólica de Francisco contrastan la abrumadora mayoría de científicos que rechazan la crisis climática con el «ínfimo porcentaje de ellos que intenta negar esta evidencia». «El argumento del consenso del papa en materia científica vale tanto como su criterio de en materia climática», continúa Ferrandis.
Los críticos también echan en falta el tradicional rigor y serenidad del magisterio papal y critican su «lenguaje alarmista y sensacionalista», como la expresiones «el mundo se va desmoronando”, “punto de quiebre”. Argumentan que muchos científicos reconocen que el punto de no retorno (tipping point) es meramente especulativo y que se trata de un arma propagandística destinada a generar un sentimiento de urgencia en la toma de medidas políticas. «El punto ‘de no retorno’ lo han ido postergando» , indican con ironía.
Sesgo político, poco cristiano y poco humano
Si los aspectos técnico-científicos son ferozmente atacados por los críticos, el planteamiento político del Laudate Deum es demolido porque acusa a los países ricos de ser los culpables de la «crisis climática». «Francisco critica el paradigma de las élites autocráticas, pero respalda la agenda climática que impulsan esas mismas élites desde la ONU y los grupos globalistas de Davos. Tampoco menciona los intereses económicos detrás de la agenda verde. En los primeros 6 meses de 2023 se han superado los 360.000 millones de dólares en inversiones en energías renovables que dependen del mantenimiento del alarmismo climático», alegan.
A Fernando del Pino Calvo-Sotelo también les sorprende su justificación de los grupos ecologistas radicalizados y su insistencia en la creación de “organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad real”, lo que supondría la génesis de un gobierno mundial no muy distinto del promovido por las “élites del poder” de la ONU y Davos. También le recriminan a Francisco su propuesta de que la cumbre del clima COP28 “sea histórica, con formas vinculantes de transición energética que sean eficientes, obligatorias y se puedan monitorear”. Le dicen que “las energías renovables jamás podrán ser eficientes, por las leyes inexorables de la física, y que su obligatoriedad y su recomendado carácter drástico garantizan una pérdida de libertad y un desastre económico”.
Calvo-Sotelo considera una contradicción que en una iglesia cuya doctrina tiene su base en el ser humano como la creación más preciada de Dios, el Laudate Deum lo califique como “seres altamente peligrosos”. Pero el hombre no es una criatura más -argumenta- sino la “única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo”,y la exhortación pueda generar confusión sobre el papel relativo del ser humano cuando el papa afirma que «las demás criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimas”.
Francisco expuso que abordaba la situación del cambio climático porque “un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo» y les recuerda a los católicos que a la luz de la fe existe la responsabilidad del cuidado de la creación de Dios y que esto implica el respeto de las leyes de la naturaleza, el reconocimiento de la belleza y la riqueza de la creación divina. Finalmente invita «a la reconciliación con el mundo que nos alberga»
Calvo-Sotelo sentencia que lo más preocupante es una afirmación del pontífice que deja más interrogantes que certezas: “La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano, pero hoy nos vemos obligados a reconocer que solo es posible sostener un antropocentrismo situado”(¿?). Agrega que la puesta al día de Francisco en asuntos climáticos incluye una cita del libro en el cual Donna Haraway se burla del Génesis, habla sin respeto de Dios y critica la “excepcionalidad humana” propuesta por el “monoteísmo judío y cristiano”.
En un mundo carente de Dios y saturado de propaganda climática, los críticos del Laudate Deum se preguntan ¿qué palabra da la Iglesia distinta de la del mundo?, «tampoco hay una sola referencia a la confianza en la Divina Providencia, ni ofrece una luz de esperanza a un mundo cada vez más cubierto por las tinieblas”.