Los pronósticos son nada halagadores. Todo apunta a que la próxima pandemia será por depresión. Numerosas voces alertan desde Estados Unidos y España que la pandemia de la COVID-19 pasará una factura alta a la salud mental de los ciudadanos. La crisis sanitaria por salud mental es inminente.
Ahora las advertencias no son mensajes sensacionalistas que tomen a la ligera. Los expertos en salud mental hacen las advertencias para que los gobiernos se preparen. No vaya a ser que otra vez los sistemas sanitarios pequen de desprevenidos y despistados ante las claras señales de depresión, ansiedad, angustia, abuso de drogas y abuso del alcohol que la población manifiesta.
Crisis sanitaria por salud mental
Lorna Breen era una doctora que atendía pacientes con COVID-19 en la sala de emergencias del Hospital Presbiteriano Allen de Nueva York. Se contagió con el SARS-CoV-2. Se suicidó.
Los familiares de la doctora Breen confesaron en una entrevista que creían que Lorna se había suicidado, porque la atormentaba el hecho de no poder ayudar a más personas. En algún momento Lorna comparó la sala de emergencias con el Armagedon, llena de gente esperando ser admitida, la escasez de oxígeno, la muerte… Repetía que no se podía continuar a ese ritmo.
En España, sucede otro tanto, un médico de un conocido hospital de Madrid llegó a firmar diez defunciones en un día. Para muestra un botón, el hospital que se montó en IFEMA es producto del colapso que sufre el sistema sanitario nacional por la inmensa cantidad de contagiados con la COVID-19.
Un colapso que como una onda expansiva alcanzará la salud mental y emocional de las personas. Los expertos advierten que se está al borde de una nueva crisis sanitaria por salud mental: depresión, abuso de sustancias, trastorno de estrés postraumático y suicidio.
Aumento del 1.000% por angustia emocional
En Estados Unidos la Kaiser Family Foundation hizo una encuesta del 25 al 30 de marzo y encontró que el 45% de los adultos encuestados afirmaban que la pandemia de la COVID-19 había afectado su salud mental.
También una línea directa de emergencia federal para atender a personas con angustia emocional registró un aumento de más del 1.000% de las llamadas en comparación con el mismo período el año pasado. Una compañía de terapia en línea, Talkspace, reportaba un 65% en el aumento de los clientes a mediados de febrero.
Andoni Aseán, presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, dice sin cortapisas: «La pandemia del futuro se llama depresión». Un pronostico que preocupa mucho. La depresión es la causa de un 60% de los suicidios en España. De hecho, durante los últimos doce años es la primera causa de muerte no natural en el país.
Confinamiento y debacle económica
El confinamiento, el distanciamiento social, el derrumbe de la economía son factores que producen una ansiedad difícil de manejar. Y luego de la ansiedad viene la depresión.
Un estudio de 2011 que relaciona la salud mental con la crisis económica de 2008-2009 señalaba que la recesión tendría efectos a largo plazo sobre la salud mental de la población.
Otro tanto sucederá con la pandemia de la COVID-19. En Estados Unidos ya se han generado modelos de simulación -basados en datos de desastres naturales, ataques terroristas y recesiones económicas- que muestran un probable aumento en la tasa de suicidios, muertes por sobredosis y trastornos por el consumo de drogas.
Las consecuencias son un arma de doble filo. Por un lado, tienen un impacto en la economía, ya que los trabajadores bajo la presión del estrés y la ansiedad se debilitan y demandan una mayor respuesta de los sistemas sanitarios. Y por otro lado, la depresión amplifica los síntomas de enfermedades crónicas y causan una mayor disfunción inmunológica.
Aún hay tiempo
Diariamente, se registra el número de contagios y muertos por la COVID-19, pero poco se sabe o se ve sobre los efectos «invisibles» de la enfermedad, sobre la onda huella psicológica que los efectos de la pandemia tienen sobre la salud mental y emocional . Desde el punto de vista de los expertos en psicología aún se está a tiempo de atajar el golpe y el impacto que puede tener.
Sucumbir a los efectos emocionales de la pandemia, seguramente no es nada fácil. Sobre todo para aquellas personas que día a día trabajan sin descanso desde que se decretó el estado de alerta y el confinamiento: trabajadores sanitarios, repartidores, trabajadores en los supermercados, cuidadores en las residencias de ancianos, los que limpian y desinfectan las calles… ¿Quiénes cuidan a quienes cuidan de los demás?
Por lo pronto hay un sitio web para todos los que quieran ser escuchados y que quieran ser contenidos: Mediahoracontigo. Los psicólogos recalcan que lo más importante es no callar. Compartir las penas, los miedos y las preocupaciones puede tener un efecto liberador y terapéutico. Sin embargo, esto no libera a los gobiernos, principalmente, de prepararse para una crisis sanitaria por salud mental.
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