Solo la empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company produce el 90% de los chips informáticos más avanzados del mundo
Taiwán es foco de gran preocupación en el sector tecnológico global por una crisis energética que podría precipitarse. En los últimos siete años reporta tres grandes cortes de energía y, recientemente muchas interrupciones del servicio. La nación insular alberga solo el 0,3% de la población mundial, pero posee cerca del 18% de la capacidad global de fabricación de semiconductores y, asombrosamente 92% de la capacidad de fabricación de chips informáticos más avanzados del mundo.
Datos de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos advierten el alto grado de vulnerabilidad del país asiático a cualquier perturbación en la cadena de suministro de superconductores taiwaneses. En un informe señala que «cualquier interrupción -climática, escasez de agua o electricidad o conflictos internacionales- en la fabricación de semiconductores tendría grandes impactos en el suministro global de semiconductores”.
En Taipei, la capital de Taiwán, está estratégicamente ubicado cerca de las mejores universidades de la isla, el Parque Científico Hsinchu. Famoso como la incubadora de las empresas tecnológicas más exitosas de ese país.
Los parques científicos de Taiwán albergan más de 1.100 empresas, emplean a 321.000 personas y generan 127.000 millones de dólares en ingresos anuales. En el camino, el Instituto de Investigación de Tecnología Industrial del Parque Científico de Hsinchu ha dado origen a nuevas empresas que se han convertido en líderes mundiales. Una de ellas, la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, produce al menos el 90% de los chips informáticos más avanzados del mundo.
Crisis energética en Taiwán puede derivar otras crisis
A medida que amanece la era de la inteligencia artificial ávida de energía, Taiwán se enfrenta a una crisis energética multifacética: depende en gran medida de los combustibles fósiles importados. Tiene objetivos ambiciosos de energía limpia que no está cumpliendo. Y apenas puede satisfacer la demanda actual de electricidad. Los críticos del gobierno dicen que abordar este problema es cada vez más urgente, reseña 360 Medio Ambiente de Yale. Además, está la amenaza inminente de un bloqueo marítimo por parte de China, su vecino.
«Las preocupaciones sobre posible escasez de energía y el deterioro de la calidad y confiabilidad de la energía podrían representar riesgos operativos para la industria de semiconductores», señaló Chen Jong-Shun del Instituto Chung-Hua de Investigación Económica.
Los más de 23 millones de habitantes de Taiwán consumen casi tanta energía per cápita como los estadounidenses. Pero la mayor parte de ese consumo, cerca del 56%, se destina al sector industrial de Taiwán para empresas como TSMC que, por sí sola, utiliza alrededor del 9% del total.
Una estimación de Greenpeace sugiere que para 2030 la industria de fabricación de semiconductores de Taiwán consumirá el doble de electricidad que toda Nueva Zelanda en 2021. La mayor parte de esa enorme demanda de energía, alrededor del 82%, sugiere la organización ambientalista, provendrá de TSMC.
El gobierno de Taiwán confía en el éxito continuo de su sector tecnológico y quiere que la isla sea líder en inteligencia artificial. Pero se espera que sólo un pequeño centro de datos, el de Vantage de 16 MW en Taipei, requiera tanta energía como unos 13.000 hogares.
Apagones, dependencia al petróleo y tareas pendientes
Nicholas Chen, un abogado que analiza las políticas climáticas y energéticas de Taiwán, advierte que el país tiene todos los ingredientes para una crisis energética. Al sumarse los compromisos del país con la transición a la energía limpia y su posición en las cadenas de suministro globales como socio clave de multinacionales que se han comprometido a cumplir plazos netos cero. Junto con el crecimiento explosivo de la demanda, cita la publicación de la Escuela de Medio Ambiente de Yale.
El dilema energético de Taiwán es una combinación de retos políticos, climáticos y de seguridad nacional. La isla depende de la importación de combustibles fósiles para alrededor del 90% de su energía vive bajo la creciente amenaza de bloqueo, cuarentena o invasión por parte de China. Además, por razones políticas, el gobierno se ha comprometido a cerrar su sector nuclear para 2025.
Excluido por la insistencia de China de ser miembro de las Naciones Unidas, Taiwán afirma su presencia al margen y se adopta a los objetivos del Acuerdo de París. Sus principales empresas, incluida TSMC, se han adherido a RE100, una iniciativa corporativa de energías renovables, y se han comprometido a lograr una producción neta cero. Pero ahora hay una gran distancia entre las aspiraciones y los resultados.
Angelica Oung, periodista y fundadora de Clean Energy Transition Alliance, una organización sin ánimo de lucro que aboga por una rápida transición energética, lleva años estudiando el sector energético de Taiwán. Describió dos grandes apagones: uno en 2021 que afectó a TSMC y a 6,2 millones de hogares durante cinco horas. Y otro en 2022 que afectó a 5,5 millones de hogares. Es una señal, dice, de un sistema energético que se acerca peligrosamente al límite.
Fragilidad del sector eléctrico
Nicholas Chen sostiene que el gobierno no da abasto ni siquiera con la demanda existente y, según sus cálculos son más los blackout. “En los últimos ocho años ha habido cuatro grandes apagones”, precisó, y “las caídas de tensión son habituales en Taiwán, a un paso de la crisis energética”.
El margen operativo de la red -el amortiguador entre oferta y demanda- debería ser del 25% en un sistema seguro. En Taiwán, explicó Oung, ha habido varias ocasiones este año en que el margen se redujo al 5%. “Esto demuestra que el sistema es frágil”, comentó.
La actual combinación energética de Taiwán ilustra la magnitud del reto: El año pasado, el sector eléctrico de Taiwán dependía en un 83% de los combustibles fósiles. El carbón representaba alrededor del 42% de la generación; el gas natural, el 40%; y el petróleo, el 1%. La energía nuclear aportó el 6%, y la solar, eólica, hidráulica y de biomasa juntas, casi el 10%, según el Ministerio de Asuntos Económicos.
Los combustibles fósiles de Taiwán se importan por mar, lo que deja a la isla a merced tanto de las fluctuaciones de los precios internacionales como del posible bloqueo de China. El gobierno ha intentado proteger a los consumidores de la subida de los precios mundiales. Pero eso ha provocado una creciente deuda de la Compañía de Electricidad de Taiwán (Taipower), el proveedor nacional.
En caso de bloqueo naval por parte de China, Taiwán podría contar con unas seis semanas de reservas de carbón, pero no mucho más de una semana de gas natural licuado (GNL). Dado que el GNL suministra más de un tercio de la electricidad generada, las consecuencias serían graves.
Taiwán y sus potencialidades que hay que cuidar
El subdirector general de la administración de energía de Taiwán, Stephen Wu, reconoció que Taiwán está llegando a los límites de su suministro actual. Y que los nuevos participantes en los parques científicos y tecnológicos taiwaneses tienen que examinar cuidadosamente sus necesidades energéticas. Pero se mostró optimista sobre la capacidad del país para sostener el desarrollo de la inteligencia artificial.
Sin embargo, los críticos con la política energética del Gobierno no están tranquilos. Chen tiene un mensaje alarmante: Si Taiwán no acelera radicalmente su desarrollo de energías limpias, advierte, las empresas se verán obligadas a abandonar la isla. Buscarán entornos operativos con cero emisiones de carbono para cumplir los requisitos de cero emisiones netas de socios como Amazon, Meta y Google. Y para evitar barreras comerciales basadas en el carbono, como el Mecanismo de Ajuste de las Fronteras de Carbono de la Unión Europea.
A los complejos desafíos de Taiwán hay que añadir otra cuestión de seguridad. Las circunstancias de la isla son únicas: es una democracia funcional, una potencia tecnológica y un país independiente de facto que China considera una provincia separatista que debe recuperarse (si es necesario, por la fuerza).
El hecho de que su industria tecnológica sea esencial para la producción global de todo, desde vehículos eléctricos hasta misiles balísticos, cuenta como una ventaja de seguridad para Taiwán en su enfrentamiento cada vez más tenso con China.
No interesa a China ni a EE UU que los fabricantes de semiconductores sufran daños o sean destruidos. Estas empresas, en la jerga de seguridad, son denominadas colectivamente el “escudo de silicio” de Taiwán. Un escudo que el gobierno desea mantener. El hecho de que el sector dependa de la seguridad energética de Taiwán hace que la búsqueda de una solución sea aún más urgente.