Por Antonio Sánchez Solís | Efe
09/05/2016
La presión bajo la que están los dos grandes partidos de Austria, el socialdemócrata y el popular, por el auge de la ultraderecha nacionalista se ha cobrado su primera víctima con la dimisión del jefe de Gobierno, el progresista Werner Faymann.
«Este partido necesita un canciller que tenga a todo el partido detrás. El Gobierno necesita un nuevo comienzo con fuerza. Quien no tiene ese respaldo, no puede desarrollar esa tarea», anunció inesperadamente el socialdemócrata tras una reunión de su formación.
Faymann aseguró que tener el apoyo de la «mayoría» del partido no era suficiente y que, sin un respaldo total, no se pueden afrontar retos como la lucha contra el desempleo o la crisis de refugiados.
Considerado un político astuto y con instinto de supervivencia, Faymann ha gobernado ininterrumpidamente siete años y medio, más que ningún otro líder actual de la UE, con excepción de la canciller de Alemania, Angela Merkel.
Y eso pese a que su partido no ha dejado de perder apoyo electoral, desde el 29,3% cuando lideró por primera vez la lista electoral en 2008, hasta el 22% que le dan las últimas encuestas.
Hace diez años, el Sozialdemokratische Partei Österreichs (SPÖ) aún tenía el 35%. En 2006, la Gran Coalición que forma con el Partido Popular, tenía aún el apoyo de siete de cada diez votantes.
Faymann no ha podido sobrevivir ahora al malestar en su partido, manifestado desde distintos frentes y por distintos motivos.
Hace dos semanas, el triunfo con el 35% de los votos del candidato del ultranacionalista y xenófobo FPÖ en la primera vuelta de las elecciones presidenciales sacudió la política austríaca y disparó todas las alarmas de los dos grandes partidos, cuyos candidatos se hundieron hasta el 11%.
El FPÖ, que según las encuestas supera ya a socialistas y populares en intención de voto, se ha beneficiado de la errática política del Gobierno ante la llegada de miles de refugiados desde el pasado otoño.
Si el canciller se alineó en un principio con Merkel en un frente humanitario de puertas abiertas, la noción de que esa política no es bien vista por muchos austríacos hizo que el Gobierno haya ido derivando hacia posturas más duras, con controles fronterizos y restrictivas leyes de asilo.
Los sectores más a la izquierda de la socialdemocracia han criticado esa deriva derechista que, sin embargo, no ha bastado para frenar el ascenso del FPÖ.
Un ascenso cimentado en un malestar popular difícil de concretar, ya que el país capeó bien la crisis económica y, pese al aumento del desempleo y un menor crecimiento, sigue presentando sólidas cifras económicas y de bienestar social.
Sí es patente el hartazgo ante la fórmula de Gran Coalición, en el poder durante 42 de los 71 años de la Segunda República austríaca, y en la que las diferencias entre las dos formaciones bloquea grandes reformas, como la educación o la administración.
El imparable crecimiento del FPÖ ha hecho que muchos barones del partido cuestionen la postura de Faymann de negarse a cualquier posible pacto de Gobierno con ese partido.
El pasado año, la dirección del partido en la región de Burgerland ignoró esa doctrina y formó Gobierno con el FPÖ.
Con Faymann fuera de juego, el partido ha aprobado este lunes un calendario para designar hasta el martes que viene a su sustituto, que será elegido oficialmente en un congreso del partido el 25 de junio. En ese proceso, se fijarán también los criterios para futuros pactos de Gobierno.
El nombre que más suena para sustituir a Faymann es el de Christian Kern, actual responsable de la empresa estatal de ferrocarriles, y del que se considera podría traer aires nuevos al partido y actuar de puente entre el ala más izquierdista y el sector más economicista.
El Partido Popular, que gobierna con el SPÖ ininterrumpidamente desde 2007, se ha apresurado a asegurar que no hay motivo para adelantar las elecciones, previstas para 2018, y que lo importante es la estabilidad y que la Gran Coalición debe seguir funcionando. Eso sí, con más atención a la economía, menos burocracia y la misma mano dura con la inmigración.
«No se trata ahora de celebrar nuevas elecciones», ha dicho Reinhold Mitterlehner, jefe del PP austríaco, vicecanciller y, a partir de hoy, jefe del Gobierno en funciones hasta que los socialdemócratas decidan quién es el sustituto de Faymann.
Quien sí ha insistido en pedir elecciones anticipadas es el FPÖ, que ha afirmado que no importa quién sustituya a Faymann.
«Una decoración nueva del escaparate no cambia nada una oferta deficiente», manifestó su líder, Heinz-Christian Strache.
El próximo 22 de mayo se celebra la vuelta definitiva de las elecciones a presidente, un cargo protocolario pero con capacidad de influir en el Gobierno, a las que el candidato del FPÖ, Norbert Hofer, llega con muchas posibilidades de éxito.