El gobierno de Boris Johnson intentó sin éxito tranquilizar los ánimos de la población ante la escasez de gasolina y consecuentes fallos en la cadena de suministros, especialmente de alimentos. En las últimas horas se han observado largas colas en las estaciones de servicio del Reino Unido que cuentan con combustibles. Mientras otras muchas, permanecen temporalmente cerradas.
La crisis de combustible tiene un antecedente, igualmente volátil y que produce agitación en la sociedad, como es la falta de conductores de transporte pesado. Este déficit de mano de obra especializada obedece, por un lado a las secuelas de la pandemia. Y por el otro, al Brexit.
La Asociación de Transportes RHA (Road Haulage Association) considera que el Reino Unido necesita unos 100.000 chóferes de camiones adicionales. Una carencia que ha creado crecientes problemas de aprovisionamiento en las últimas semanas, incluido en los supermercados.
La pandemia ha obligado al cierre durante meses de centros de formación de conductores. Por tanto, es la «principal causa», de la situación que afecta también a otros países, dijo el ministro de Transportes, Grant Shapps. A esto se añade que es un «trabajo difícil y mal pagado».
Adicionalmente, el Brexit dificulta la llegada de conductores procedentes de la Unión Europea, debido a los trámites de inmigración mucho más complejos. Esta dual situación salpicó directamente a otras actividades vitales, como son el suministro de combustible y de alimentos.
La preocupación de una crisis de combustible surgió después de que las petroleras BP y Esso, propiedad de ExxonMobil, informaran que se vieron forzadas a racionar el suministro de gasolina. Al mismo tiempo, cerrar algunas gasolineras debido a la falta de choferes de camiones cisterna.
Crisis de combustibles en el Reino Unido
La escasez de combustible en el Reino Unido comienza a inquietar a la población. BP anunció que reduciría el reparto de gasolina y diésel, y que varias de sus estaciones estaban cerradas. ExxonMobil refirió que el problema laboral afectó a “un pequeño número” de los establecimientos que opera con la cadena de supermercados Tesco.
Hanna Hofer, directora minorista de BP para Gran Bretaña, comentó que sus reservas están al 66% de lo necesario para operar de forma normal y sus inventarios están «disminuyendo rápidamente». «Las próximas semanas van a ser muy, muy difíciles», advirtió.
Entretanto, la petrolera está entrenando a conductores de camiones propios para intentar estabilizar el suministro, pero está sufriendo muchas bajas también. En la segunda semana del mes incorporó a 10 camioneros nuevos, pero otros 6 abandonaron la petrolera. Su objetivo es intentar cubrir los huecos que tiene en la plantilla para octubre, pero la situación está aún lejos de normalizarse.
Shapps ha pedido a los británicos que no entren en pánico porque las «refinerías tienen una gran cantidad de petróleo». Pero en paralelo, ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que sea el Ejército quien cubra los problemas de abastecimiento si se llega a un escenario peor.
“La escasez de conductores es un problema muy grave que requiere de una acción urgente del gobierno y la industria para resolverse. Sin embargo, instamos a las personas a no hacer compras nerviosas”, dijo Logistics U.K., un organismo comercial.
“La industria logística es fuerte y ha demostrado su capacidad para proveer a tiendas, familias y negocios durante la COVID-19. Así como durante los cierres fronterizos y las primeras etapas del Brexit, y seguirá sirviendo a las necesidades de la nación”, indicó la asociación.
Carestía de alimentos se suma al problema de suministro
A pesar de las perspectivas sobre el control de la situación, las filas de usuarios en las estaciones de servicios eran largas. En las redes sociales se hicieron eco del malestar y se difundieron videos sobre la crisis de combustible en el Reino Unido.
En septiembre de 2000, Gran Bretaña se paralizó casi por completo durante varios días. Después que los camioneros, atónitos con el alza en los precios del combustible en ese momento, comenzaron a bloquear refinerías, lo que provocó que los conductores abarrotaran las gasolineras.
Esta falta de suministro se suma a la larga lista de problemas que está viviendo el mercado británico en las últimas semanas. Entre otros, hay escasez de ciertos tipos de alimentos, algunos tipos de carne o verduras.
También de químicos para tratar aguas residuales y de CO2 para refrescos o carne empaquetada. Además, el fuerte aumento de los precios de la electricidad ha llevado a la quiebra a varias empresas de suministros Afectando a 1,5 millones de hogares que se han cambiado de compañía.
Algunos analistas se preguntan si Gobierno de Boris Johnson se está preparando para un posible «Invierno del descontento», ese fue el nombre que recibió la crisis desatada durante la estación en 1978-1979.
En aquel trimestre, una oleada de huelgas por la elevada inflación paralizó la economía del país, hubo protestas en las calles. Además se racionó el combustible, con una «semana de tres días» ante la incapacidad de mantener en marcha las fábricas. Esta vez las causas serían más bien el Brexit y los efectos de la covid en las cadenas de suministro mundiales. Pero el primer ministro sabe que las culpas recaerían sobre él y eso se mide en términos de popularidad y aceptación de su gobierno,