La crisis del sistema eléctrico en Venezuela lleva una década y ha significado al país pérdidas de más de un trillón de dólares, calculan expertos. Los apagones generales que paralizaron la economía del país en 2019 son prueba de ello.
Se basan en la energía que se deja de producir. Las deficiencias del sistema arrojan una “estrangulación acumulada” de más de 680 TWh (teravatio-hora), que equivalen en potencia a 77.625 MW, para la última década. Cada GWh tiene un valor promedio de 1,6 millones de dólares, afirma el ingeniero José Aguilar, consultor internacional en el tema eléctrico.
Una cantidad que iluminaría la vida de los venezolanos por muchos años.
“Venezuela debía haber sido un país de 220 TWh en 2019, pero cerrará a duras penas por encima de los 80 TWh”, advierte el ingeniero.
Las interrupciones de luz han desconectado al país de las inversiones globales en el sector renovable en América Latina, un retroceso sin precedentes en el uso de energía limpia.
Es altamente probable que algún otro daño que se oculta a la nación uera causado al Sistema Eléctrico de #Venezuela #sinluz por el Megaapagón #22Jul..Por eso sigue mal la recuperación de la carga…
— Jose Aguilar (@SoyJoseAguilar) July 24, 2019
Y nadie puede asegurar en Venezuela que el reciente apagón general ocurrido este lunes 22 de julio, el quinto en apenas cuatro meses, será el último de la secuencia.
Expertos apuestan por recuperar con urgencia la capacidad hidroeléctrica instalada en la que se basa el servicio en Venezuela: el Complejo Hidroeléctrico Simón Bolívar, del Guri, y las plantas Macagua y Caruachi, del Bajo Caroní, al sur del país.
“Hay que sacar de cuidados intensivos al Servicio Eléctrico venezolano y reactivar la economía”, afirma Aguilar. Eso implicaría atacar las deficiencias en todas las áreas de la cadena de valor de la electricidad.
Expresó que “hoy existe casi cuatro veces la capacidad instalada para la demanda actual. Todavía muchos equipos instalados disponen de vida útil suficiente para esta misión de naturaleza crítica inicial”.
Venezuela: el mejor sistema eléctrico
La electricidad en Venezuela se inició con la generación termoeléctrica, en 1888. Y hasta un siglo después el Sistema Eléctrico Venezolano (SEN) fue el más avanzado en toda la región.
Tuvo la mayor capacidad instalada de generación hidroeléctrica y termoeléctrica, y también el mayor consumo per cápita entre todos los países de la región. El 97% del sistema estaba interconectado y 94% de la sociedad venezolana tenía acceso a un servicio eléctrico de alta calidad, señala el ingeniero eléctrico, Miguel Lara.
Cada encendido de luz estaba respaldado por un récord extraordinario, según relata. Los indicadores de interrupciones y de tiempos de respuesta ante averías eran los más bajos. También lo eran los valores de energía no servida (o dejada de suministrar) per cápita.
Además las empresas de servicio eléctrico y de consultoría eléctrica tenían una ingeniería de avanzada. Esto les permitía prestar servicios de asesoría y soporte en la mayoría de los países latinoamericanos.
“Se exportaban partes, piezas y componentes hacia la comunidad andina, Centroamérica y el Caribe”.
Miguel Lara fue gerente de la Oficina de Planificación del Sistema Interconectado (OPSI) y responsable del despacho de electricidad a escala nacional. Coordinaba la operación del SEV y su expansión.
Los despachos constituían una operación confiable, con criterios de seguridad operativa. Representó buena luz para la economía: dar el mejor uso a las fuentes primarias de energía del país minimizó los costos de producción de electricidad.
“Se operaba con una reserva de generación que permitía soportar, en cualquier momento y de manera instantánea, la salida de servicio simultánea. Tanto de la unidad de generación hidroeléctrica de mayor capacidad instalada (660 MW) como de la unidad de generación térmica de mayor capacidad instalada (440 MW)”, afirma Lara.
“Ese esquema de operación y desarrollo del SEV se mantuvo desde 1968 hasta 1998 y permitió que el Servicio alcanzara el nivel de vanguardia entre los países latinoamericanos”.
Así Venezuela se mantuvo con capacidad instalada superior a la demanda. En ese lapso, el suministro del consumo de electricidad del país se mantuvo en un promedio de 60%-80% por hidroelectricidad y 40%-20% por termoelectricidad.
El apagón del SEN
Los expertos sitúan en 2007 el inicio del deterioro del sistema hidroeléctrico venezolano. Ese año se contaba con 16 mil 248 MW instalados. En la actualidad es de 16 mil 905 MW. El servicio se ha venido a menos, a pesar de la inversión.
En lo que va del siglo XXI se han destinado más de 15 millardos de dólares y apenas se han logrado incorporar al SEV 3.017 MW. Un costo de 3 millones dólares por MW, lo que contrasta con el costo de 1,1 millones de dólares, en el siglo XX, según calcula Aguilar.
Fue más la desidia que la desinversión lo que mermó funcionamiento del SEN para los venezolanos.
«Se perdió el rumbo en la presente era política y dándosela de ambientalista, se utilizó un discurso engañoso con la electricidad. Se invirtió la proporción de 80% a 20% la generación térmica dominante en la expansión, sin los combustibles requeridos», destaca el experto.
Resalta la ausencia, insuficiencia e inoportuno mantenimiento generalizado en la infraestructura y sus equipos, como causas del deterioro progresivo del SEN. También la improvisación, la desprofesionalización y canibalización de los equipos. Y suma la opacidad en el uso de los dineros públicos junto con la voraz corrupción.
El régimen de Nicolás Maduro ha atribuido las fallas complejas a «ataques electromagnéticos» desde el exterior.
Ante el nuevo ataque criminal contra la tranquilidad y la Paz de la Patria, el Gobierno Bolivariano y la #FANB se encuentran desplegados atendiendo las necesidades del pueblo. Los hijos e hijas de Bolívar demostraremos una vez más nuestra voluntad inquebrantable. ¡Venceremos! pic.twitter.com/M6SYC0VIEA
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) July 23, 2019
«Esto ha colocado a Venezuela en la era de la des-electrificación con todas las consecuencias de destrucción económica que conlleva», asevera. Y se fundamenta en los motivos que ocasionaron el gran apagón de la década.
¿Oscurana progresiva?
«Antes de marzo 2019, cuando ocurrieron los apagones generales, se lograban prender casi 3 mil MW térmicos; hoy peligrosamente por falta de mantenimiento seguimos perdiendo potencia. Un buen día tal vez llegamos a 1.800 MW», asegura Aguilar.
«El país se ha venido apagando progresivamente debido al creciente deterioro de su infraestructura, por el abuso y el abandono al cual se ha visto sometida», respalda Lara.
Esto explica en su opinión que las principales ciudades venezolanas, como Maracaibo, Valencia, Barquisimeto y Maracay e inclusive Caracas, padezcan con mayor frecuencia interrupciones prolongadas, racionamientos interminables.
Y también que los ciudadanos crean que habrá nuevas interrupciones del SEN: 54% de venezolanos opinaron que podría repetirse un apagón nacional, según una encuesta realizada por el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, en el mes de mayo. Apenas 14% descartó la posibilidad.
Pero Lara indica que los cortes del suministro «no significan que el país se va a quedar totalmente a oscuras». «Lo que sí creo es que cada vez el SEV será más deficitario y habrán más interrupciones y la duración de las mismas será mayor».
Corpoelec causa otro #SinLuz al operar el sistema eléctrico en condiciones de riesgo límites, bajo las cuales contingencias o eventos menores derivan en un #apagón nacional. Toca rezar porque en el reestablecimiento del suministro eléctrico su impericia no ocasione mas daños.
— Miguel Lara Guarenas (@laraguarenas) July 22, 2019
Pionera en energía limpia
Venezuela fue pionera también en el uso de la hidroelectricidad como energía renovable, en América Latina. «Es la más limpia y menos contaminante», señalan los expertos. Y aún tiene un enorme potencial por desarrollar.
“Hay un potencial de aprovechamiento hidroeléctrico muy importante al sur del Orinoco. Por ejemplo, Amazonas representa 7.410 Mw , es decir, 11,35%; Caura-Aro 3.807 Mw – 5,83%; Caroní 27.285 Mw – 41,81%; y el propio río Orinoco 19.500 Mw – 29,88%”, señala el ingeniero hidrometeorólogo Valdemar Andrade, al citar estudios sobre el tema.
También cuenta con gran disponibilidad de combustibles fósiles y gas, así como de cantidades ilimitadas de radiación solar y de viento, por estar Venezuela ubicada en una zona tropical, con una amplia línea costera.
Por estas razones, Venezuela no deberían reportar problemas de suministro ni pérdidas. «Cuenta con una amplia gama de alternativas de generación de energía eléctrica, con costos relativamente bajos. Esto ha planteado un equilibrio proporcional en las fuentes de generación, para que no se aproveche en alto grado la explotación de la energía del río Caroní”, señala el profesor de la Universidad Central.
Las condiciones hidrológicas de Venezuela, la abundancia de ríos y cuencas, facilitó que se adoptara un esquema de generación hidrotérmico. “Fue una política de Estado impulsar el desarrollo de centrales hidroeléctricas».
Y la expansión hidroeléctrica representó mayor ingreso de divisas al país. La reducción de la expansión termoeléctrica permitió exportar el uso de combustibles líquidos. Los costos de operación y mantenimiento de la hidroelectricidad son menores a los de otras tecnologías de renovables.
Venezuela busca vías hacia la luz
«Venezuela es hidroeléctrica y debe retomarse ese rumbo abandonado», dice Aguilar. Otras tecnologías “alternativas”, tendrán que competir y se pueden incorporar en la medida que se retome la planificación ordenada del SEV y colocarse donde así lo indiquen las evaluaciones técnico económicas, plantea el experto.
Una vía que Andrade considera riesgosa. Al aumentar la indisponibilidad del parque de generación termoeléctrico, debido a la falta de combustible, Venezuela se hace dependiente de la generación de la energía hidroeléctrica del Bajo Caroní.
«Lo ideal es que hubiese una proporción en generación hidro y térmica equilibrada. Una cuestión de respaldo y de complementariedad», opina.
Las opciones de energías alternativas, como las eólicas o solares, que se equiparen a las capacidades hidrotérmicas y las requeridas por el SEV, serían más costosas en estos tiempos de crisis en Venezuela.
«Demandarían grandes extensiones de terrenos, permisologías y la construcción de infraestructura de transporte que las conecte al SEV, amén que su baja capacidad de regulación requeriría de un respaldo de generación de otro tipo», refiere Lara.
Los expertos coinciden en que no hay por el momento otra vía que la recuperación de la hidroelectricidad instalada para devolver la luz a Venezuela. «Lo más costoso son las casas de máquinas con sus presas y embalses, y ya están construidos. Es más barato y más rápido recuperar sus turbinas y generadores que ya tiene toda la infraestructura de transporte para entregar la potencia».
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