La crisis climática sigue avanzando y con ella las amenazas. El Patrimonio Mundial de la Humanidad está impactado por la crisis. Se ha incrementado la vulnerabilidad de ecosistemas, regiones y climas, alertó la geógrafa alemana Mechtild Rössler, directora del Centro del Patrimonio Mundial (CPM) de la Unesco.
Son 1.121 lugares con “excepcional valor univeral” que durante los últimos diez años han sufrido los embates del deterioro por factores medioambientales. Algunos son erosión, terremotos, inundaciones, tormentas o grandes incendios como los que ocurrieron en Australia y la Amazonía. Todos y cada han sido agravados por el cambio climático.
Estos desastres, frecuentes, rápidos y progresivos, sumados a la pérdida de biodiversidad mundial, también son indicadores de cómo los seres humanos pueden destruir el planeta Tierra, y a gran velocidad .
Un ataque contra la herencia de las naciones
Para la Unesco, el daño o desaparición de cualquier punto del patrimonio cultural o natural es un «empobrecimiento de la herencia de todas las naciones». No se preserva solo para esta generación, sino que se hace también para las generaciones futuras.
Además, no solo se trata de los espacios naturales o complejos arqueológicos. La preservación del patrimonio incluye también a las poblaciones, cuyas prácticas suponen la transmisión de tradiciones orales, artes, prácticas sociales o celebraciones se ven vulnerados por la crisis climática. En respuesta, la Unesco pide un sueño que inspire la transformación de la sociedad y promueva el desarrollo sostenible.
Información y acciones cruciales
La entidad de que dirige Rössler ejerce como un «campo mundial de observatorio del cambio climático», y cuentan con los instrumentos para medir y monitorizar impactos de forma periódica. Son datos «cruciales» sobre el cambio climático para hacer recomendaciones oportunas, con una guía para la adaptación al cambio climático de los espacios culturales y naturales.
Entre sus responsabilidades figura el despliegue de misiones para salvaguardar el patrimonio. Una es recuperar la vida salvaje que habita en los alrededores del lago Chad, en África Central, cuyo tamaño está disminuyendo debido al cambio climático. También poseen otra iniciativa para construir estrategias de resiliencia en las barreras de coral del archipiélago de Palaos, de Nueva Caledonia o Australia.
Mechtild Rössler asegura que con este carácter icónico del Patrimonio Mundial se puede incrementar la concienciación y la preocupación pública por el medioambiente; además de generar una alerta global. Lugares muy conocidos mundialmente por su nivel turístico, como la ciudadela inca de Machu Picchu, en Perú; el conjunto urbano de la laguna de Venecia, en Italia; el monumento del Taj Mahal, en la India; o la Gran Muralla China están «amenazados por el cambio climático».
Los estragos de la crisis climática mundial
El cambio climático avanza con rapidez y amenaza a todo el mundo. Es un problema global. Ningún rincón está a salvo de las calamidades que va generando.
El aumento de las temperaturas es la causa directa de la degradación ambiental, desastres naturales, condiciones meteorológicas extremas, inseguridad alimentaria e hídrica e incluso la disrupción económica, los conflictos y el terrorismo. Sube el nivel del mar, se derrite el Ártico, mueren los arrecifes de coral, se acidifican los océanos y también arden los bosques. Un problema real y grave, que conduce a la catástrofe si la humanidad no actúa.
Cada año se liberan en la atmósfera millones de toneladas de dióxido de carbono como resultado de la quema de carbón, petróleo y gas. Las emisiones de gases de efecto invernadero las produce la actividad humana y en niveles récord, sin muestras de disminución.
De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, los últimos cuatro años fueron los más cálidos de la historia. El planeta está por encima al menos un centígrado de los niveles preindustriales y cerca de lo que los científicos advierten que sería un «riesgo inaceptable».
Los glaciares y mantos de hielo de las regiones polares y montañosas se están derritiendo más rápido que otras veces en la historia, lo que aumenta el nivel del mar. Y pone en riesgo casi dos tercios de las ciudades del mundo con una población de más de 5 millones de habitantes.
Además, casi 40% de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros de la costa. Si no se toman medidas, comunidades de Nueva York, Shangái, Abu Dhabi, Osaka, Río de Janeiro y muchas otras ciudades terminarán bajo el agua.
El cambio climático y la inseguridad alimentaria
La crisis climática global afecta la seguridad alimentaria e hídrica de todos de los seres vivos. Una consecuencia directa de la degradación del suelo, que a su vez limita la cantidad de carbono que la tierra logra contener. Actualmente, unas 500 millones de personas vive en zonas vulneradas por la erosión; mientras que hasta un 30% de los alimentos se pierden o se desperdician.
Además, el cambio climático limita la disponibilidad y calidad del agua para el consumo humano y la agricultura. En muchas regiones, de hecho, cultivos que durante siglos prosperaron apenas logran sobrevivir. Sin duda, la seguridad alimentaria se vuelva cada vez más precaria.
El camino que se debe seguir
El cambio climático es irrefutable. Innegable. Lo ha demostrado la ciencia; sin embargo, no es demasiado tarde para frenar su avance. Es parte de lo que alerta la Unesco. Se requieren transformaciones fundamentales en el cultivo de los alimentos, el uso de la tierra, el transporte de mercancías y el fomento de las economías.
Las nuevas tecnologías pueden contribuir en la reducción de emisiones netas y crear un mundo mucho más limpio. De hecho, existen soluciones tecnológicas disponibles para más del 70% de las emisiones actuales y en muchos lugares la energía renovable es la fuente de energía más económica. Con soluciones escalables se podrá alcanzar un mundo mucho más limpio y resistente.
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