«Por cielo, mar y tierra se están instalando en Venezuela misiles culturales de inmolación antioccidental. Todo sucede frente a un consejo de seguridad que. con su veto, asegura la somalización del continente americano»
Ni Ernesto “el Che” Guevara tenía que matar a sangre fría al campesino Eutimio Guerra acusado de traidor en la Sierra Maestra ni Mario Terán -soldado Boliviano que le quitó la vida tras su captura en selvas Bolivianas- tenía que ejecutarlo siguiendo órdenes del presidente René Barrientos. Historias minadas de violencia que, a fin de cuentas y al decir de Jules Régis Debray, se las tragó la jungla.
La llegada de la revolución de Fidel de 1959 nació de un incipiente movimiento. El 26 de Julio. La de su derrota en el intento de tomar el cuartel Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. El resto es historia trasnochada. Tanto para no repetirla como para no perecer… por caer fascinados en ella.
Eran muchos y parió el Granma…
Fidel Castro se embarca en un bote de manufactura neoyorquina desde el puerto de Tuxpan, en Veracruz, México, rumbo a playa Las Coloradas, en el este de Cuba. El poeta José Martí había llegado a esas mismas costas 61 años antes (1895). El bote fue comprado por el ex presidente cubano Carlos Prío Socarrás [derrocado por Batista 1952]. Llevaba 82 milicianos, entre ellos Camilo Cienfuegos, Raúl Castro y el Che Guevara. Al desembarcar y tras una larga travesía se ubican en Alegría del Pío, donde tras la batalla quedaron solo 20 hombres vivos. Huyen a Pico Turquino en la Sierra Maestra. Apoyados en propaganda, radio, TV y el New York Times, convierten a Fidel en el Robin Hood latino.
Los americanos sentían que Fulgencio Batista perdía el control y vieron en Fidel “un amigo” a quien podían confiar “la limpieza” de una Cuba, epicentro de sangre autoritaria y mafias americanas. El 1/1/1959 entraron Camilo Cienfuegos y el Che Guevara junto con Eloy Gutiérrez Manoyo [Segundo Frente Nacional del Escambray] triunfales a La Habana. Lo que había comenzado con 82 hombres en un bote a tiro de naufragar paría una revolución que aún no termina. Los ideales de patria, libertad y justicia siguen congelados como la isla…
Entre Eisenhower, Nixon, Nikita y Kennedy
A un año de la toma del poder, Fidel expropia la mayoría de las empresas norteamericanas en Cuba [Shell, Exxon, Texaco]. Washington se aleja de las expectativas amistosas que tenían con el joven revolucionario. La Casa Blanca invita a Fidel a Estados Unidos, pero no lo recibe el presidente Eisenhower. Fidel se reúne con el vicepresidente Nixon, un hombre de visión clara que a los 39 años de edad. Anticipó que Fidel era un antiimperialista ganado al comunismo. Castro lo negaba. Fidel recibió la negativa de Eisenhower de verle, como un desaire. En medio de la cuarentena económica se abre paso con la URSS.
Eisenhower preparó una incursión militar en la isla. Pero esta intervención armada que contaba con más de 1.000 exiliados cubanos, acompañada por apoyo militar estadounidense, se ve truncada cuando las elecciones de 1960 no las gana Nixon sino un joven político demócrata, John F. Kennedy.
Comienza una era de tensiones y bloqueos. Fracasa la incursión armada de Bahía de Cochinos. Castro denuncia intentos de asesinarle y advierte que lo mismo podría pasarle a Kennedy, que lo asesinarían el 22 de noviembre de 1963].
Ernesto «Che” Guevara, ministro de Economía, marcha a Moscú. Celebra aparentes acuerdos comerciales que terminaron siendo un plan de equipamiento de misiles nucleares en la isla en respuesta a la operación Mangosta [nuevo plan de invasión militar de Kennedy]. Más de 300 barcos salieron de Ukrania y cruzaron el mar negro, mediterráneo y océano Atlántico. Llegan a Cuba más de 42.000 soldados rusos. Estados Unidos y el mundo son sorprendidos con el peligro de una guerra nuclear.
Nikita Kruschev envía una oferta en plena crisis de octubre [1962]. Los hermanos Kennedy la aceptan. Desmantelar los misiles a cambio de la promesa de no invadir la isla de Cuba. Fidel se molesta por la actitud «suave” de Kruschev, que califica de afeminada. Pero rápidamente es seducido y condecorado con la medalla de los héroes en Moscú, máxima distinción del pueblo ruso. Fin de su disgusto.
¿Historia repetida? La última utopía
La última utopía. Así la llama Joaquin Villalobos, exjefe guerrillero salvadoreño, quien alerta que a cuenta de la «defensa de Latinoamérica”, con la pandemia podría construirse la “dialéctica perfecta” para justificar conflictos armados en todo el continente [y el mundo]. Como lo hizo Fidel y su «defender a Cuba” que la supo victimizar de bloqueos, exclusiones y bahías de cochinos.
Venezuela ha sido ocupada por los Castro a la vista del mundo. Y la apadrinan Rusia, Irán y otros. Parafraseando al «Che”, van por “crear una, dos, tres Venezuelas». Hoy la Sierra Maestra del proyecto continental del Foro de São Paulo es Miraflores.
Por cielo, mar y tierra se están instalando en Venezuela “misiles culturales” de inmolación antioccidental. Todo sucede frente a un Consejo de Seguridad que, con su veto, asegura la somalización del continente americano.
Como sentenciaba Camilo José Cela: “Hay dos clases de hombres, quienes hacen la historia y quienes la padecen”, por lo que nuestro único deber con la historia es reescribirla… noblemente. Los pueblos y sus líderes no deben morir así. Ello no comporta ningún valor ético en la historia. Han sido malas experiencias que son errores. Evitemos sufrirla [esas historias] por reeditarlas…
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