El responsable de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock, estuvo en Venezuela a finales de año. Al concluir su visita de tres días dijo: “He visto cómo las mujeres, los hombres, los niños y las niñas se enfrentan cada día a retos abrumadores para sobrevivir. Millones de personas no pueden acceder al mínimo de alimentos, agua y atención médica. La situación continúa deteriorándose”.
De noviembre a marzo la situación no ha mejorado. Todo lo contrario. El presidente encargado, Juan Guaidó, reconocido así por más de 50 países, ha hecho un llamamiento en los últimos días a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para que permita el ingreso de la ayuda humanitaria para evitar una catástrofe humanitaria.
Le han acompañado en sus peticiones organizaciones de la sociedad civil, gremios médicos y de enfermería, trabajadores de la salud en general, ONG y la misma Asamblea Nacional. Su grito de ayuda tiene mucho sentido, porque el Estado no cuenta con la capacidad para enfrentar una pandemia.
Los hospitales están al borde del colapso por no decir que ya han colapsado. Presentan fallas de infraestructura, problemas eléctricos y sin servicio de agua continuo. Cada dos de tres hospitales se abastece de camiones cisternas.
Tenemos la responsabilidad de proteger y atender a nuestra gente. Por eso hemos puesto a disposición del país las herramientas que tenemos y articular con el mundo.
Son esenciales la asistencia y la entrada de ayuda humanitaria, y que puedan tener rango de acción en Venezuela. pic.twitter.com/uADku4Cx3V
— Juan Guaidó (@jguaido) March 18, 2020
COVID-19 en un país con hiperinflación
Se ha hecho común en estos centros asistenciales contraer nuevas infecciones ante la imposibilidad de realizar una limpieza y desinfección básica. La escasez de profesionales de la salud que se han marchado del país y la falta de medicamentos han agravado la situación, hasta el punto de que han regresado enfermedades antes prevenibles como el paludismo y la difteria.
A esta realidad sanitaria se le adiciona una inflación, que el año pasado de acuerdo a cifras del Banco Central de Venezuela superó el 9.000%, hay cortes diarios de electricidad, falta el agua, el gas, hay restricciones en la venta de gasolina y el servicio de internet presenta fallas continuas.
“La precariedad de la infraestructura hospitalaria y la debilidad del aparato productivo diezmado después de seis años de recesión han colocado a toda la nación en un estado de extrema vulnerabilidad”, dijo el economista y académico Víctor Álvarez.
En este contexto, Venezuela debe lidiar con el coronavirus COVID-19.
Cifras oficiales de la pandemia… pero no creíbles
Las calles de Caracas y de las ciudades del interior lucen este 19 de marzo desoladas. Las personas tienen prohibido salir a excepción de los trabajadores del servicio sanitario, alimentos, telecomunicaciones y de los organismos de prevención y de seguridad, después de que el régimen decretó el fin de semana un confinamiento colectivo, que «se está cumpliendo en un avance efectivo del 90%», según la vicepresidenta del régimen Delcy Rodríguez.
Hasta la noche del miércoles, 36 personas se han visto afectadas por el coronavirus, sin que en las últimas 24 horas se hayan registrado más casos positivos. En esta «emergencia permanente», como la calificó Maduro, el Ministerio de Salud de Venezuela cuenta con 46 «hospitales centinelas» que señala están dotados con los medios para tratar a los pacientes afectados por el virus. No obstante estas cifras han sido muy criticadas desde distintos sectores, pues ha sido Maduro o su vicepresidenta los encargados de difundirla en cadena nacional y no voceros del sector salud.
Los medios de comunicación están limitados para difundir cifras distintas. La empresa estatal de telecomunicaciones dificulta el acceso a páginas que podrían informar de forma consolidada, oportuna y de manera transparente, la situación del coronavirus en Venezuela.
Por las medidas preventivas hay grandes restricciones viales. Quienes por necesidad salen a las calles deben enfrentar los cierres de las principales avenidas y los accesos a la capital están muy restringidos. Personal militar y de las fuerzas policiales nacionales y municipales velan porque se cumpla el confinamiento. El Metro de Caracas, el principal medio de transporte de la capital, tiene cerrada la mayoría de sus estaciones y el acceso solo está permitido para el personal al que hace mención el decreto de alarma nacional.
Mascarillas improvisadas porque «algo protegen»
Donde se observa mayor cantidad de personas es en los mercados municipales, cadenas de supermercados, farmacias y panaderías que permanecen abiertos. Los restaurantes solo venden comidas para llevar. Y al igual que en otros países, el ingreso debe hacerse con mascarillas, muchas de las cuales han sido improvisadas con pañales de tela, que cortan en trozos, lavan y luego planchan.
«Soy pensionado y mi ingreso mensual apenas supera los tres dólares. Vivo de lo que me envían mis hijos que están en Colombia y Chile. Imposible que pueda comprar una mascarilla que debe cambiarse con frecuencia. Además no se consiguen. Esta por lo menos en algo me protege», dijo José Rodríguez a las puertas del Mercado de Quinta Crespo, en el centro de Caracas.
En los establecimientos los efectivos militares están muy pendientes de que la distancia entre los clientes sea de al menos de un metro. No en todos untan las manos de las personas con antibacterial.
El trabajo a distancia que se ha hecho tan común en otros países ha sido activamente promovido por las autoridades administrativas, aunque lamentablemente las personas tienen que soportar las fallas de Internet y de las redes móviles de las operadoras telefónicas. Hoy gran parte del sureste de Caracas tiene caído el servicio.
Ante la coyuntura por el coronavirus COVID-19, los centros educativos a todos los niveles cerraron, aunque desde el Gobierno central no se ha activado todavía ningún mecanismo para canalizar las clases a distancia. Tampoco los canales de televisión han cambiado su programación para acercarse más a los niños con espacios educativos.
Desde todos los sectores el llamado es a permanecer en casa.
Venezuela: un país en crisis sin medidas económicas
Mientras en el mundo los gobiernos han tomado medidas económicas para enfrentar la pandemia, en Venezuela el sector empresarial y los trabajadores están a la expectativa ante posibles anuncios. Hasta ahora lo más cercano han sido las declaraciones de Maduro sobre el despliegue de los comités de alimentación para cubrir las necesidades de siete millones de familias.
También dijo que se activarán dos bonos, uno correspondiente al mes de marzo y otro para apoyar a las familias ante el COVID-19, todo a través del carnet de la Patria, un instrumento de control social que beneficia a un sector del país. Asimismo se ofreció a pagar las nóminas de la pequeña y mediana industria en el país.
El economista y profesor universitario, Jesús Casique, señaló que el régimen debe flexibilizar el encaje legal de la banca de un 100%, prorrogar la declaración del Impuesto Sobre la Renta (que debe hacerse este mes) y suspender los anticipos de IVA, con el fin de que se pueda generar flujo de caja en las empresas y puedan cumplir sus obligaciones laborales.
Entretanto, el experto petrolero Orlando Ochoa criticó que mientras en otras latitudes se toman medidas para facilitar créditos al sector privado e inyectar liquidez monetaria, en Venezuela se hace todo lo contrario.
En economías del mundo, incluyendo America Latina, se toman medidas para facilitar más créditos al sector privado e inyección de liquidez monetaria, para enfrentar impacto negativo del Corona Virus; en Venezuela el altísimo encaje legal sigue igual, no hay créditos para ayudar
— Orlando Ochoa P. (@OrlandoOchoa) March 18, 2020
“Hasta ahora el enorme sufrimiento del pueblo no movió al régimen de Maduro a buscar una solución política. El coronavirus, la parálisis económica asociada y el colapso del mercado petrolero, lleva a un infierno al país. El tiempo cuenta para millones de venezolanos que no tienen de qué vivir en cuarentena”, dijo.
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