En medio de las crecientes tensiones geopolíticas y los esfuerzos para rastrear el origen del coronavirus causante de la COVID-19, los expertos dicen que se necesita un marco legal internacional que propicie la colaboración para compartir muestras biológicas y datos genéticos durante las pandemias.
Pero hasta ahora, esta crisis está exponiendo brechas legales para compartir muestras de virus y secuenciar datos. Esta realidad podría dificultar las respuestas a emergencias internacionales de salud, según un nuevo artículo en la revista Science.
https://twitter.com/MarkRTurner/status/1261180395535638528
Obstáculos a la vista
«La falta de una obligación legal clara de compartir patógenos o los datos de secuencia genética (DSG) asociados durante una emergencia sanitaria constituye un punto ciego en el derecho y la gobernanza internacional, obstaculizando la respuesta a la pandemia y el progreso científico», destaca el estudio.
Hay un «mosaico de marcos legales, vinculantes y no vinculantes», relacionados con algunos tipos de virus e información, pero no con otros. Esto significa que el acceso a datos valiosos no es una garantía y depende de la colaboración científica internacional, en un mundo cada vez más politizado, pese a la COVID-19.
Las regulaciones sanitarias internacionales de la OMS actualmente requieren que los miembros compartan «información de salud pública» relacionada con posibles brotes internacionales. Pero eso no incluye muestras físicas o datos de secuenciación genética.
El marco de preparación para la influenza pandémica (PIP) describe el acceso no vinculante entre los Estados miembros de la OMS, la industria y otros a muestras físicas de virus de influenza con potencial de pandemia humana.
Los protocolos existentes de la ONU, establecidos para proteger la biodiversidad, brindan a los países la capacidad de determinar quién tiene acceso a los recursos genéticos dentro de sus fronteras y cómo se comparten los beneficios asociados de esos recursos.
En el futuro, los datos de secuenciación genómica pueden no compartirse tan fácilmente, dice Lawrence Gostin, co-autor del estudio y profesor de derecho en la Universidad de Georgetown.
Advierte que los investigadores que usan datos genéticos para sintetizar un virus podrían eludir las reglas que obligan a compartir los beneficios de la investigación. A su vez, harían que otros duden en compartir datos genómicos. Durante una pandemia eso podría ser «catastrófico», escribieron él y sus colegas.
Just published: our new article in @ScienceMagazine.
Globally, scientists have rapidly shared data during the #Covid19 pandemic. But gaps in law reveal potential ongoing & future risks to health with politicizing of sample, info & gene sequence sharing.https://t.co/lOVVcneLyK pic.twitter.com/KjcQJdnTDp
— Dr Alexandra Phelan (@alexandraphelan) May 14, 2020
Claros ejemplos
China publicó la secuencia genética del SARS-CoV-2 en una base de datos pública en enero. Los investigadores de todo el mundo inmediatamente comenzaron a desarrollar pruebas de diagnóstico para el virus y utilizaron la secuencia para crear un clon infeccioso. Pero los esfuerzos para obtener acceso a muestras de virus de China no han sido fructíferos.
Científicos de Australia aislaron las primeras muestras físicas del virus fuera de China a fines de enero de un viajero de Wuhan. Al mismo tiempo, investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos aislaron la primera muestra del país de un paciente en el estado de Washington.
Falta de equidad
También existen barreras arraigadas en la división y la desconfianza entre países basadas en la experiencia pasada de gobiernos, empresas e investigadores.
Hay una «jerarquía histórica» en la que los que tienen la capacidad de extraer, producir y escribir lo han hecho. Mientras, los países de los que provienen parte de la información y los reactivos no han obtenido el beneficio completo, según el estudio.
«Limitar el acceso a estos recursos sobre la base de la soberanía estatal puede ser uno de los pocos puntos de influencia disponibles para los países en desarrollo que esperan negociar un acceso justo y equitativo a los beneficios de la investigación y el desarrollo, como diagnósticos, tratamientos y vacunas», destaca el estudio. Durante el brote de Zika de 2016 en Brasil, las muestras del virus fueron difíciles de sacar del país.
Cooperación internacional
«La situación derivada de la COVID-19 ha demostrado ejemplos positivos de intercambio rápido, pero también ha puesto de manifiesto la realidad de que los países pueden no renunciar fácilmente a la soberanía sobre recursos genéticos patógenos y los DSG asociados», destaca el estudio publicado en la revista Science.
Los autores dicen que sería difícil ajustar los marcos legales. Pero la agitación que está creando la pandemia de la COVID-19 podría facilitar la colaboración internacional, agregan los autores del estudio, los especialistas Michelle Rourke y Mark Eccleston-Turner (Australia), Alexandra Phelan (Reino Unido) y Lawrence Gostin (Estados Unidos).
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