En un primer momento se estableció un metro como la distancia social mínima necesaria para evitar el contagio del virus SARS-CoV-2. Luego se aumentó a dos metros. Esta distancia se hace insuficiente cuando interviene el viento en la ecuación, que en mayor o menor velocidad está presente cuando se camina o se ejercita en la calle.
Una investigación de la Universidad de Nicosia (Chipre), desarrollada por los científicos Talib Dbouk y Dimitris Drikakis, descubrió que apenas una ligera brisa de cuatro kilómetros por hora puede llevar una gota de saliva a unos cinco metros.
Con el empleo de la dinámica computacional de fluidos multifásicos y la transferencia de calor investigaron el transporte, la dispersión y la evaporación de las partículas de saliva que surgen de la tos humana. Se aplicó un proceso de expulsión de gotas de saliva en el aire para imitar la acción real de toser.
In a paper published in Physics of Fluids, Talib Dbouk and Dimitris Drikakis discovered that with even a slight breeze of 4 kph, saliva travels 18 feet in 5 seconds. Read more: https://t.co/aoZwoBlSa0
— AIP Publishing (@AIP_Publishing) May 19, 2020
“Cuando la velocidad del viento era aproximadamente cero, las gotas de saliva no viajaban dos metros, lo cual está dentro de las recomendaciones de distanciamiento social. Sin embargo, a velocidades del viento que varían de cuatro hasta 15 km por hora encontramos que las gotas de saliva pueden viajar hasta seis metros con una disminución en la concentración y el tamaño de las gotas de líquido en la dirección del viento”, reveló el estudio.
Mayor riesgo en los más pequeños
Aunque sostienen que se requiere más investigación para cuantificar la influencia de parámetros como la humedad relativa y la temperatura del medio ambiente, entre otros, los hallazgos indican que las condiciones ambientales pueden hacer insuficiente la distancia social de dos metros.
El análisis implicó ejecutar ecuaciones diferenciales parciales en 1.008 gotas de saliva. Asimismo debieron resolver aproximadamente 3,7 millones de ecuaciones.
“El propósito de la simulación y modelado matemático es tener en cuenta todos los mecanismos reales de acoplamiento o interacción que pueden tener lugar entre el flujo de fluido a granel principal y las gotas de saliva, y entre las gotas de saliva mismas. Cada celda contiene información sobre variables como la presión, la velocidad del fluido, la temperatura, la masa y la posición de la gota, entre otros factores”, indicó Infosalus citando a Dbouk.
La investigación resalta que cuando se tose en forma leve y el aire está a una temperatura de 20 grados centígrados y humedad relativa del 50%, las gotas portadoras de la COVID-19 en la saliva humana pueden viajar a distancias considerables dependiendo de la velocidad del viento.
En el documento que fue publicado este miércoles en la revista Physics of Fluids destacan que la nube de gotas afectará tanto a adultos como a niños de diferentes alturas, pero los más pequeños podrían estar en mayor riesgo si se encuentran dentro de la trayectoria de caída de las gotas. También a una velocidad del viento más baja, “la reducción de masa total ocurre más lentamente en comparación con una velocidad más alta, lo que puede prolongar la exposición de un humano a las gotas si el sujeto se encuentra dentro de la envoltura de la gota”.
Uno detrás de otro multiplica el riesgo
Hace unas semanas, otra investigación, pero en este caso con personas que se ejercitan en la calle corriendo o manejando bici, también determinó el impacto que tiene el viento para dispersar con mayor velocidad las gotículas de saliva o incluso del sudor. Con el empleo de plataformas de simulación, el estudio de las universidades de KU Leuven (Bélgica) y TU Eindhoven (Países Bajos) resaltó que al correr el distanciamiento social debe ir más allá de dos metros.
I just published Belgian-Dutch Study: Why in times of COVID-19 you can not walk/run/bike close to each other. https://t.co/7FRFHW9UvF
— Jurgen Thoelen (@JurgenThoelen) April 8, 2020
Simularon la aparición de partículas de saliva y sudor durante el movimiento y desde tres posiciones: una al lado de otra, diagonalmente una detrás de otra y directamente una detrás de otra.
Si las personas corren una al lado de otra en un ambiente con poco viento, las gotas aterrizan detrás. Cuando se colocan diagonalmente una detrás de otra, el riesgo también es menor para atrapar las gotas del corredor principal. Sin embargo, el riesgo de contaminación se multiplica cuando están uno detrás de otro.
Con base en los resultados, los científicos recomendaron que si las personas caminan en la misma dirección y en una misma línea, la distancia debe ser de al menos 4–5 metros. Si corren o van en bici a baja velocidad debe ser de unos 10 metros.
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