Al gigante Thwaites se le conoce como el ‘Glaciar del Juicio Final’, tal vez, porque en su inmensa dimensión descansa en buena medida la salvación de la capa de hielo de la Antártida Occidental y la estabilidad en el nivel de los mares. Los glaciólogos dicen que el calentamiento global podría colocarlo al borde del colapso total e inundar enormes áreas de tierras costeras bajas en todo el mundo en unas pocas décadas. La necesidad de detener el deshielo de este glaciar agiliza la mente de científicos y, actualmente existe una innovadora propuesta para protegerlo de los peores efectos del cambio climático: erigir una enorme cortina submarina.
Este helado Thwaites, del tamaño de Florida, es también uno de los glaciares más inestables y de más rápido derretimiento del mundo. La preocupación crece por su acelerado comportamiento y lo que eso supone para el planeta. Los expertos saben que su ritmo de pérdida de hielo es terrible, pero recientemente descubrieron que está expuesto a un calentamiento de agua mucho mayor de lo que se creía anteriormente.
En un nuevo estudio, los científicos que utilizaron imágenes satelitales y modelos hidráulicos encontraron que las corrientes de marea cálidas están permeando el enorme bloque de hielo. A profundidades de hasta 5.955 kilómetros, provocando un «derretimiento vigoroso». Inclusive, advierte que tanto el Thwaites como su gemelo más pequeño adyacente, el glaciar Pine Island, pueden estar ya en una espiral mortal.
Otro estudio de modelado refirió que el riesgo de un retroceso imparable del glaciar puede ser exagerado. Pero no hay tiempo que perder.
Evitar el ‘Juicio Final’ del glaciar
El glaciólogo John Moore se alistó e hizo un llamamiento a la acción. Se desempeña como investigador de la Universidad de Laponia, en el norte de Finlandia y espera en dos años, junto a sus colegas en Europa, trabajar en un fiordo noruego. La idea es probar prototipos de una cortina submarina gigante, que podría aislar los dos glaciares de la implacable corriente antártica, reseña un artículo la revista Yale Environment 360.
Moore y su equipo se amparan en diversos cálculos y análisis de expertos. Unos dicen que es demasiado tarde para evitar el colapso del glaciar del Juicio Final y otros que podríamos tenerlo unos 200 años. Entonces el glaciólogo prefiere actuar para adelantarse a los escenarios cualesquiera que estos sean. “Tenemos que estar preparados”, dijo,
Moore y un equipo internacional de investigadores publicaron una “visión de investigación” para la “intervención climática glacial”. Siguieron los talleres celebrados en Stanford y la Universidad de Chicago con colegas glaciólogos. Y advirtieron que si los puntos de inflexión en los dos glaciares se han cruzado o se cruzarán pronto, cualquier cosa que suceda con las emisiones de gases de efecto invernadero en el futuro “tendrá efecto” sobre la preservación de la capa de hielo.
La publicación de la Escuela de Medio Ambiente de Yale señaló que el modelado de la capa de hielo realizado por Kaitlin Naughten del British Antártida Survey arrojó varios resultados. “La oportunidad de preservar la capa de hielo de la Antártida occidental en su estado actual probablemente haya pasado”, concluyó. “Y los responsables de las políticas deberían estar atentos para un aumento de varios metros en el nivel del mar en los próximos siglos”.
¿Una cortina gigante sería suficiente?
¿Qué se puede hacer? La “visión” del mes pasado no abogaba directamente por intervenciones de geoingeniería, sino que pedía que se investigara cuál de ellas podría ser viable. Destacó una propuesta para una serie de cortinas gigantes superpuestas de plástico o fibra atadas a cimientos de concreto. Para mantener a raya la corriente cálida que amenaza al glaciar del Juicio Final la cortina se extendería a lo largo de la entrada al Mar de Amundsen. Y se extendería hacia arriba por gran parte de unos 610 metros desde el fondo del mar hasta la superficie.
Algunos expertos confían en que se pueden construir cortinas submarinas gigantes que resistan las fuerzas que enfrentarán en el océano.
Moore quiere empezar a probar la idea y busca financiación para la investigación. Se espera que los primeros experimentos en un gran tanque de laboratorio comiencen dentro de unas semanas en el Centro para la Reparación del Clima de la Universidad de Cambridge. Su misión es promover “proyectos de reparación del clima que puedan implementarse a escala en los próximos 5 a 10 años”.
Los experimentos del mundo real podrían realizarse rápidamente, afirma Moore. «Dentro de dos años, podríamos estar trabajando en un fiordo del norte de Noruega, probando diferentes diseños en un entorno marino».
Cuenta que «si eso va bien, querríamos ampliar hasta una cortina de hasta un kilómetro de ancho». Esto se probará en los glaciares de Svalbard, el archipiélago ártico noruego que se ha convertido en un centro internacional de investigación polar. «En 10 o 15 años deberíamos tener algo que desplegar en la Antártida», afirmó.
Moore confía en que se puedan construir cortinas tan gigantes para resistir las fuerzas que enfrentarán en el océano. «La instalación parece factible con la tecnología existente», anticipó.
Costos, beneficios y vialidad
Aun así, el despliegue y el mantenimiento serían una tarea enorme en una región ambientalmente hostil a muchos kilómetros de la tierra libre de hielo más cercana en América del Sur. Y los posibles impactos en los ecosistemas marinos locales, tanto de la instalación como de la operación, siguen siendo esencialmente desconocidos, apuntó.
Al principio se podría probar una versión reducida, comentó Michael Wolovick del Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina en Bremerhaven, Alemania. Se podría lograr mucho con una cortina de sólo cinco kilómetros de ancho que se extendiera a lo largo de un “punto de estrangulamiento” frente a la parte más vulnerable del glaciar Thwaiteso o del Juicio Final.
Hugh Hunt, profesor de ingeniería y subdirector del Centro para la Reparación del Clima de Cambridge, tiene otra propuesta. «Buscamos ideas que impliquen menos infraestructura», confió. Lo más prometedor sería sustituir una cortina fabricada por una barrera más natural.
Propone tender una tubería a lo largo del lecho del mar de Amundsen que liberaría un flujo constante de burbujas de aire o agua fría bombeada desde la superficie. «Una barrera de burbujas probablemente no detendría por completo el flujo de agua caliente, pero perturbaría ese flujo. Creando turbulencias que lo obligarían a mezclarse con el agua más fría de arriba».
Moore llama a la barrera de la burbuja un “comodín”. Pero consideró que «es fantástico que lo estén llevando a cabo, porque el beneficio potencial es enorme». Su principal problema en este momento, dijo, es que sigue sin investigarse casi en su totalidad.
Cambio climático en muchas direcciones
Existen otras estrategias de protección del glaciar del Juicio Final que evitan la necesidad de cortinas u otras barreras. Slawek Tulaczyk, glaciólogo de la Universidad de California en Santa Cruz, ha propuesto estabilizar los dos glaciares en peligro drenando el agua de deshielo que actualmente se filtra hasta su base, lubricando los puntos de fijación y acelerando el flujo de los glaciares hacia el mar. Al perforar agujeros en los glaciares e insertar bombas, los ingenieros podrían secar el lubricante y detener ese flujo. Luego, el agua extraída podría rociarse sobre la superficie del glaciar, donde se congelaría, ayudando a reconstruir el glaciar.
¿Son factibles tales ideas? ¿Cuánto costarían y cuál es la ética de todo esto? Moore calcula que la factura probable para erigir una cortina que cruce el mar de Amundsen ascenderá a 80.000 millones de dólares. Eso es mucho dinero. Pero mucho menos, dice, que los billones de dólares que podrían necesitarse para proteger las costas del aumento de las mareas causadas por la pérdida de los dos glaciares.
Otros cuestionan este análisis. «No dudo que podríamos pasar una década construyendo el telón», indicó Twila Moon, glacióloga del Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo de la Universidad de Colorado. “Es una idea atractiva que un gran proyecto pueda marcar la diferencia”.
Pero, en su opinión, las cortinas pueden simplemente desplazar el calor a otra parte, derritiendo otro hielo”. En cualquier caso, asentó, el aumento del nivel del mar continuaría como resultado de factores como el calentamiento térmico de los océanos, el hundimiento de la tierra y los cambios en la circulación oceánica. Así como el derretimiento de otros hielos terrestres, como el de Groenlandia. «Así que la pregunta es si este es el lugar correcto para poner nuestros recursos, incluida la financiación limitada para la investigación».