El año 2021 empezó con la continuidad de la pandemia por la COVID-19, pero bajo otra perspectiva. Surgen por un lado, nuevas cepas y aumentos de contagios y muertes; por el otro, la masificación de las vacunas. También se plantea la inmunidad de rebaño y sus posibles escenarios. Pero, ¿podría el coronavirus degradar su ataque, a veces mortal, a un simple resfriado?
En un nuevo estudio, publicado en la revista Science, científicos de la Universidad Estatal de Pensilvania y de la Universidad de Atlanta, en Estados Unidos, investigaron cómo sería el desarrollo evolutivo del virus.
Jennie Lavine, Ottar Bjornstad y Rustom Antia se preguntaron cómo puede cambiar la gravedad de CoV-2 en los próximos años. Partiendo del estudio de otros coronavirus que han pasado de la cadena animal a la humana, el equipo de estudiosos analiza algunos modelos predictivos que los pueden ayudar a adelantar “los escenarios futuros de la pandemia actual”.
Señalaron que su análisis se focaliza en datos inmunológicos y epidemiológicos sobre coronavirus humanos endémicos (HCoV). «Se muestra que la inmunidad que bloquea la infección disminuye rápidamente, pero la inmunidad que reduce la enfermedad es duradera”, agregan.
La clave en esta evolución será la inmunización de la población de más edad mediante la vacunación. Con el paso de los años, se impondrá la inmunización natural de los bebés que entrarán en contacto con el coronavirus en sus primeros meses sin sufrir una enfermedad seria.
El coronavirus y su conversión a resfriado
El estudio advierte que ese modelo, que incorpora estos componentes de la inmunidad, recapitula tanto la gravedad actual de SARS-CoV-2 como la naturaleza benigna de los HCoV. Sugieren que una vez que se alcanza la fase endémica y la exposición primaria es en la infancia, el coronavirus no sería más virulento que el resfriado común.
Además, sostienen que en el futuro el actual coronavirus no será más peligroso que un resfriado. “A diferencia de las infecciones que son graves en la infancia, la COVID-19 podría unirse a las filas de enfermedades humanas endémicas leves que causan resfriado”, señalan. Aun así, apuntan a que es muy importante reforzar la contención de los contagios durante la campaña de vacunación.
Destacan que hasta llevar a la endemicidad las infecciones primarias por la COVID-19 ocurrirán con frecuencia en personas mayores. Una situación en la que se debe estudiar si “la inmunidad inducida por infección o por la vacunación en la edad adulta es similar a la producida por las infecciones naturales en la niñez”.
En contexto
El informe refiere que en las últimas décadas se han visto múltiples desafíos de infecciones virales agudas, incluidos el SARS, MERS, Hendra, Nipah y Ébola. Afortunadamente, todos fueron contenidos localmente.
Cuando la contención no tiene un éxito inmediato, como es probable que ocurra con el nuevo betacoronavirus SARS CoV-2 (CoV-2). Entonces se debe planificar la transición a la endemicidad y la circulación continua, con posibles cambios en la enfermedad. Debido a la evolución del virus y la acumulación de inmunidad y resistencia del huésped.
CoV-2 es un virus emergente que causa COVID. El virus tiene un alto número reproductivo básico y es transmisible durante la fase asintomática de la infección, lo que dificulta su control. Sin embargo, hay otros seis coronavirus con cadenas humanas de transmisión conocidas, que pueden proporcionar pistas sobre escenarios futuros de la pandemia actual.
De estos, cuatro coronavirus humanos (HCoV) circulan de forma endémica en todo el mundo, solo causan síntomas leves y no son una carga significativa para la salud pública. Las otras dos cepas de HCoV, SARS CoV-1 y MERS, surgieron en las últimas décadas y tienen tasas de letalidad y tasas de letalidad por infección más altas que la COVID-19. Pero se contuvieron y nunca se difundieron ampliamente.
La transición de coronavirus a resfriado podría llevar desde unos pocos años hasta unas pocas décadas. Dependiendo de cómo de rápido se expanda el patógeno”, argumentan.
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