Jorge Hernando Cuñado, Universidad Nebrija
Caixabank y Bankia han iniciado conversaciones para negociar su fusión. En caso de que la operación tenga éxito el resultado será el mayor banco en España por volumen de activos (664 027 millones de euros), un gigante financiero con 6 600 sucursales y 51 000 empleados. Esta sería la mayor fusión dentro del sector bancario de las últimas décadas.
Pero antes, la operación debe contar con la aprobación del Gobierno: recordemos que Bankia fue rescatada por el Estado en 2012 con un coste de 22 400 millones de euros, de los cuales solo se han recuperado 3 300 millones.
El Estado, que posee un 61,8% del capital de Bankia a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), analizará esta operación considerando la generación de valor y la recuperación de las ayudas públicas.
De acuerdo a los términos de la fusión, la Fundación La Caixa tendría el 30% del nuevo grupo y el FROB sería el segundo accionista con 14% del capital social. Este movimiento se puede entender como una absorción de Bankia por parte de CaixaBank, cuyo valor en bolsa es más de tres veces mayor que el de la entidad madrileña.
En 2012 ya se habló de una posible fusión entre ambas entidades, pero finalmente no llegó a concretarse.
Razones coyunturales para una fusión
Las fusiones encuentran su razón de ser en la obtención de sinergias por las que la entidad resultante vale más que la suma de sus partes. Con ellas se busca ganar escala, haciendo más eficientes los costes. Al final, de lo que se trata es de incrementar el poder dentro del mercado.
La posible fusión CaixaBank-Bankia se da cuando el sector bancario está viviendo nuevamente momentos difíciles, esta vez debido al impacto de la crisis del coronavirus y a un contexto de bajos tipos de interés, lo que significa una baja rentabilidad para la banca.
La caída de la actividad económica a causa de la emergencia sanitaria anticipa una bajada de la demanda de crédito, lo que afectará tanto a las hipotecas como al crédito al consumo. Además, cabe prever un incremento de la morosidad y los impagos debido a la difícil situación económica.
No obstante, los negocios de ambas entidades son complementarios, teniendo más peso en CaixaBank las operaciones de crédito al consumo y a empresas, y en Bankia las del mercado hipotecario.
En este sentido, el vicepresidente del Banco Central Europeo Luis de Guindos declaraba recientemente que las fusiones podrían ser una respuesta a la baja rentabilidad del sector bancario en el actual contexto económico.
Desde Unidas-Podemos, partido con el que el PSOE gobierna en coalición tras las elecciones de 2019, se han subrayado algunas de las posibles desventajas de esta fusión: despidos y prejubilaciones de los trabajadores, reducción de la competencia en el sector financiero, la no recuperación de las ayudas públicas y la creación de una entidad financiera too big to fail, es decir, que su quiebra tendría consecuencias desastrosas para la economía española.
En todo caso, el mercado ha respondido de manera favorable, con una importante subida en el precio de las acciones de Bankia y una más moderada de las de CaixaBank.
Los expertos opinan que esta probable fusión marcará el inicio de una temporada de operaciones de consolidación (fusiones) en el sector bancario.
De la calle al móvil: cambia la estructura bancaria
Detrás de este movimiento también se encuentra la digitalización de la banca, un cambio fundamental en el modelo del sector bancario español. La banca presencial, con oficinas a pie de calle, está dando paso a un modelo de banca digital centrado en el móvil y el ordenador.
Además se está produciendo la irrupción de nuevos actores: empresas fintech que aplican las tecnologías de información y comunicación (TICS) a actividades financieras o de inversión (Paypal, Transferwise, etc.), y las bigtech, las grandes tecnológicas (Google, Amazon, Facebook, Apple), ofreciendo servicios financieros como Amazon Lending, Google Pay, Apple Pay, etc.
Estas nuevas empresas abaratan los costes de los servicios bancarios y ofrecen productos y servicios innovadores que simplifican las operaciones, lo que se traduce en una mayor competencia dentro del sector. Además, los principales usuarios de las sucursales bancarias presenciales son las personas mayores, lo que augura un mayor cambio en las próximas décadas.
Por tanto, hay que tener en cuenta estos tres factores: contexto de baja rentabilidad debido a los reducidos tipos de interés, bajada de la actividad económica e incremento de la morosidad y los impagos debido a la crisis de la Covid-19, y el cambio de la banca hacia un modelo digital.
Está claro que en estos momentos la situación en el sector bancario no es fácil. Si bien una de las opciones para sobrevivir es la consolidación (fusión), que permite aumentar la rentabilidad, también hay que prestar atención a la oferta bancaria. La existencia de grandes conglomerados (Santander, BBVA, la entidad resultante de esta posible fusión) no debe significar peores condiciones para los consumidores y usuarios.
Jorge Hernando Cuñado, profesor de Economía y Empresa, Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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