Cambios tecnológicos y manipulación genética se han aplicado a la producción de alimentos para satisfacer la creciente y exigente demanda mundial. Se ha experimentado con verduras, frutas y animales para hacerlos más fuertes y productivos. Las incursiones han devenido en mayor provecho y rentabilidad, pero invariablemente han generado controversias éticas y ambientales. Aún sin dilucidar y cada vez más complejas
Estos desarrollos selectivos e intervenciones en la vida de los organismos han ido acompañados de modificaciones radicales en las fuerzas económicas y la organización social. También en la gestión de los recursos productivos de la tierra. Desde hace varios años, la ingeniería genética ha generado plantas con más resistencia a las plagas.
Incluso a enfermedades, virus, bacterias, hongos y a estrés por sequías, heladas y altas temperaturas. Además, esas manipulaciones pueden contribuir a cambiar los rasgos nutricionales de frutos o semillas. Aumentar el contenido de vitaminas o la proporción de ácidos grasos o aceites saludables. Asimismo, pueden resultan más tolerantes a los herbicidas.
Una visión positiva de estos procesos apunta a que sirven para seleccionar las mejores características y potenciarlas. Al mismo tiempo, advierte un artículo de la FAO, minimizar las probabilidades de que los cultivos sean perjudicados por factores externos.
Cultivos modificados genéticamente que permitan reducciones de insecticidas podrían tener un efecto positivo en términos de impacto ambiental y costos de producción de los agricultores. Aunque no ha habido tiempo suficiente para conocer su factibilidad. Entretanto, se ha permitido también la producción de peces, vacas y cerdos de rápido crecimiento y peso. Incluso de mayor calidad. En el caso de las vacas, se han optimizado las condiciones para el consumo de carne y leche. Y más fácilmente transformables por la industria.
De igual forma, se han desarrollado vacunas más económicas y eficaces contra las enfermedades del ganado.
Lo bueno y lo malo de la manipulación genética de alimentos
Reconocer las contribuciones potenciales, y hasta ahora asumidas, de los alimentos manipulados genéticamente no es ignorar sus posibles riesgos. Especialmente en lo que se refiere a la seguridad alimentaria y los peligros ambientales impredecibles. El más común es la temida transferencia de toxinas o alérgenos para las especies y el consumo humano.
Tampoco es para minimizar la posibilidad de consecuencias indeseables que estos productos pueden tener a largo plazo. Como la disminución de la biodiversidad a través de la pérdida de cultivos tradicionales, apunta la agencia de Naciones Unidas. Es más, los organismos genéticamente modificados (OGM), son instrumentos que pueden utilizarse para bien y para mal. De allí la polémica que genera su aplicación.
Estos productos igualmente pueden ser gestionados democráticamente en beneficio de los más necesitados. O sesgados en favor de grupos específicos con poder político, económico y tecnológico vital.
En el caso de los OGM, cabe señalar que los principales los beneficiarios hasta la fecha han sido la tecnología del sector privado. Desarrolladores y productores agrícolas a gran escala que dejan de lado a los países más pobres. Para garantizar equidad en las bondades, el sistema actual de derechos de propiedad intelectual debe cambiarse, sugiere la FAO. Así como las barreras de transferencia tecnológica.
Diversas perspectivas
¿Qué significan la OGM? Que la ingeniería genética introduce genes de una especie a otra. Los organismos genéticamente modificados son denominados también transgénicos. Son aquellos cuyo genoma tiene un gen añadido o alterado en sus células, incluyendo las células germinales.
Lo que hace que el uso de OGM sea tan controvertido, es la forma en que las personas la manipulación genética de los alimentos. Muchas lo ven como antinatural porque son organismos que han sido alterados a nivel molecular o de ADN.
“Si uno considera que el uso de cultivos de esta manera es incorrecto, entonces la persona verá todo uso de OGM y sus productos finales como poco ético”, señala la publicación Medium.
El problema con este argumento es que adopta una visión normativa del medio ambiente y esto crea una pendiente resbaladiza. Por ejemplo, ¿cuáles son los límites del valor inherente? Si crear alimentos modificados es incorrecto, ¿es incorrecto cruzar plantas o animales?
Actualmente, los transgénicos están generando beneficios en todo el mundo y, si se detuviera su uso, la gente moriría de hambre.
Aunque los OGM entran dentro de la ética aplicada, este hecho no disminuye la gravedad de su importancia, dice el artículo. Estas prácticas deben ser monitoreadas de cerca y su uso debe estar regulado para descubrir si su uso está teniendo un impacto en el medio ambiente.
Actualmente, la FDA y la OMS le hacen seguimiento a los OGM, Esta estrategia crearía un sistema de agricultura sostenible a largo plazo que sea seguro para los seres humanos y el medio ambiente.
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