La contaminación del aire es de gravedad. En ciudades como Caracas, Quito y Lima, en Suramérica, aún se puede ver la espesa cortina gris que dejan el transporte público y los coches particulares en las calles, pero que tarda en esfumarse. El esmog nubla el ambiente y la salud. La vista. Sin embargo, solo queda cubrirse la nariz o subir rápidamente las ventanas de los vehículos.
Pequeñas y nocivas partículas finas que, además, son invisibles, penetran en los pulmones, la sangre de las personas. La Organización de las Naciones Unidas les atribuyen un tercio de las muertes por accidente cerebrovascular, enfermedad respiratoria crónica y cáncer de pulmón. También una cuarta parte de los fallecimientos por ataque cardíaco en el mundo.
El ozono troposférico (O3), a causa de la interrelación de una gran cantidad de contaminantes diferentes en la luz solar, acarrea enfermedades como el asma y enfermedades respiratorias crónicas.
La contaminación atmosférica es considerada el mayor riesgo ambiental para la salud humana y una de las principales causas evitables de muertes y afecciones a escala mundial. En los países en vías de desarrollo perjudica, en gran medida, a las mujeres, a los niños y a los mayores, así como al ecosistema. En particular, afecta a las poblaciones de pocos recursos que suelen estar expuestas a fuertes niveles de contaminación del aire en interiores y en espacios abiertos por los métodos de cocina y calefacción que usan leña y queroseno.
En el primer Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, la ONU alerta que “el 92% de la población mundial está expuesta al aire con niveles peligrosos de contaminación. Este problema causa 7.000.000 de muertes prematuras cada año (…) Incide en una gran cantidad de casos de discapacidad entre las personas que sufren estas enfermedades”.
La Plataforma de Acción por el Aire Urbano, también de la ONU, informó que casi 5.000 millones de personas estaban expuestas a la contaminación del aire el domingo 6 de septiembre. La plataforma es una herramienta digital que indica en tiempo real cuál es la situación de la calidad del aire en el mundo.
En 2018 la Organización Mundial de la Salud reconoció que la contaminación del aire es un factor de riesgo importante en el caso de las enfermedades no transmisibles (ETN). De este modo, se calcula que causa el 24% de todas las muertes de adultos por cardiopatías. El 25% por accidentes cerebrovasculares. El 43% por neumopatía obstructiva crónica. El 29% por cáncer de pulmón.
La contaminación del aire exterior y dentro de las casas
Nada más en 2016 la contaminación del aire exterior conllevó 4,2 millones de muertes. Entretanto, la contaminación del aire interior, a causa de la cocción de alimentos con combustibles y mecanismos contaminantes, acarreó alrededor de 3,8 millones de fallecimientos.
En 2018 también se calculó que más del 90% de las muertes relacionadas con la contaminación del aire se dan en países de ingresos bajos y medios, sobre todo de Asia y África. Les siguen los países de también ingresos bajos y medios pero de la región del Mediterráneo oriental, Europa y las Américas.
La contaminación del aire, pues, se debe a los gases y a las partículas que son emitidos a la atmósfera como consecuencia de la acción humana. Por ejemplo, la acción de quemar mal los combustibles, la agricultura, la ganadería. Fuentes naturales también pueden aportar al problema. Tal es el caso de las partículas de polvo y de sal del aerosol marino.
Por otro lado, la ONU señaló que los principales contaminantes del aire son las partículas finas, el ozono troposférico y el dióxido de nitrógeno (NO2). Las partículas finas que afectan la salud de la población humana reciben el nombre de PM2,5 (su diámetro es inferior a 2,5 micrómetros). Pueden entrar profundamente en los pulmones e introducirse en el torrente sanguíneo. Con esto también pueden afectar otros órganos y funciones del organismo.
En el caso de la contaminación del aire doméstico, en muchos países tercermundistas más de 2.700 millones de personas dependen de la madera y otros combustibles sólidos como el carbón sin procesar, para la cocina y la calefacción, y el queroseno, para la iluminación. Esta dependencia incrementa la contaminación dentro de los hogares y perjudica la salud de quienes están expuestos.
Zonas de Asia y África subsahariana son las más afectadas. Ahí la quema de biomasa para cocinar es una práctica muy común. “Aunque las tasas de acceso a los combustibles y a los mecanismos limpios están aumentando en todas partes, las mejoras son más lentas que el crecimiento de la población en muchos sitios del mundo, especialmente en África subsahariana”, aseguró la OMS.
El compromiso de los gobiernos
Los datos, importantes para prestarles atención y actuar, cobran una mayor vigencia el 7 de septiembre cuando por primera vez se celebra una efeméride que sirve para crear conciencia sobre la necesidad de hacer un mayor esfuerzo con miras a mejorar la calidad del aire. En esta oportunidad se basa en el tema que lleva por título Aire limpio para todos.
En 2019, Estados miembros de la organización asumieron la necesidad de disminuir en gran medida las muertes y enfermedades por productos químicos peligrosos, además de la polución y la contaminación del aire, el agua y el suelo, de aquí a 2030. De lo contrario, la tan recomendada mascarilla para evitar la COVID-19 hoy en día, podría ser la pieza básica de la población mundial —y gobernantes— dentro de unos años.
Asimismo, asumieron la necesidad de reducir la repercusión ambiental per cápita de las ciudades. Para ello, prestarían una mayor atención a la calidad del aire y al manejo de los desechos municipales y de otro tipo de aquí a la próxima década.
“La comunidad internacional es muy consciente de que la mejora de la calidad del aire puede ayudar a disminuir las consecuencias del cambio climático y que las medidas de mitigación pueden mejorar la calidad del aire», manifestó la ONU
La cara de los gobiernos
China es el país que encabeza la lista de los que emitieron más dióxido de carbono (CO2) en 2018. Como se sabe, el calentamiento global se debe, entre otras causas, a los gases de efecto invernadero en la atmósfera, que afectan la salud de la población. Entre estos se destaca el CO2.
Así, China, el país más poblado de la Tierra, con casi 1.400 millones de personas, emitió 9.528 millones de toneladas de CO2, de acuerdo con Statista. Este portal alemán, que reseña datos de estudios de mercado y de opinión, se basó en el informe Estudio estadístico de la energía mundial 2019.
Le siguió Estados Unidos con 5.145 millones de toneladas. En 2019 Washington notificó oficialmente su retiro del Acuerdo de París, plan que se creó para hacerle frente al cambio climático.
En tercer lugar está la Unión Europea con 3.479 millones de toneladas y, en cuarto lugar, la India con 2.479 millones de toneladas de CO2.
Por otro lado, el proyecto World Air Quality Index, que se creó en China en 2007 para fomentar la conciencia acerca de la contaminación del aire, maneja una herramienta web que mide la calidad del aire en tiempo real para más de 10.000 estaciones en el mundo. Explican que el índice de calidad del aire (ICA) se basa en la medición de partículas (PM2,5 y PM10), ozono, dióxido de nitrógeno, emisiones de dióxido de azufre (SO2) y monóxido de carbono.
Los países con una mayor contaminación del aire, con base en los que monitorean, son Sudáfrica, la India, Irán y Turquía. Donde menos, Moldavia, Islandia, Sudán y Mónaco.
Perú, uno de los países con más contaminación atmosférica en Latinoamérica, está entre los que el aire es considerado insalubre. El aire de España, por su parte, está visto como “no saludable para grupos sensibles”. Es decir: advierten que los niños y adultos activos, y las personas con enfermedades respiratorias, como el asma, deben limitar el esfuerzo prolongado al aire libre.
Números que preocupan en el caso de España
- 300 sustancias químicas contaminantes minan la sangre de la población actual, pero que antes no tenían nuestros abuelos.
- 33.000 muertes prematuras ocurren cada año en España por contaminación atmosférica.
- Alrededor de 8.000.000 millones de toneladas de plástico terminan en el mar cada año.
Las cifras anteriores corresponden a la ONG Greenpeace, de España. El problema, dicen, radica —en primer lugar— en que muchos de los productos que se consumen y las industrias que los producen causan contaminación de manera directa, por su producción, o indirecta, por su degradación en el medioambiente, como es el caso del plástico.
En lo referente a la contaminación atmosférica, tienen que ver el tráfico y las emisiones de las industrias. No obstante, recomiendan que para afrontar este grave problema se debe mejorar el modelo de movilidad en las ciudades. También se deben fijar límites para la emisión de sustancias contaminantes por parte de la industria.
Otras consecuencias de la contaminación del aire:
- Afecta la salud de las personas, los animales, las plantas y los ecosistemas.
- Merma el rendimiento de los cultivos.
- Deteriora la salud de los bosques.
- Disminuye la visibilidad atmosférica.
- Incrementa la corrosión de los materiales, edificios, monumentos y lugares de patrimonio cultural.
- Causa la acidificación de los ecosistemas lacustres delicados.
- Hace que se pierda productividad.
- Reduce el rendimiento de los cultivos.
- Se ha hablado de la relación entre la contaminación del aire y la COVID-19. Durante los primeros meses de la pandemia algunos estudios indicaron que había correspondencia entre los altos índices de contaminación atmosférica y una mayor vulnerabilidad ante la enfermedad. También, que la contaminación del aire por partículas habría contribuido a la propagación de la COVID-19. Sin embargo, advierten que aún hay que seguir investigando.
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