Al tanto del acoso indiscriminado y tortuoso a las ballenas, la Comisión Ballenera Internacional decidió proclamar una fecha para concienciar sobre esas prácticas nocivas. Escogió el 23 de julio como el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines. Aunque han pasado 33 años desde esa histórica reunión, hay países que persisten en la caza de estos hermosos e imponentes animales en peligro de extinción.
Cada día se suman más naciones a la membresía de la CBI, pero otros se mantienen al margen porque defienden la caza de los pocos mamíferos acuáticos que quedan. Argumentan que lo hacen con fines científicos.
Japón es el único país que se niega abiertamente a dejar de cazar tanto a ballenas como a delfines. Es más, cuentan con fechas alegóricas para ello, como la matanza anual del delfín que realizan los pescadores de Taji, entre septiembre y abril.
La organización ambientalista AnimaNaturalis ha documentado y denunciado esa situación. “Cada año cazan a unos 20.000 delfines y otros pequeños cetáceos en forma cruel. Los arrinconan y los hieren con lanzas y garfios hasta morir. Una terrible realidad que los pescadores tratan de ocultar a la prensa y a los observadores que se acercan al lugar”.
Señala que la mayoría de delfines son despedazados y vendidos como comida. Mientras que algunos venden, especialmente a las hembras vivas, a delfinarios o parques acuáticos para realizar espectáculos. En sus programas de «Nadar con delfines» condenan a esas especies a vivir confinadas y cautivas en piscinas como entretenimiento.
En Estados Unidos está el famoso SeaWorld, donde las atracciones fundamentales son los delfines y las orcas. La empresa anunció en 2016 que dejaría de criar orcas a causa de las críticas y presiones legales. Pero en su sitio internet siguen promocionando el espectáculo de la ballena asesina.
Ballenas y delfines, grandes e indefensos
Antes del Día Mundial de las Ballenas y Delfines, la CBI presentó se informe 2021, elaborado por su comité científico. Al tiempo que destaca los desperdicios marinos como una preocupación de larga data, en esta oportunidad se observó un aumento en los desechos oceánicos, y que contribuyó a la detección de más de 1000 casos publicados de ingestión por ballenas. La mayoría fue plásticos y desechos de la pesca, bolsas plástica, que bloquean su sistema digestivo y provocan una muerte lenta y prolongada por inanición. Además, pueden tener dificultades para nadar, lo que aumenta el riesgo de ser golpeadas por barcos o botes.
Sin embargo, la mayor amenaza directa para los cetáceos sigue siendo la captura incidental en redes de enmalle y otros artes de pesca. Se estima que matan más de 300.000 ballenas, delfines y marsopas cada año.
La mitigación de la captura incidental es un tema recurrente en el trabajo para mejorar los resultados de conservación de varias especies. Y poblaciones de pequeños cetáceos (delfines y marsopas).
La CBI recibió una actualización sobre la Iniciativa de Mitigación de la Captura Incidental que se ha embarcado en un nuevo plan de trabajo de cuatro años. La iniciativa mantiene su enfoque en proyectos piloto con avances particulares reportados en Perú y la República del Congo.
También el cambio climático preocupa a la organización. Una nueva investigación sobre los impactos de la crisis climática en los cetáceos puso atención a las regiones polares y su deshielo y contaminación.
Como parte de la respuesta más amplia a la COVID-19, se discutió la intrincada relación entre los seres humanos, los animales y el medio ambiente. La CBI expresó su apoyo al concepto de Una sola salud y consideró formas de integrar este enfoque multidisciplinario en su trabajo.
Varamientos, causas naturales y humanas
Cada año, miles de ballenas, delfines y otros animales marinos aparecen muertos en las playas. Este fenómeno, llamado varamiento, se da tanto en individuos sanos como en animales heridos (o muertos) que son arrastrados a la orilla por los vientos dominantes. A veces un grupo de animales marinos queda varado en los denominados varamientos masivos. Y, en otros casos, una región puede registrar una cantidad inusual de varamientos a lo largo de un periodo.
En el Reino Unido, el Programa de Investigación de Varamientos de Cetáceos (CSIP, en inglés) de la Sociedad Zoológica de Londres ha documentado más de 12.000 cetáceos varados desde 1990 hasta 2020, anota National Geographic.
La topografía costera y las carreras de la marea convierten algunas regiones en trampas para los mamíferos marinos. Los varamientos masivos ocurren con regularidad en lugares como el Farewell Spit de Nueva Zelanda. Y las costas del mar del Norte y Cape Cod, en el este de Estados Unidos. Nick Davison, coordinador de varamientos del Scottish Marine Animal Stranding Scheme, explica que estas regiones carecen de la profundidad suficiente para que las ballenas se orienten. Su capacidad de ecolocalización está diseñada para aguas profundas.
Además, durante un ciclo de marea, el agua puede retroceder varios kilómetros en cuestión de minutos, lo que significa que algunos animales marinos pueden quedarse atrapados.
Pero los humanos también forman parte del problema. La pesca, la contaminación y las colisiones con barcos son responsables de muchas de las heridas (y posteriores muertes) que causan los varamientos. Quedarse atrapadas en sedales de pesca es la principal causa de muerte de cetáceos provocada por el hombre.
La sobrepesca también priva a los cetáceos de sus principales fuentes de alimento, lo que los empuja a aventurarse hacia la costa o a aguas mareales para cazar.