Por Rita R.
28/10/2015
En algunas ocasiones las expresiones artísticas conceptuales no son entendidas por el común de los mortales. Esto es lo que ha sucedido en Italia, en el Museion Bozen-Bolzano, con la obra titulada: ¿Dónde iremos a bailar esta noche?, de las artistas italianas Sara Goldschmied and Eleonora Chiari.
Ellas mismas recogen en su web la noticia. Explican que el personal de limpieza confundió su obra con los restos de la fiesta de inauguración y procedió a realizar su trabajo sin plantearse por un segundo que podría tratarse de una representación y crítica del hedonismo y la corrupción de la política italiana en la década de los 80.
Lo cierto es que este error lo habría cometido cualquiera y podría haberse subsanado símplemente advirtiendo a los trabajadores de que las 300 botellas de champagne, las colillas de cigarrillos y el confeti tirados por el suelo del museo no eran las consecuencias de una fiesta salvaje. Un aviso que la directora del museo, Letizia Ragaglia, aseguró al diario italiano Alto Adige haber hecho. «Les dijimos que sólo limpian el vestíbulo, porque era donde iba a celebrarse la fiesta de inauguración el viernes por la noche. Evidentemente, confundieron la instalación con el vestíbulo», explicó.
Así se encontró el personal de limpieza el museo:
Y así lo dejaron:
Hay que reconocer que el personal de limpieza hizo un gran trabajo, aunque a las artistas y al museo no se lo debió de parecer. Afortunadamente, los limpiadores fueron cuidadosos con lo que ellos consideraban basura y separaron para el reciclaje las botellas y el papel, por lo que se espera poder salvar el material y volver a colocarlo. Así lo afirma el museo en su página de Facebook, en la que ha colgado una foto con un letrero en el que se puede leer: «El trabajo se restablecerá pronto.
Este no es el primer caso ni será el último en el que una obra de arte no es identificada como tal. Es más, existen ejemplos recientes. Este verano, un trabajador de mantenimiento destrozó en Connecticut (EEUU) una escultura del artista neoyorquino Jim Osman valorada en 10.000 dólares.
También este año, en primavera, el personal de limpieza de un hotel de Hong Kong tiró a la basura una pintura del chino Cui Ruzhuo, con un precio estimado en 3,7 millones de dólares.