El presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, con tono solemne, acaba de afirmar: “Estamos todos en Europa desbordados por la evolución del virus y mi responsabilidad es proteger a todos los franceses”.
Francia, como Alemania e Italia, ha optado por un confinamiento drástico y coordinado. Aquí, sin embargo, y aunque muchas comunidades autónomas han reaccionado también con medidas contundentes, asistimos a la ceremonia de la confusión, donde cada uno parece conformarse como si hubiera un estado de alarma a la carta.
Ese es el caso de la Comunidad de Madrid y de su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, que, con sus piruetas habituales, propone sorprendentemente confinamientos perimetrales por día. ¿Y por qué no por horas?
No es serio. Madrid sigue siendo la excepción y da la impresión de que la Sra. Ayuso, mal aconsejada, sigue más preocupada por el Gobierno de Pedro Sánchez que por la propia pandemia, envolviéndose en un manto de victimismo y de una supuesta madrileñofobia.
No nos engañemos: todo va a peor y las próximas semanas van a ser cruciales. No podemos enfrascarnos en peleas políticas de confrontación y sin sentido, o que cada cual tome las medidas que más le conviene en cada momento.
Es imprescindible unificar criterios y tomar decisiones coordinadas y comunes. Parece que en siete meses, desde que nos golpeó el coronavirus, poco hemos aprendido y que el relajamiento general no has vuelto a poner frente a la cruda realidad.
No podemos seguir estando detrás del virus. Tenemos que adelantarnos a él… Si hay que tomar medidas más contundentes, tomémoslas cuanto antes y como lo han hecho en países de nuestro entorno.
No se trata de salvar las navidades, que veremos y ojalá. Se trata de vencer a la pandemia y salvar todas las vidas posibles. Una vez más no nos confundamos de enemigo porque el virus no tiene ideología.
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