Un amplio estudio de seroprevalencia del coronavirus en España, realizado por el Gobierno con la colaboración de las comunidades autónomas, nos revela de forma inquietante que solo el 5% de los españoles se ha contagiado con el virus.
Con más de 27.000 fallecidos, estos datos nos indican que la batalla está lejos de ser ganada, que no será posible la inmunidad de grupo o rebaño hasta que llegue la vacuna y que cualquier rebrote, más que previsible según los expertos, puede de nuevo encender todas las alarmas.
En todo caso, también se prueba que el confinamiento ha funcionado y ha evitado muchas muertes a pesar de las críticas.
Ahora bien, no vamos a estar permanentemente en estado de alarma y si abordamos la desescalada de las distintas fases con serenidad y responsabilidad, extremando todos los cuidados y control de movilidad, podremos salir airosos de esta situación.
Será necesaria una nueva cobertura jurídica para controlar esta movilidad. Pero la pregunta sigue siendo si estamos preparados.
Por lo visto, en la primera fase de desconfinamiento no parece que lo estemos.
No nos podemos relajar
La guerra de las terrazas, la apertura de las playas, la indisciplina de muchos, así como manifestaciones esporádicas e interesadas que no cumplen las normas, no nos hacen presagiar buenos augurios.
Habrá que repetir una y mil veces que el estado de alarma que restringe parte de nuestras libertades no es plato de buen gusto para ningún gobierno. Que no son medidas políticas, sino sanitarias, con un único objetivo de combatir la pandemia.
Cualquier relajamiento, como hemos visto esta última semana, puede convertirse en una bomba de relojería.
Se podrán tomar las medidas que sean, pero la mayor responsabilidad cae sobre nosotros mismos: en admitir que no nos podemos relajar. Que tenemos que acostumbrarnos a interiorizar y asumir nuevos hábitos sociales.
En muchas ocasiones no tenemos conciencia del peligro y creemos que somos invulnerables cuando todos podemos ser portadores del virus.
Esto no se ha acabado. Todavía no hemos ganado nada y podemos perder mucho, aunque vayamos por el buen camino.
Nuestra propia salud también depende de los demás.
No podemos echar por la borda estos dos meses de sacrificio.
.@G_landaburu en su videoblog «Confinados o confiados» | «Cualquier relajamiento, como hemos visto esta última semana, puede convertirse en una bomba de relojería». pic.twitter.com/xI5TRC0cn4
— Cambio16 (@Cambio16) May 14, 2020
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