La NASA acaba de completar una prueba de un tipo de cohete que se espera impulse el regreso a la Luna. Con sus 176 pies (unos 54 metros) son «los propulsores más grandes y poderosos jamás construidos para el vuelo». Forman parte del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), que pretende usar la agencia aeroespacial para llevar astronautas a la superficie de nuestro satélite natural.
La iniciativa es parte de un programa más grande llamado Artemis. Se trata de un esfuerzo de aproximadamente 30.000 millones de dólares para volver a poner las botas en suelo lunar por primera vez desde la década de 1970.
La prueba, que se efectuó el miércoles pasado, comprendió un prototipo de refuerzo construido por Northrop Grumman, una de las varias empresas privadas que la NASA ha contratado para construir el SLS de 365 pies (111 metros) de altura.
El prototipo fue presentado en las instalaciones de prueba de la compañía en las colinas de Promontory, Utah. Generó aproximadamente 3,6 millones de libras (1,6 millones de kilogramos) de empuje, con lo que bañó el desierto con fuego, humo y arena durante 126 segundos. Esta es la cantidad exacta de tiempo que tendría que funcionar durante un vuelo real.
«Los resultados se ven realmente bien hasta ahora, [pero] nos lleva un tiempo analizar la información», dijo Charlie Precourt, vicepresidente de sistemas de propulsión de Northrop Grumman, durante una rueda de prensa posterior a la prueba.
Revive la promesa de Kennedy
Fue el presidente John F. Kennedy quien en 1961 prometió que, antes de que terminase la década, los Estados Unidos pondría a un hombre en la Luna y lo traería de vuelta a salvo. La hazaña fue lograda en 1969, y repetida a principios de los años setenta. Pero desde 1972 no se ha vuelto a repetir.
El programa Artemis de la NASA se propone llevar a la primera mujer y al siguiente hombre a la Luna en 2024. La agencia finalmente planea construir una estación espacial en órbita alrededor del satélite, llamada Gateway, y una base lunar permanente hacia y desde la cual pueden viajar con regularidad los astronautas.
Si se realiza como se ideó, el SLS estará hecho de un pequeño cohete en la etapa superior, una etapa central masiva y dos impulsores de apoyo de vuelo unidos al costado. Cada propulsor está compuesto por cinco segmentos llenos de combustible sólido.
Falta aún mucho tiempo
Hacer despegar todo el sistema de 2,2 millones de libras (casi 1 millón de kilogramos) requiere una enorme potencia. Juntos, los propulsores gemelos están pensados para proporcionar aproximadamente el 75% de la fuerza necesaria para impulsar el cohete durante los primeros dos minutos de vuelo.
Después de eso, los impulsores gastados se caerán y permitirán que la etapa central impulse la etapa siguiente con una nave espacial Orión en la parte superior. Desde allí, Orión y su tripulación de astronautas pueden trazar un rumbo hacia la Luna.
Pero faltan años. Primero, la NASA debe probar a cabalidad la resistencia de su nuevo sistema de lanzamiento, incluyendo a los impulsores. La reciente prueba en tierra fue pensada para exponer materiales o procesos que necesitan ajustes.
Un ruta más económica
Sin embargo, todo el programa SLS está muy por encima del presupuesto. También se sobrepasó la otra iniciativa de vuelos espaciales tripulados de la NASA, el Programa de Tripulación Comercial. El coste de elaboración del cohete ha aumentado 30% desde 2017. En esa época se estimó en 7.000 millones de dólares, según un informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos.
Pero la NASA está buscando formas de ahorrar dinero. La agencia acaba de patentar un nuevo método, más rápido y más barato, para llegar a la Luna. No es a través de una tecnología de nave espacial novedosa. Se trata de una nueva trayectoria a la Luna que hará llegar futuras misiones a nuestro vecino de manera más eficiente.
El nuevo método de la NASA permite que una pequeña nave espacial no tripulada llegue a la Luna con relativa rapidez y con muy poco combustible. El sistema, que fue patentado en junio, lleva a la nave espacial no tripulada a engancharse con satélites de comunicación para alcanzar la órbita terrestre alta, antes de usar la gravedad de la Tierra y la Luna para realizar una maniobra de tirachinas hacia el satélite natural.
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