Desde que nacemos somos seres sociables. Cuando somos bebés sentimos la necesidad de comunicarnos con nuestra madre a través del llanto. Luego en el colegio nos relacionamos por grupos dependiendo de nuestros gustos y necesidades. De igual forma pasa en la universidad, en los trabajos y a lo largo de nuestra vida. También las redes sociales funcionan así. Creamos perfiles en todas las plataformas digitales para compartir parte de nuestro día a día. Ahora, una investigación sugiere que usar las redes sociales, específicamente Facebook, durante mucho tiempo puede ser perjudicial para nuestro bienestar.
Un usuario promedio de Facebook pasa casi una hora en el sitio todos los días, según los datos proporcionados por la compañía el año pasado. Una encuesta de la firma Deloitte encontró que lo primero que hacen al levantarse las personas que tienen teléfonos inteligentes es revisar las aplicaciones de redes sociales. A menudo antes de levantarse de la cama.
Datos de Facebook y de la vida real
A través del estudio los investigadores de la revista gerencial Harvard Business Review buscan tener una idea más clara de la relación entre el uso de las redes sociales y el bienestar. Para realizarlo utilizaron los datos de 5.208 adultos (dividido en varios subgrupos) de un panel obtenido por la organización Gallup. También se apoyaron en varias medidas diferentes del uso de Facebook, para ver cómo el bienestar cambia con el tiempo que pasa la gente en Facebook.
Las medidas de bienestar que tomaron en cuenta incluyeron satisfacción con la vida, salud mental, salud física e índice de masa corporal (IMC). En cuanto a las medidas de uso de Facebook incluyeron dar me gusta a las publicaciones de otros, crear las propias publicaciones y hacer clic en los enlaces.
También se apoyaron de las medidas de las relaciones sociales del mundo real de los encuestados. A cada subgrupo de encuestados se le pidió que nombraran hasta cuatro amigos con los que discutieran asuntos importantes y hasta cuatro amigos con los que pasaran su tiempo libre, de modo que cada participante pudiera nombrar hasta ocho individuos únicos.
Un estudio más riguroso
El enfoque que le dieron los autores fue más preciso que otros estudios anteriores. Tiene tres puntos fuertes. Primero, usaron tres subgrupos de datos para los encuestados durante dos años. Así rastrearon cómo los cambios en el uso de las redes sociales se asociaron con cambios en el bienestar.
En segundo lugar, tenían medidas objetivas del uso de Facebook, extraídas directamente de las cuentas de los participantes, en lugar de medidas basadas en el autoinforme de una persona. En tercer lugar, además de los datos de Facebook, usaron información sobre las relaciones sociales del mundo real de los encuestados, lo que les permitiría comparar directamente las dos influencias (redes cara a cara e interacciones online).
Por supuesto, el estudio también tiene limitaciones, como que no podían estar seguros de cuán representativo era. No todas las personas de la muestra de Gallup les permitieron acceder a sus datos de Facebook.
Más Facebook, menos bienestar
En general, los resultados mostraron que si bien las relaciones sociales del mundo real se asociaron positivamente con el bienestar general, el uso de Facebook se asoció negativamente con el bienestar general. Los resultados fueron particularmente sólidos para la salud mental: la mayoría de las medidas de uso de Facebook en un año predijeron una disminución de la salud mental en un año posterior.
Constantemente descubrieron que tanto el hecho de que a las personas les gustara el contenido de los demás como el hacer clic en los enlaces predijeron significativamente una reducción posterior en la salud física, la salud mental y la satisfacción con la vida.
Cuando contabilizaron el nivel inicial de bienestar de una persona, las relaciones del mundo real y el nivel inicial de uso de Facebook, el aumento del uso de Facebook todavía se asoció con una probabilidad de disminución del bienestar futuro. Esto proporciona alguna evidencia de que la asociación entre el uso de Facebook y el bienestar comprometido es un proceso dinámico.
Los resultados sugieren que la disminución del bienestar también tiene que ver con la cantidad de uso en lugar de solo calidad de uso. Si este es el caso, los resultados contrastan con investigaciones anteriores que sostienen que la cantidad de interacción en las redes sociales es irrelevante y que solo importa la calidad de esas interacciones.
La comunicación face to face ha quedado atrás
Investigaciones anteriores han demostrado que el uso de las redes sociales puede restar valor a las relaciones cara a cara. También pueden reducir la inversión en actividades significativas, aumentar el comportamiento sedentario al tener más tiempo frente a la pantalla, conducir a la adicción a Internet y erosionar la autoestima a través de una comparación social desfavorable.
La autocomparación puede tener una gran influencia en el comportamiento humano y, dado que las personas tienden a mostrar los aspectos más positivos de sus vidas en las redes sociales, es posible que una persona crea que su propia vida se compara negativamente a lo que ven presentado por otros.
Algunos escépticos se han preguntado si quizás las personas con menos bienestar tienen más probabilidades de utilizar las redes sociales para transportarse a esas «vidas perfectas» que muestran los otros usuarios. Otros estudios han encontrado que el uso de las redes sociales tiene un impacto positivo en el bienestar solo cuando consiguen un mayor apoyo social y el refuerzo de las relaciones en el mundo real.
Las redes sociales y su impacto en cada persona es realmente complejo. La exposición a las imágenes que muestran los demás, y que no son del todo reales porque la vida de ninguna persona es perfecta, conduce a una autocomparación negativa. Además, la gran cantidad de interacción en las redes sociales puede restar valor a experiencias más significativas de la vida real. Sin embargo, lo que parece bastante claro es que las interacciones sociales en línea no sustituyen a la realidad.
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