¿Qué pasará con nuestro cuerpo después de la muerte? Quizás sea una preocupación menor frente a todas las situaciones que presenta la vida. Al fin y al cabo cuando estemos muertos quienes lidiarán con la penosa tarea de disponer de nuestro cadáver serán nuestros familiares. Siempre nos preguntamos hacia dónde iremos después de muertos, pues resulta que quizás la respuesta está más cerca de lo que creemos y el venir de la tierra para volver a ella deje de ser un misterio para aquellos que siempre buscan respuestas.
Leslie Christian, una consejera financiera de 71 años, espera que después de su muerte pueda pasar a ser “tierra”, una que pueda ser repartida entre árboles y flores. “Parece amable, confortable y natural”, reseña The New York Times. Mientras que The Guardian cuenta la historia de Briar Bates quien deseaba ser enterrada en su jardín, en Vashon Island, Washington. Este deseo se lo expresó a su amiga Katrina Morgan, quien recurrió a Katrina Spade para cumplir la última voluntad de la diseñadora paisajística de 42 años.
El deseo de Bates comenzó a tomar forma cuando consintió ser parte de un estudio que se desarrollaba en la Universidad Estatal de Washington, en el cual se buscaba conocer cuán efectivo resultaba “compostar” cuerpos humanos. Bates murió finalmente en 2017, luego de padecer cáncer de piel y ser diagnosticada con un melanoma metastásico. Gracias a su participación en el estudio de compostaje –junto con otras cinco personas–, el estado de Washington se embarcó en la empresa de buscar ser el primer estado de la unión americana en legalizar el compost humano.
Completando el ciclo de la vida
Katrina Spade, arquitecto de 41 años, creció en una familia donde hablar sobre la muerte era común a la hora de la cena. Su padre era médico y su madre asistente de medicina. Ella misma explica que no se dedicó a la medicina, sino que escogió estudiar diseño. Pero en ese camino comenzó a preguntarse qué pasaría con su cuerpo luego de la muerte, qué haría su familia con su cuerpo luego de que ella muriera.
Señala que solo encontró dos respuestas posibles a su pregunta, o que la inhumaran o que la incineraran, las únicas dos opciones en los Estados Unidos. No obstante, lo más probable es que fuera incinerada, ya que los cementerios están teniendo serios problemas de espacio y por más dinero que alguien tenga muchas veces debe optar por la cremación, pues no encuentra un lugar para ser inhumado. Dice la CEO y fundadora de Recompose que al día de hoy casi la mitad de los estadounidenses elige la cremación por ser más barata y ecológica. Ella misma pensaba que la cremación era más ecológica, sin embargo esa creencia ha cambiado. Ni la inhumación ni la cremación resultan sostenibles.
Según su visión, tanto la inhumación como la cremación separan al cuerpo humano del ciclo natural de vida y muerte. La inhumación convencional consiste en embalsamar el cuerpo drenando el líquido corporal y luego, reemplazándolo con una mezcla diseñada para conservar el cadáver. Luego, del servicio funerario el cuerpo se entierra. Solo en EEUU se entierra con los cadáveres metal suficiente como para construir un nuevo Golden Gate Bridge, suficiente madera para construir 1.800 viviendas unifamiliares y suficiente fluido de embalsamamiento (formaldehido, uno de los compuestos básicos más importante de la industria química) para llenar ocho piscinas olímpicas.
Inhumación directa en el suelo
Por su parte, la cremación invierte grandes cantidades de energía para convertir el cuerpo en cenizas. Solo en EEUU el total de las cremaciones anuales emite a la atmósfera 270 millones de kilos de carbono aproximadamente, contribuyendo con la contaminación del aire y el cambio climático.
Un estudio patrocinado por la Fundación de Servicios Funerarios de París señala que “la primera conclusión del estudio es que el método más ecológico de gestión del cadáver y con menor impacto sobre los gases de efecto invernadero es la inhumación directa en el suelo, una práctica sin embargo muy poco habitual en Francia y prohibida en España. A continuación, el peor escenario evaluado y el menos ecológico es la inhumación basada en la deposición del cuerpo con el ataúd de madera en una tumba o nicho de hormigón. Si esta tumba además tiene complementos esculturales o templetes entonces puede llegar a equivaler al impacto de más de cinco cremaciones. Este importante impacto ecológico de la inhumación en tumba proviene del hecho de que el uso del cemento y hormigón, para preparar la cavidad mortuoria, implica que hay que cocer la piedra calcárea y la arcilla a más de 1.450º C”.
¿En qué consiste Recompose?
Recompose es una corporación de beneficio público que ofrece una tercera alternativa después de la muerte, el compost. ¿Esto quiere decir que luego de muertos nos volveríamos compost para plantas y flores? Sí. Sin embargo, no se trata de un proceso que se pueda llevar a cabo en el jardín de casa. Recompose es un proyecto que viene creciendo desde 2014 y que tiene además de implicaciones ambientales, implicaciones legales.
Así pues, pensando en su propia muerte y en diseñar nuevos procesos funerarios durante su paso por la escuela de arquitectura, Katrina Spade tuvo una epifanía. Recibió la llamada de una amiga que le preguntaba: “¿Has oído hablar de los agricultores que convierten en abono vacas enteras?”. El proceso de compostaje animal más básico consiste en cubrir el cadáver de una vaca (rico en nitrógeno) con virutas de madera (con altos contenidos de carbono) y dejarlo al aire libre, donde la naturaleza le proveerá oxígeno a través del viento y humedad a través de la lluvia. El proceso de descomposición/recomposición ocurrirá alrededor de nueve meses después, cuando el cadáver se descomponga por completo, incluyendo los huesos. El resultado es un compost rico en nutrientes.
Este proceso que Katrina llama “magia” se puede replicar con cadáveres humanos. Desde 2014 Spade abordó un programa piloto con el Departamento de Antropología Forense de la Universidad de Western Carolina. Luego en 2018, gracias a los hallazgos previos, la compañía que representa patrocinó The Recomposition Science-Project en la Universidad Estatal de Washington. Seis donantes –entre ellos Briar Bates– fueron cubiertos con virutas de madera, el oxígeno lo proporcionó el viento y microbios y bacterias hicieron su trabajo: descomponer en moléculas y átomos más pequeños que luego se recompusieron en otras moléculas y se transformaron en “tierra”.
Desarrollar parques-funerarias
Explica Lynne Carpenter-Boggs –profesora de agricultura orgánica y sostenible de la Universidad Estatal de Washington quien también participa en el proyecto– a The Guardian que para ayudar a descomponer los cuerpos humanos –con altos contenidos de proteína y humedad– se colocan en un recipiente con oxígeno y materiales como astillas de madera, alfalfa y paja, combinación que estimula la actividad microbiana y elimina bacterias o virus en el cuerpo. El proceso puede durar unos 30 días. Sin embargo, el proyecto de Spade es mucho más que “compostar” cadáveres humanos. Ella misma afirma que se trata de un modelo escalable, replicable y sin fines de lucro, cuya meta inicial es construir en la ciudad de Seattle la primera instalación que permita este proceso.
También contempla una ceremonia donde se envuelva al cadáver en un sudario simple y se deposite en la base de un núcleo vertical, donde el cuerpo se cubra con las virutas de madera y empiece su proceso de descomposición/recomposición. La idea es que los familiares participen de este proceso y sean guiados por el personal de las instalaciones. Los sueños de Spade la llevan a imaginar parques-funerarias donde los cuerpos sustenten la vida de árboles, rehabiliten instalaciones industriales abandonadas o iglesias antiguas. De aquí parte la meta más ambiciosa: que la instalación modelo de Seattle sirva para cualquier barrio o zona residencial del mundo a partir de las especificaciones técnicas y prácticas regulatorias que han desarrollado en los últimos años.
¿Es legal este proceso?
Es solo legal en el estado de Washington al noroeste de los EEUU. Para mayo de este año, el gobernador del Estado, Jay Inslee, firmó la norma SB 5001, “concerning human remains” (sobre los restos humanos) que entrará en vigor en mayo de 2020 y reconoce la “reducción orgánica natural” y la hidrólisis alcalina (otro tipo de disposición de cadáveres), como formas aceptables de disponer los restos humanos. El estado de Washington es el primero de la unión americana –y quizás del mundo– en aprobar un procedimiento como este.
De allí que Recompose cuente con un equipo completo de especialistas en diversas áreas para asesorar a familiares y aquellos que opten por la recomposición: leyes, diseño, prácticas culturales y ritualistas, prácticas funerarias alternativas, asuntos públicos, etc. Todo un equipo que guíe cuidadosamente el proceso: “Estamos desterrando prácticas que desconciertan y “desempoderan”. Estamos creando un sistema que es hermoso, significativo y transparente. Creemos que el acceso a una muerte ecológica es un derecho humano”, dice Spade en una Ted Talks.
Ahora, quizás lo que a algunos les parezca fabuloso por lo que minimiza la huella ecológica de los procesos funerarios, a otros pueda que les genere escozor. Pues ya se registran reacciones adversas a esta nueva disposición de cadáveres, que la señalan como contraria a las prácticas cristianas. Antes de que la norma fuera aprobada en el estado de Washington, John M. Grondelski –exdecano asociado de la Escuela de Teología de la Universidad Seton Hall, Nueva Jersey– publicaba un artículo de opinión en National Catholic Register, donde palabras más o menos señala que el equipo de Spade reduce el cuerpo humano (Templo del Espíritu Santo) a materia orgánica además, de suponer que el hombre le deba algo a la naturaleza.
Una forma de dar más vida
Entre sus argumentos se basa en la “Instrucción Ad resurgendum cum Christo acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de cenizas en caso de cremación”, donde si bien se acepta la cremación –siendo un hecho que no vaya en contra de la fe cristiana– no se acepta la dispersión de las cenizas. Sin embargo, reafirma la preferencia por la inhumación.
“Todos los métodos de «muerte positiva» propuestos por Pederson, Spade, et ál., parecen negar la singularidad de la persona humana y especialmente del cuerpo humano. Tratan los restos como una masa biológica que plantea una problemática «huella de carbono» que puede ser «respetuosa con el medio ambiente», por lo que estos métodos están diseñados para disminuir los primeros”. También se han registrado otras reacciones como la de este profesor, pero hasta ahora ninguna oficial por parte de la Iglesia católica en los EEUU.
No obstante lo que sí podríamos argumentar a favor más allá de la huella ecológica es que el compost es necesario para la regeneración de los suelos en el mundo. El Año Internacional de los Suelos 2015 señala que el compost es una fuente rica en materia orgánica, vital para el aire, la humedad y la retención de nutrientes. Además de facilitar la gestión agrícola para la siembra, aumentar la capacidad de retención de humedad, reducir la erosión, regular la temperatura de los suelos, reducir la evaporación del agua, etc. Por supuesto, no queremos decir que Recompose vaya a regenerar los suelos del mundo, pero pareciera una buena forma de dar más vida después de la vida. Quizás no se trate de reencarnar en árboles o flores sino de transformarnos en ellos. Por su parte, Recompose continúa la consecución de sus metas con la búsqueda de inversores y un espacio en Seattle para la instalación modelo donde se lleve a cabo la descomposición/recomposición de cadáveres.
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