Académicos e investigadores, conociendo las incuantificables bondades de los riñones para la vida, han desistido en nuevas técnicas y tratamientos para frenar su deterioro. Después del boom que significó encontrar un paliativo para garantizar la supervivencia, la diálisis se abre camino en la monetización. ¿Qué ha ocurrido en la ciencia médica? ¿Por qué este proceso vital se realiza mayoritariamente con fines de lucro?
Tom Mueller es autor de los best seller de The New York Times, ‘Extra Virginity’, sobre el fraude alimentario, y de ‘Crisis of Conscience’, sobre los denunciantes y sus enemigos. Mueller se adentra con propiedad y sensibilidad en el mundo poco difundido de los riñones y su importancia fundamental para mantenernos con vida. Su funcionalidad, sus padecimientos y sus trabas.
“Los riñones fallan por muchas razones. El tiempo los desgasta: entre los veinte y los setenta años, la mayoría de nosotros perdemos la mitad de nuestra función renal debido a una atrofia gradual de las nefronas (la principal unidad funcional del riñón, a cargo de remover el desperdicio metabólico y exceso de agua de la sangre)», escribe en Literary Hub
Algunas personas nacen con condiciones hereditarias y malformaciones del desarrollo que aceleran el deterioro renal. Las enfermedades inflamatorias y autoinmunes también pueden dañar nuestras nefronas, al igual que una lesión repentina, un infarto o cualquier otro percance que corte el flujo sanguíneo a los riñones. Se han encontrado signos de estas dolencias en los riñones de momias egipcias y entre personajes notables de épocas posteriores.
Del auge de la ciencia médica a la monetización de la diálisis
Mozart parece haber muerto de insuficiencia renal después de una infección estreptocócica grave, indica Mueller en el artículo ‘How Our Kidneys Keep Us Healthy—And What It Means When They Fail’ (‘Cómo nos mantienen sanos nuestros riñones y qué significa cuando fallan‘).
Buffalo Bill Cody perdió sus riñones después del uso prolongado de polvos para el dolor de cabeza. Un analgésico similar, Bex Powders, causó una erupción de enfermedad renal en la Australia posterior a la Segunda Guerra Mundial. Y Sir George Bernard Shaw falleció por una lesión renal aguda tras caerse de un árbol frutal que estaba podando.
Más recientemente, los riñones de Veronica Lake se atascaron después de un prolongado ataque de cirrosis. Dexter Gordon perdió sus riñones debido al cáncer y el prodigio del ajedrez Bobby Fischer murió cuando una obstrucción del tracto urinario, para la cual rechazó medicamentos o cirugía, le provocó insuficiencia renal.
En las últimas décadas, la diabetes, la obesidad y la hipertensión se han convertido en epidemias de salud en Occidente. Son las tres principales causas y aceleradores de la insuficiencia renal. Cada condición daña o aumenta la tensión sobre los riñones. En Estados Unidos, más del 60% de todos los pacientes recién diagnosticados con insuficiencia renal también tienen diabetes.
Nace la nefrología y la esperanza en los pacientes
Ciertos medicamentos dañan nuestras nefronas, siendo los peores los medicamentos antiinflamatorios no esteroides como el ibuprofeno, el sucesor moderno de los polvos Bex. Así como algunos antibióticos, medicamentos para la presión arterial y medicamentos de quimioterapia. “Hoy se estima que alrededor de 37 millones de adultos en EE UU tienen algún grado de enfermedad renal y casi 800.000 padecen insuficiencia renal”, apunta.
Estas cifras seguían aumentando en 2020, cuando la COVID-19 diezmó la población en diálisis. Por primera vez, desde que el gobierno de EE UU comenzó a registrar estadísticas sobre insuficiencia renal en 1973, disminuyó el número de pacientes en diálisis.
Para afrontar la maldición ancestral de la insuficiencia renal, la ciencia médica ideó la diálisis. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1960, los médicos de Europa y América del Norte construyeron una variedad de instrumentos que podían eliminar de la sangre del paciente algunos de los desechos. Además, el exceso de líquido que los riñones sanos eliminan naturalmente.
Cuenta Mueller que equipos de médicos y brillantes solitarios, muchos de los cuales eran talentosos ingenieros y artesanos, además de curanderos, improvisaron aparatos purificadores de sangre. A partir de motores de máquinas de coser, máquinas de hacer helados, piezas de aviones y tripas de salchichas. Igualmente, inventaron formas novedosas de conectarlos al sistema circulatorio de sus pacientes.
Al hacerlo, hicieron historia médica. Los médicos lograron sustituir un órgano vital por una máquina, deteniendo la progresión de una enfermedad hasta entonces mortal. Y, en ocasiones, posponiendo la muerte durante décadas. Nació una nueva rama de la medicina, la “nefrología”, de nephrós, que en griego significa “riñón”.
Avances y especializaciones
Los avances en la diálisis acompañaron la evolución del trasplante de riñón y de las terapias afines para suprimir el sistema inmunológico. De modo que el cuerpo del receptor aceptara más fácilmente el órgano del donante. En 1954, los médicos del Hospital Peter Bent Brigham de Boston, realizaron el primer trasplante exitoso de un órgano interno importante. La diálisis sigue salvando vidas pero su tarea heroica se ha desdibujado con la monetización.
Extrajeron un riñón sano de Ronald Herrick y se lo transfirió a su hermano gemelo, Richard, víctima de una enfermedad renal incurable. Pronto siguieron trasplantes de pulmón, hígado, páncreas y corazón. «Esta fue una era heroica de la medicina. Procedimientos quirúrgicos revolucionarios y dispositivos novedosos ganaron terreno en una serie de afecciones que alguna vez fueron fatales», añadió.
Fue un período de intenso entusiasmo intelectual. Médicos eruditos armados con nuevas tecnologías se enfrentaron a algunos de los enemigos más intratables de la humanidad y parecían estar ganando.
Una era internacional. Los médicos de Seattle y Boston, Toronto y París, pero también de los hospitales de pequeñas ciudades de Suecia y Holanda, creaban centros de conocimientos avanzados sobre riñones. A los que otros médicos viajaban desde todo el mundo como peregrinos a un santuario. Regresaban a casa después de absorber la sabiduría de la nefrología y convertirse en discípulos por derecho propio.
En Nueva York, Leonard Stern fundó el programa de diálisis en la Universidad de Columbia. Recuerda su formación y residencia en la escuela de medicina a principios de la década de 1970. En una incipiente especialización que acababa de recibir un nombre.
“Me dediqué a nefrología de inmediato, porque alimentaba mi necesidad de saber cómo funcionaban las cosas. Era la única especialización en ese momento en la que se podía examinar el estado metabólico del paciente. Identificar un trastorno e intervenir con la esperanza de corregirlo”, dijo Stern.
En la cúspide
La nefrología y la diálisis, sin ese legado de monetización, estaban al servicio de los enfermos. En nefrología uno podría decidir: “Bueno, esto es lo que probablemente sucedió”. Entonces el paciente siente esto y luego podemos analizar cómo llegó allí’. Para mí, la nefrología se convirtió en una forma de pensar sobre el mundo y sobre el paciente en su totalidad, no solo el riñón”.
En esos mismos años, en Melbourne, John Agar, que recibió la Orden de Australia en 2009 por sus servicios en medicina renal, recuerda cómo él y sus colegas veían la nefrología como “un campo de infinitas promesas”. Después de completar su formación en nefrología en Melbourne y pasar un año adicional en el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts, Agar fundó una unidad de diálisis en Geelong, al suroeste de Melbourne. Cuyos métodos y filosofía rectora ayudaron a dar forma a la práctica de la nefrología en Australia y Nueva Zelanda. También pasó un período fundamental de trabajo en la Universidad de Toronto, donde aprendió las últimas técnicas que se utilizan en diálisis nocturna domiciliaria, un método de tratamiento innovador.
Las tecnologías se detienen
«Cuando comencé mi formación en nefrología en 1972, era un campo apasionante y en rápido crecimiento dice Agar, según recoge Mueller. “Esto parecía ser el futuro de la medicina. Estábamos muy por delante de la gastroenterología y la cardiología. Éramos la única especialidad que podía sustituir un órgano vital. No sólo podríamos reemplazarlo artificialmente, sino que también podríamos reemplazarlo con un órgano nuevo trasplantado. ¡Estaba corriendo por Melbourne con una hielera Esky que contenía riñones de donantes! También estábamos en la cúspide, o eso creíamos, de los xenotrasplantes”.
“Íbamos a poder trasplantar órganos de cerdos, órganos de monos”, detalla Agar. “Incluso criar animales especiales que nos proporcionarían una cantidad infinita y una variedad de riñones para trasplantes, sin necesidad para un donante humano en absoluto”.
Y prosigue en que “la diálisis consistía en empoderar a los pacientes. No sólo salvarles la vida, sino también darles las habilidades para hacerse cargo de su propio cuidado. Cuando comencé en nefrología, todo esto estaba pasando”. Pero, “desde 1972, en todo el mundo, la promesa original de la diálisis se ha desvanecido” y la monetización tiene algo que ver en eso.
La nueva tecnología utilizada para tratar a personas con insuficiencia renal, que entusiasmó a médicos jóvenes como Leonard Stern y John Agar en la década de 1970, no ha evolucionado significativamente en medio siglo, afirma Mueller.
“Lo que era una promesa infinita, ahora es una decepción infinita”, argumenta John Agar. “La diálisis se está estancando en todo el mundo. Está en crisis en EE UU, donde la incidencia de infecciones, problemas cardíacos y otros desastres de la diálisis es alta. Y los pacientes están condenados a una sombría ronda de tratamientos que no sólo son dolorosos y debilitantes, sino que a menudo médicamente perjudicial”.
Surge el lucro para salvar vidas
En su opinión «la tasa de supervivencia en EE UU, donde alrededor del 22% de los pacientes muere cada año, es la más baja del mundo industrializado», afirma Leonard Stern. “La mortalidad en Japón es sólo del 5 al 6% por año. Y en Europa occidental está en el rango del 9 al 12% por año. Entonces ¿cuál es la diferencia? Bueno, para empezar, la mayor parte de la diálisis en Estados Unidos se realiza con fines de lucro. Y la supervivencia de las empresas con fines de lucro es siempre menor que la de las organizaciones sin fines de lucro”.
Después de observar durante décadas el aumento de la diálisis con fines de lucro en EE UU y la constante degradación de la atención, muchos nefrólogos experimentados como John Agar y Leonard Stern han visto suficiente. “Desde hace muchos años les vengo diciendo a mis colegas estadounidenses: Tienen que dejar de matar a sus pacientes”, dice Agar.