Por siglos los humanos estuvimos convencidos de que nuestra superioridad como especie radicaba en la compleja capacidad de aprender y trasmitir conocimientos que tenemos. En esencia por la capacidad de crear y trasmitir nuestra cultura. Pero los estudios recientes muestran que estábamos equivocados. Chimpancés y abejas, por ejemplo, también comparten aprendizajes y tienen su cultura.
Cuando pensamos en el aprendizaje y la cultura, a menudo los asociamos con experiencias exclusivamente humanas. Hoy en día, definimos la cultura como la información que se transmite mediante el aprendizaje social, en lugar de ser un comportamiento innato. Porque es esa colección de valores, ideas o actividades que se pueden transmitir de generación en generación a través del aprendizaje entre animales sociales. No sería suficiente que un individuo aislado desarrolle una nueva conducta si otros no pueden aprenderla.
Sin embargo, la cultura también existe en el reino animal. Recientes estudios indican que los animales también tienen esa capacidad de aprender y trasmitir su cultura. Se ha observado que algunas especies, como los chimpancés y los cetáceos (orcas, ballenas y delfines), transmiten patrones de comportamiento a través del aprendizaje social, creando tradiciones que se extienden entre sus grupos. Las diferencias radican en la complejidad, pero los investigadores han comprobado la capacidad para compartir conocimientos y comportamientos de generación en generación de ciertas especies.
Cultura animal
Las conductas animales, particularmente en primates no humanos, son en su mayoría funcionales y conocidas ampliamente. Estas incluyen el uso de herramientas para obtener alimento y vocalizaciones específicas para alertar sobre depredadores. Conductas que pueden variar entre diferentes poblaciones de la misma especie y se han mantenido de generación en generación durante siglos.
La cultura, definida como un conjunto de conductas transmitidas socialmente, es predominante en el reino animal. La mayoría de estas conductas culturales tienen una funcionalidad específica: los animales las imitan y aprenden porque contribuyen a su supervivencia.
Además, los comportamientos culturales también se observan en otras especies animales. Los cetáceos y algunas aves, como las psitácidas, poseen distintos dialectos que varían entre las diferentes poblaciones de la especie. Demuestra la diversidad y complejidad de la cultura animal.
Chimpancés y abejas
Durante mucho tiempo, se asumió que los humanos eran los únicos capaces de aprender comportamientos novedosos de miembros innovadores de su especie. Lo que facilitaba la evolución cultural y el éxito biológico. Recientes investigaciones en abejas y chimpancés desafían esa creencia.
Se sabe que muchas especies no humanas aprenden nuevos comportamientos de otros miembros de su grupo. Sin embargo, se pensaba que esto se limitaba a comportamientos que la mayoría de los individuos podrían haber descubierto por sí mismos. Lo que ponía límites inherentes al grado de evolución de las culturas de estas especies. Ahora, dos nuevos estudios desafían esta idea al demostrar que dos especies muy diferentes, los chimpancés y los abejorros, pueden aprender comportamientos complejos observando a los demás.
“Obviamente, en términos de amplitud y profundidad, la cultura humana no tiene rival, pero su capacidad subyacente no es única, exclusiva ni rara. Esto cambia fundamentalmente cómo hemos estado abordando esta idea de cultura”.
Alice Bridges, bióloga de la Universidad de Sheffield y autora principal del estudio sobre los abejorros.
Chimpancés resuelven rompecabezas
En un estudio reciente sobre chimpancés, publicado en Nature Human Behavior, los investigadores crearon un rompecabezas que contenía maníes como recompensa. Este rompecabezas requería tres pasos para obtener la recompensa: recuperar una bola de madera, abrir un cajón para colocar la bola y luego cerrar el cajón. Edwin van Leeuwen, biólogo del comportamiento de la Universidad de Utrecht y autor principal del estudio, comparó este rompecabezas con los que se dan a los niños pequeños.
El estudio se realizó con dos grupos de chimpancés en un santuario en Zambia. Los investigadores observaron cómo los chimpancés intentaban abrir las cajas utilizando diversas tácticas. Sin embargo, después de tres meses, ninguno de los chimpancés logró abrirlas. Posteriormente, los investigadores seleccionaron a una hembra adulta inteligente de alto rango de cada grupo y les enseñaron a abrir las cajas. Después de ocho sesiones diarias de entrenamiento de 20 minutos, las hembras se volvieron muy hábiles en abrir las cajas.
Finalmente, los investigadores observaron lo que sucedía en los grupos una vez que las dos hembras habían sido entrenadas con éxito. Las hembras abrieron las cajas al menos 1.000 veces cada una, a menudo en presencia de otros chimpancés. En un periodo de cinco semanas, 14 de los chimpancés no entrenados también lograron abrir la caja, después de observar cómo las hembras la abrían al menos nueve veces. El estudio demuestra que, al igual que los humanos, los chimpancés pueden aprender algo que no está en su repertorio inmediato de soluciones.
Frans de Waal, primatólogo y profesor emérito de la Universidad de Emory, que no participó en la investigación, expresó su esperanza de que el debate de décadas sobre si los chimpancés pueden utilizar la información social para adquirir nuevas habilidades haya llegado a su fin.
Inteligentes abejas
Un estudio reciente sobre abejorros reveló sorprendentes hallazgos, especialmente considerando las diferencias entre humanos e insectos. “Aunque las abejas no se parecen a nosotros y sus cerebros son muy diferentes a los nuestros, lo que nos lleva a pensar que deben ser simples, los nuevos hallazgos nos obligan a cuestionar nuestros prejuicios sobre lo que es complejo y lo que no”, afirma Bridges.
En el estudio, Bridges y su equipo crearon un escenario experimental en el que los abejorros debían abrir una pestaña azul y deslizar una roja para acceder a una recompensa de azúcar. Primero, el equipo confirmó que las abejas no podían descubrir por sí mismas cómo acceder a la recompensa en dos pasos. Luego, los investigadores entrenaron a un grupo de abejorros demostradores para que accedieran a la recompensa. “No estábamos seguros de poder entrenar a una abeja para que hiciera todo esto”, dice Bridges. “Cuando finalmente lo logramos, fue un momento increíble”.
Al igual que con los chimpancés, algunos individuos del grupo de abejorros que se emparejaron con los demostradores fueron capaces de aprender el comportamiento. Cinco de los 15 abejorros lograron acceder a la recompensa después de tres pruebas en solitario. Bridges señala que más abejas podrían haber aprendido el comportamiento de los demostradores si se les hubiera dado más oportunidades.
Sorprendente
Para Andrew Whiten, psicólogo de la Universidad de St. Andrews, el experimento con chimpancés es importante porque demuestra que los humanos no están solos en el aprendizaje por observación. Lo que permite que muchos se beneficien de los grandes avances inventados por unos pocos. “Pero es aún más sorprendente descubrir que lo mismo ocurre con el humilde abejorro. Si esto es cierto para animales tan diferentes como el simio y la abeja, las ideas tradicionales sobre lo que diferencia la cultura humana del animal van a necesitar un replanteamiento”, añade
“Ambos estudios aportan pruebas convincentes de que los animales no humanos pueden enseñarse unos a otros comportamientos demasiado complejos para inventarlos individualmente, cuestionando la idea de que esta capacidad, que se propone que caracteriza la cultura acumulativa exclusivamente humana, sea una distinción fundamental entre los humanos y otros animales”.
Kathelijne Koops, primatóloga de la Universidad de Zúrich
Estudios precedentes
Desde principios de la década, los estudios han estado desafiando los paradigmas existentes. En 2021, una investigación del zoólogo Andrew Whiten en la Universidad de St. Andrews desafió la creencia de que sólo los humanos pueden generar y transmitir cultura. Su investigación concluyó que los humanos no son los únicos capaces de crear su propia cultura. De hecho, esa capacidad se extiende a otras especies con sistemas nerviosos complejos, permitiéndoles heredar tradiciones culturales de generación en generación.
Hoy en día, el panorama se ha ampliado a otros animales. El comportamiento de los chimpancés y otros primates permitió al equipo de Whiten expandir su campo de estudio conductual. Aunque no es una condición extendida a todas las formas de vida, también es cierto que no es exclusiva de nuestra especie.
Whiten, de la Universidad de St Andrews en Escocia, sostiene que los animales tienen la capacidad de crear tradiciones culturales similares a las de los humanos. La investigación fue publicada en 2021 en la revista Science bajo el título “El creciente alcance de la cultura animal”. Whiten señala que los animales pueden compartir conocimientos que se extienden en varios grupos de una misma especie.
Otras investigaciones
Un estudio particular sobre chimpancés reveló que se han encontrado 39 tradiciones culturales dentro de los grupos de chimpancés en todo el continente africano. Tradiciones que incluyen diversos usos de herramientas, comportamientos sociales e incluso la forma en que se acicalan y cortejan entre sí. Por ejemplo, en África Occidental, los chimpancés utilizan martillos naturales para abrir nueces, como pueden ser piezas de madera o piedra. El uso de herramientas se ha extendido por más de cuatro países en esta región. Es una práctica cultural de los chimpancés en esa región particular de África.
Otros ejemplos se pueden ver en algunas especies de aves. Se ha demostrado que aprenden sus rutas migratorias no por genética, sino por aprendizaje social. También aprenden sus cantos y algunas técnicas para buscar comida de otros miembros de su especie. Los estudios en aves se han replicado con peces. Ahora sabemos que aprenden de otros peces las rutas por las que pueden migrar juntas a través de un arrecife de coral. Comportamientos que se convierten en tradiciones locales para las especies.
Incluso los insectos aprenden comportamientos entre ellos. Un ejemplo de esto es cómo los machos copian la forma de aparearse con la hembra. Oservan cómo una hembra acepta a un tipo particular de macho y otros copian este comportamiento para poder reproducirse. En otro estudio enseñaron a un abejorro a realizar una tarea muy novedosa: sacar una flor artificial tirándola con una cuerda de debajo de una manta. Algo que no haría naturalmente. Después de enseñarle, otros de su grupo lo vieron y adquirieron ese comportamiento.
Preservar la cultura animal
Los investigadores aclaran que aún no se comprende completamente cómo ocurre el proceso de aprendizaje o la habilidad de transmitir tradiciones en el reino animal. Muchos de estos estudios se realizan en laboratorios, por lo que el siguiente paso sería determinar cómo ocurre ese proceso en la naturaleza. Además, aún se desconoce cuan extendida es la creación de tradiciones culturales en la naturaleza.
Lo que sí han podido entender los investigadores es cómo estas tradiciones se han compartido en diferentes especies de animales. A veces-como reconoce Whiten- este traspaso ha durado décadas. En el caso de los chimpancés, hay excavaciones arqueológicas en África que han encontrado evidencia de que usan herramientas de piedra para romper nueces, que datan de unos 4.000 años. También han encontrado evidencia de uso de herramientas por parte de los monos capuchinos de Costa Rica que datan de hace 3.000 años.
«Antes se hablaba de proteger la diversidad basándonos en la diversidad genética, y ahora se reconoce que también debemos intentar conservar la diversidad cultural, tal como probablemente deseamos hacer en el caso humano»
Andrew Whiten, zoólogo Universidad de St. Andrews
Tradicionalmente cuando hablamos de cultura, nos referimos a otro tipo de herencia, un sistema hereditario secundario. Whiten explica que, al aprender de otros, se pueden heredar sus comportamientos. “Esa es la forma en que los humanos heredamos el lenguaje”, apunta. El comportamiento que se implementa de esta manera también puede evolucionar. La cultura evoluciona. “Este proceso también ocurre en animales, aunque no tan complejo. Pero los animales también pueden crear sus propias culturas y aprender las tradiciones de sus padres, al igual que nosotros”, acota.
Hay implicaciones prácticas de lo que se ha descubierto. Una de ellas tiene que ver con la conservación de los animales. Muchas personas están preocupadas por el crítico descenso de la población animal en el mundo. Por eso, las Naciones Unidas han comenzado a reconocer la importancia de comprender esa dimensión de su vida para conservar la población natural.