Liberarnos de la fatalidad o doomscrolling en Internet es posible, aunque nos creamos víctimas de una adicción u obsesión. No hay nadie que pueda lanzar la primera piedra, pues todos hemos sido atrapados, y más en estos tiempos de pandemia. Como Alicia, el famoso personaje del cuento de Lewis Carroll, también caemos pero no al país de las maravillas, sino al mundo infinito de Internet.
Muy al contrario de lo que deberíamos hacer, al irnos a dormir solemos llevarnos los teléfonos móviles para “entretenernos”. Mirar las noticias en Twitter o conversar con familiares y amigos a través de WhatsApp, una vez que estamos metidos en la cama, es ya casi una costumbre. Más aún en estos tiempos en los que la vida nos ha cambiado a causa de la pandemia del coronavirus y el distanciamiento social que esta nos ha impuesto.
Ese gesto tan simple de ir bajando y bajando con nuestro dedo las informaciones que van apareciendo en la pantalla de nuestro teléfono se conoce como doomscrolling. Es un término en inglés que se ha puesto de moda hace relativamente poco y que significa algo así como ir cayendo o rodando hacia la fatalidad. ¿Por qué hacia la fatalidad? Porque parece ser que nos enganchamos o nos conectamos más con las malas noticias que con las buenas.
Pero nosotros no somos culpables de esa búsqueda de la fatalidad, explicó la psicóloga y profesora universitaria Anne McLaughlin al periódico The Washington Post. Los expertos en salud, adicción y tecnología con los que ha hablado aseguran que no se trata de una inclinación al dolor o un déficit de autodisciplina. “Es la relación enredada de los instintos de supervivencia humana y el diseño tecnológico amplificado por la pandemia”, dice.
Nos enganchan las malas noticias
«Aunque parezca contradictorio, nos enganchan las malas noticias», apuntó Ned Presnall, un trabajador social clínico y director de un centro de tratamiento de adicciones. El cerebro humano, afirma, ha evolucionado para abordar los estímulos de manera jerárquica. Por eso, “trata primero con aquellas cosas que tienen el mayor grado de notoriedad de supervivencia».
La pandemia del coronavirus nos ha puesto frente a una situación de supervivencia. Por eso, nos dedicamos a buscar más y nueva información sobre la enfermedad, sus consecuencias y la forma de prevenirla. Y lo hacemos aunque nos cause más estrés y preocupación, en especial, por la incertidumbre en la que está el mundo entero frente a este hecho.
Sun Joo Ahn, directora del Laboratorio de Juegos y Entornos Virtuales de la Universidad de Georgia, adelanta una investigación sobre cómo las experiencias virtuales afectan el comportamiento físico. Señala que la gente no es que está buscando noticias desalentadoras, como el término doomscrolling o caída a la fatalidad implican. Sencillamente está buscando información.
«Eso es algo que hacemos incluso en circunstancias normales para tomar decisiones informadas», asegura. «Desafortunadamente, hay mucha información negativa en estos días, y estamos predispuestos a prestar más atención a las noticias negativas, y a recordarlas por más tiempo, porque tienen un vínculo directo con nuestra supervivencia».
Además, el contenido está creado para que sigamos buscando y buscando. Al hacer clic en la información recomendada por el contenido que estamos leyendo, «reforzamos la [inteligencia artificial o algoritmo detrás de la plataforma] para pensar que este es el tipo de noticias que queremos», atrayendo involuntariamente más de lo mismo, dice Ahn.
«La tecnología se ha vuelto más adictiva (por diseño)», añade Presnall. El nuevo contenido se carga constantemente en la parte inferior de la pantalla, una técnica de diseño web conocida como desplazamiento infinito.
Liberarnos de la fatalidad
Para liberarnos de estas redes no tenemos que aislarnos del mundo ni dejar de usar nuestros teléfonos o dispositivos. Al contrario, se pueden aprovechar los factores positivos que ofrecen esas mismas herramientas tecnológicas para combatirla. “La clave es tener un papel más consciente y activo en su consumo”, advierten los expertos.
Por ejemplo, la psiquiatra Nina Vasan, fundadora y directora ejecutiva del Laboratorio de Stanford para la Innovación en Salud Mental de la Facultad de Medicina de Stanford, ofrece un truco muy sencillo. Cambiar el color de la pantalla a tonos grises a fin de reducir su atractivo visual.
Otros trucos pueden ser entrenar nuevos algoritmos haciendo clic en contenidos diferentes a los que siempre revisamos. Elegir noticias de fuentes diferentes. Instalar aplicaciones que limiten el tiempo de encendido de la pantalla (o activar la función si ya existe en su configuración). O configurar un temporizador u otra «señal externa», como recomienda McLaughlin, que nos saque del “modo automático” en el que caemos cuando estamos frente al doomscrolling o búsqueda de la fatalidad.
Vasan sugiere que se ajuste la alarma o temporizador a su canción favorita. «Rompe el ciclo con positividad», dice. «Marque algunas páginas web o cuentas de redes sociales que lo hagan sentir bien. Cuando se dé cuenta de que está cayendo en el doomscrolling o búsqueda de la fatalidad, abra la página o cuenta positiva”. «Tratar de parar es difícil, pero agregar algo positivo puede aumentar la probabilidad de éxito», señala Vasan.
Otra opción es cerrar la sesión de WhatsApp o Twitter por completo, por algunas horas, de vez en cuando. O dejar nuestros teléfonos en casa cuando salimos a caminar o a hacer una visita. “Cuando jugamos, bromeamos y reímos, nuestro cerebro recibe un mensaje de retroalimentación de que todo está bien… Si queremos mantenernos mentalmente sanos, necesitamos tener tiempo para jugar y saborear las cosas buenas de la vida», concluye Presnall.
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