David Venegas
09/05/2018
La aplauden de pie o, mejor dicho, en la mesa. La dieta nórdica comienza a quitarse el velo del misterio y muestra su armonía al mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe que indica que la dieta nórdica y la mediterránea reducen la multiplicación de enfermedades no transmisibles. Es decir: cáncer, diabetes y problemas cardiovasculares… todas relacionadas con la «emergencia mundial de obesidad».
Vayamos por parte. La dieta nórdica es como un primo hermano de la mediterránea, pero con sus marcadas diferencias. Proviene de la cocina tradicional de Europa del Norte: Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia. los países que promueven esta forma de alimentación, dan resultados positivos en pruebas de salud en la población. La dieta nórdica está lejos de ser una moda, pero va en camino de convertirse en un referente importante. Tal como señala el diario The Sun, la dieta nórdica nació en 2004 después de que un grupo de nutricionistas diseñaran un método para frenar la obesidad y la agricultura insostenible.
Este régimen funcionó y ahora se extiende por Occidente. La dieta nórdica contiene menos azúcar y grasa que la mayoría de los planes alimenticios. Por fortuna, posee doble cantidad de fibra, pescado y marisco que las típicas dietas. El punto focal es consumir frutas, verduras, semillas y mariscos. En contraparte, la carne, el queso y los huevos se disminuyen a discreción. El propósito es decirle adiós al azúcar, las carnes procesadas, la fast food y, obviamente, a los aditivos químicos. La dieta nórdica es promocionada en 15 de 53 países europeos.
¿Qué significa afiliarse a la dieta nórdica?
Sencillo. Decidir sumarse a esta dieta es decidir comer más granos, tubérculos, frutos del bosque y pescados. Los cereales integrales son infaltables, al igual que la remolacha y el brocoli. El menú puede incluir de vez en cuando carne de cordero o res. Para los que no pueden vivir sin postres, alguna preparación sencilla con manzanas o peras horneadas con avena son ideales. El Time informa que una persona aliada a la dieta nórdica reduce los niveles de colesterol y la presión arterial. De hecho, hay estudios que soportan que la dieta nórdica disminuye el riesgo de padecer Alzheimer. La American Journal of Clinical Nutrition afirma que impide la aparición de diabetes tipo 2.
El manifiesto del fogón nórdico
La nueva cocina nórdica está firmada por dos genios de la comida escandinava. Nos referimos a Claus Mayer y René Redzepi. Para más señas, ver el renacimiento de Noma. Este dúo de chefs consagrados le pusieron nombre y apellido a la divulgación de la mesa escandinava: manifiesto de la nueva cocina nórdica. En una conversación con Food and Wine, ambos revelan que su misión es trascender las técnicas clásicas de la región: la curación, preservación y la búsqueda de alimentos silvestres. «Queremos explorar más sobre el pescado y demás productos ignorados en el país. Queremos utilizar ingredientes desde la tundra ártica hasta los Fiordos noruegos e integrarlos con enfoques contemporáneos».
Claro está, conseguir productos remotos (mejillones escoceses, cangrejos rey, algas del Atlántico) no es una tarea para el consumo mundial. Por eso señalan que la dieta nórdica debe ser rica en pescados, frutas, cereales y vegetales. Las hierbas no pueden faltar: perejil, cebolleta, tomillo, cardamomo y semillas de mostaza. Poco a poco, los restaurantes de todo el mundo involucran técnicas y especialidades de la cocina nórdica. Pero ahora la puedes adoptar en casa.
Según Legion Athletics, un ejemplo básico de menú nórdico incluye: avena con bayas para el desayuno. Para el almuerzo cebada cremosa con champiñones y pescado en escabeche. La cena podría ser bacalao al horno con apio y ensalada de papa. Los bocadillos pueden estar protagonizados por nueces, frutas o yogur bajo en grasa.