Hasta 1999, las constituciones latinoamericanas eran muy parecidas, con la excepción de la cubana, que siendo tan perfecta nunca se aplicó al igual que su alter ego la bolchevique. Todavía 13 de los 18 países latinoamericanos permiten la reelección presidencial en diferentes modalidades. Desde la indefinida –impuesta por Hugo Chávez– hasta una vez diez años después de haber dejado la Presidencia. Colombia es uno de los cinco países que no autoriza la reelección. En 2015 modificó la norma y de una reelección consecutiva se pasó a la prohibición total y al impedimento de cualquier reforma posterior para reponerla.
Colombia se manejaba con el sistema norteamericano. Cuatro años de mandato y reelección inmediata. Le fue bastante útil para la renovación del liderazgo político. La reelección inmediata impide la vuelta del patriarca una década después. Cuando la ciudadanía ha olvidado lo malo y ha convertido lo poco bueno en un gran mito. Quizás la repetición de Rafael Caldera en Venezuela sea el mejor ejemplo de lo dañino de la vuelta no inmediata. Lo pésimo de la reelección indefinida lo demostró el perpetuado Hugo Chávez. Colombia no consideraba sano que ni Uribe ni Santos gobernaran un periodo más. Razones tenían. Pero en política no hay que cerrar todas las puertas legales, sino que se debe insistir en la madurez de la ciudadanía.
Ahora el elector colombiano está en una situación que no previeron los 90 miembros de la Cámara de Representantes que votaron en contra de cualquier reelección presidencial. Ante Gustavo Petro y Rodolfo Hernández indudablemente que la deriva será muy parecida a la de Perú. Y tratar de votar por el menos malo nunca es una opción que salve el honor ni la democracia. Pero, serán los ciudadanos colombianos los que decidirán, luego de haber sido encallejonados y polarizados.
El voto en blanco al comienzo pero no al final
De manera muy sabia, la legislación del antiguo virreinato de la Nueva Granada incorpora el voto en blanco. Si el ciudadano no está de acuerdo con ninguno de los que participa, puede votar blanco y si la cantidad de votos blancos superar todos los demás hay que realizar nuevas elecciones y con otros candidatos. Pero ese voto en blanco no existe en la segunda vuelta, hay que votar por uno u otro, y gana el que obtenga la mayor cantidad de sufragios. El próximo presidente de Colombia será Rodolfo Hernández o Gustavo Petro. Será tarea de las instituciones democráticas hacer todos los esfuerzos para las disyuntivas políticas se resuelvan en sana paz, sin incendios sociales ni revueltas. Sin duda, será una gran lección para los ciudadanos. Quizás aprendan y superen el brete.
Una de las últimas intervenciones de Iván Duque fue en una reunión homenaje que le hizo un numeroso grupo de venezolanos que emigraron a República Dominicana para agradecerle la solidaridad con los hermanos venezolanos. Ahí Duque se refirió a la hermandad siamesa de las dos naciones y dio una lección sobre las razones por las que los dos países cada vez deben estar más unidos, no solo por la paz, sino por el bienestar y el progreso. Sin duda, Duque es un estadista que tuvo mala prensa y que habrá que esperar un tiempo para reconocer las bondades y beneficios de su función de gobierno.
La opinión pública puede ser arrastrada por los cantos de los medios
La mala prensa es como una nube negra que no se aparta de los políticos, aunque sea un día esplendoroso y no haya posibilidades de chubascos dispersos a 100 kilómetros a la redonda. Y es lo que persigue a Iván Duque desde los sucesos que estremecieron Colombia en 2019, en 2021 y, recientemente, con el paro armado que declararon la organización narcotraficante denominada Autodefensas Gaitanistas de Colombia (también conocidos como Clan del Golfo o los Urabeños).
No siendo un político de la tesitura de Donald Trump ni del finado Hugo Chávez, Duque de una u otra manera aparece frecuentemente criticados en los medios, no por mandar al mismísimo carajo a sus adversarios, sino por cualquier cosa, hasta la más inocua.
Si alguien en su cuenta de Twitter publica su desazón por el apoyo económico de Duque a Ucrania “mientras en el territorio colombiano hay niños muriendo de hambre”, de inmediato la emisoras de radio y las televisoras encienden sus altoparlantes y los periódicos reavivan grandes títulos. Ya no por la ayuda a Ucrania invadida por el demoledor oso ruso, sino porque “lo critican en las redes sociales”. Es la típica olla periodística en la que abunda el palabrerío, pero sin sustancia. Un caldo con muchos adjetivos y pocos hechos.
La opinión del santo obispo vale igual que la del pecador
Duque apenas envió unos 100.000 dólares para ayudar a los ucranianos refugiados. Nada del otro mundo, pero el senador indígena Feliciano Valencia considera que con esa cantidad los niños de la Guajira no seguirían pasando sed. Feliciano tiene unos cuantos miles de seguidores en Twitter, pero muy pocos los acompañan en Youtube: 53, medio centenar. Y el vídeo más popular ha tenido 45 vistas en 5 meses.
Del mismo modo, así como los medios inflan y desinflan personalidades e instituciones según sus intereses del momento, habría que poner atención en la manera como en Wikipedia se abordan los temas políticos y los no tan políticos. Aunque, nadie riguroso puede confiar en ese modelo de enciclopedia, sin duda es la referencia más cercana. Está a un clic, y cada clic puede aturdir.
Las enciclopedias con sesgo ideológico «independiente»
En la entrada de Iván Duque dedican muy pocos párrafos a su obra de gobierno y abunda, como los medios de comunicación, en las críticas que ha recibido. Solo le reconocen sin chistar que es el presidente más joven en la historia reciente de Colombia. Después le critican que haya condicionado los diálogos con el ELN a la liberación de todos los secuestrados. De seguidas, resaltan que en junio de 2021 una encuestadora encontró que el 79% de los encuestados desaprobaba su gestión y que eso lo consagraba como el presidente peor calificado desde que se hacen esas mediciones en Colombia.
Sigue una enumeración de críticas en la que incluyen la muerte de 18 niños en un bombardeo militar, pero sin data ni referencias, y seguidamente cuestionan “el manejo por el gobierno” del paro nacional de 2019-2020, las protestas de 2021 y sus “desavenencias con veedores de derechos humanos”.
Wikipedia no se refiere en ningún momento a la posición firme que Iván Duque ha mantenido en defensa de la libertad y de la democracia, y su fuerte enfrentamiento con la dictadura de Nicolás Maduro. Mucho menos nombra su trabajo para que Venezuela tenga unas elecciones libres, genuinamente libres, y democráticas, que permitan restablecer el orden institucional.
Colombia y Venezuela comparten la geografía y la historia
En ningún momento se nombra el acto más grande de nobleza y fraternidad que se ha dado entre dos naciones: el Estatuto de Protección Temporal. Un decreto de Duque para que cerca de 1,8 millones de venezolanos que se vieron forzados a salir de su país, “con dolor en los huesos, con tristeza, carencias y pobreza”, tuvieran abrigo en Colombia y una oportunidad restablecer sus vidas.
Tampoco los redactores de la enciclopedia digital se refieren a la gran inversión en educación. Les interesó más destacar su «linaje» (¿oligarca?) y que la primera esposa de su padre era sobrina bisnieta de Tomás Samper Brush, la familia de la que desciende el ex presidente Ernesto Samper. ¿Confunden el culo con las témporas?
Duque emprendió una verdadera revolución con la implantación de Matrícula Cero, un programa para la educación universitaria gratuita dirigida a los estratos más desfavorecidos de la población en los centros públicos de educación superior y en las instituciones técnicas y tecnológicas públicas.
También adelantó un programa de alimentación para millones de escolares, de construcción de escuelas, carreteras y acueductos, de asignación de subsidios a para la adquisición de viviendas, la entrega de una renta básica a más de 3,5 millones de hogares y el subsidio del 50% del salario mínimo legal para trabajadores informales que beneficia a 4 millones de colombianos.
Colombia, ¿rumbo a Perú o a Venezuela?
En Colombia no hay reelección y las opciones de los electores están cerradas a los candidatos que compiten en la segunda vuelta. Muchos irán a votar con el pañuelo en la nariz a votar por el candidato menos malo, como ocurrió en Perú, con Pedro Castillo y Keiko Fujimori. Los colombianos ya perdieron la opción del voto en blanco. Ahora, su destino queda en manos de la ciudadanía y de las instituciones, los pesos y contrapesos para que la demagogia y el populismo no echen por la borda tantos años de democracia y libertad. El 19 de junio los electores no podrán derrotar las maquinarias partidistas ni las componendas a trastienda, pero seguirán siendo dueños de la soberanía popular.