Por Gonzalo Toca
19/10/2016
Los colegios más caros, exclusivos, selectos y reconocidos albergan en sus aulas a buena parte de los hijos de las familias más influyentes de España. Muchos padres de ingresos medios se preguntan qué hay tras sus puertas, cuánto cuestan realmente, por qué las matrículas y las mensualidades son tan inaccesibles y hasta qué punto ofrecen una formación a la altura del dineral que ellos nunca podrían permitirse gastar o invertir. También sospechan que estos alumnos no tienen contacto con la realidad, que sus padres están demasiado ocupados como para implicarse en su educación y que el resultado será un nivel bajo de exigencia y disciplina.
¿Pero es cierto todo eso? Si no están tan seguros, ¿por qué entonces no se acercan a preguntárselo? Esto es lo que hemos hecho con los responsables de Laude Newton College (Alicante), San Francisco de Paula (Sevilla), International College Spain (Madrid), British Council (Madrid) y Benjamin Franklin (Barcelona). Son cinco instituciones que cumplen las dos premisas: destacan en los principales rankings nacionales de calidad y sus tasas son, para el común de los bolsillos, claramente prohibitivas.
Galería (pulsa sobre la imagen para leer la información sobre los colegios:
Y prohibitivo significa distintas cosas en cada institución y en cada edad. Por ejemplo, en educación infantil la mensualidad media cuesta desde 510 a 930 euros, en primaria desde 540 a más de 1.300 euros, en secundaria de 650 hasta 1.710 euros y en bachillerato de 785 a 1.860 euros. Los cursos duran diez meses, salvo en el caso de International College Spain (son tres trimestres), y las tasas no incluyen ni transporte, ni comedor –a veces, como en el British Council, es obligatorio–, ni desayuno, ni actividades extraescolares.
Hay que recordar que esas actividades pueden parecer optativas, pero no es así exactamente: son herramientas claves para que los niños y los adolescentes socialicen no sólo con sus compañeros de clase, sino también con los de otras instituciones de élite (International College Spain utiliza, por ejemplo, las piscinas del colegio privado Brains). Decirle a un hijo que no puede hacer este tipo de planes es casi lo mismo que decirle que no puede relacionarse con sus amigos fuera de clase.
Un reto común a muchos de estos colegios es que se construyeron en áreas donde resulta difícil y caro expandirse, algo crucial para ofrecer un amplio abanico de actividades extraescolares. Por eso, se ven obligados a asociarse no sólo con otras instituciones de enseñanza, sino también con empresas que gestionen instalaciones deportivas. De todos modos, una cosa es que los directores se preocupen de incluir una buena pista de atletismo o un gimnasio propios y otra que deban añadir un centro de equitación o un campo de golf de 18 hoyos. Siguen siendo colegios, no parques de atracciones.
Las tasas mensuales representan la mayor parte de la financiación de este tipo de centros de élite. En el caso de los más internacionales –en los que los españoles son minoría en el aula– gastos como la matrícula y la inscripción o reserva de plaza pueden adquirir un protagonismo especial. ¿El motivo? Que existen más entradas, salidas e incluso regresos de alumnos en todos los cursos porque sus padres son funcionarios extranjeros o ejecutivos que pasan sólo unos años en España.
Se entiende mejor con casos concretos. Los extranjeros representan el 65% de los alumnos en International College Spain y el 68% en el Benjamin Franklin y allí es donde los gastos que afectan exclusivamente a los alumnos nuevos son más altos. Oscilan entre 1.250 y 2.850 euros en el primero y entre 6.375 y 6.475 euros en el segundo, aunque una parte de estas cantidades se devuelve o se descuenta de las mensualidades.
Respuestas difíciles
Queda claro lo que cuestan. Ahora, le toca el turno a la pregunta de por qué los precios son tan inaccesibles para la inmensa mayoría. La respuesta sencilla es que hay casi 200.000 millonarios españoles, según la consultora Capgemini, y que algunos de ellos –más una parte de los que provienen del extranjero y residen o envían a sus hijos a estudiar a nuestro país– tienen la capacidad y el deseo de hacer la inversión. La complicada es que los centros ofrecen un servicio completamente distinto a la media desde el punto de vista de la atención del alumno, el perfil del profesorado, los niveles de exigencia y las especificidades de lo que se enseña.
Según el Instituto Nacional de Estadística, la proporción de profesores por alumno en primaria en España fue de un docente por cada 13,1 estudiantes en 2011. Los cinco colegios incluidos en este reportaje reducen esa cifra desde primaria hasta bachillerato: Laude Newton College (10), San Francisco de Paula (11), British Council (10), International College Spain (9) y Benjamin Franklin (6,5).
Pero ése es sólo uno de los instrumentos que permiten hacerse una idea de la atención que les dedican los profesores. Gillian Flaxman, directora del British Council, explica así su propio método: “El alumno, aparte de estar supervisado por los tutores de clase (uno británico y uno español), tiene una figura diferente que vela por su bienestar y por su desarrollo personal y emocional”. Esa figura recibe el nombre de family leader y encarna al docente que dirige pequeños grupos –families– de alumnos de distintas edades y cursos sucesivos y su objetivo es que interactúen más fácilmente y que “la transición desde infantil hasta secundaria sea suave y fluida”.
Otra muestra de la especial atención que se les presta a niños, adolescentes y jóvenes pasa por el tipo de programas que organizan fuera del aula. Un caso llamativo es el de Laude Newton College en Alicante. Rosa Tortosa, su directora, recuerda que “ofrecemos un programa de actividades extraescolares por el que un mentor que no es docente, que forma parte del mundo real, coordina prácticas en instituciones y empresas para los alumnos de bachillerato”. Los estudiantes que se plantean, por ejemplo, hacer periodismo pueden pasar unas semanas en un periódico regional antes de tomar una decisión.
Además de la atención al alumno, también existen diferencias entre los profesores que trabajan en estos centros y el resto. Charo Rodríguez, directora de comunicación y relaciones con la comunidad del Benjamin Franklin, subraya que sus docentes acumulan “una media de nueve años de experiencia, en muchos casos de carácter internacional, que un 41% tiene un máster en el área educativa y que la mayoría provienen de fuera de España: un 31% son españoles, un 38% son estadounidenses y otro 31% llegan de otros países”. Los docentes reciben una formación continua mediante conferencias, talleres y seminarios nacionales e internacionales.
La formación del profesor es clave, pero también lo son otros factores. Por ejemplo, en el British Council se aseguran de que no tengan antecedentes penales y en Laude Newton College, advierte su directora, se les exige que sean capaces de promover “el progreso académico y el progreso emocional de los chicos”, de “transmitir lo que enseña” y de dominar todas las nuevas tecnologías necesarias para facilitar el aprendizaje.
No existen muchas instituciones educativas donde se despida o no se contrate a un docente porque no sepa enseñar con pasión, porque no se ocupe de la madurez de sus alumnos o porque no quiera familiarizarse ahora con programas informáticos o internet y, en pocos años, con la nueva ola de la realidad aumentada.
Exigencia
Los niveles de exigencia son otro de los elementos que hacen destacar a estos colegios y que cuestionan el mito por el que se supone que sus alumnos serían un ejército de niños ricos a los que no se les pide ningún esfuerzo y se les inflan las notas.
Los cinco colegios se encuentran en el ranking de los mejores centros de España, según el diario El Mundo, y los más brillantes de sus clases suelen entrar en universidades como Oxford, Cambridge o el MIT. Todos los alumnos de los cuatro centros que se presentaron a la selectividad aprobaron el examen y la nota media de acceso a la universidad (sin fase específica) superó el siete sobre diez. El quinto centro, International College Spain, no se rige por el programa educativo español, pero su porcentaje de aprobados en el equivalente a la selectividad en Bachillerato Internacional fue del 98% y la nota media de los estudiantes rozó el ocho sobre diez.
Luis Rey Goñi, director del San Francisco de Paula, matiza que “los dos principios del colegio son respeto y trabajo. Lo demás se deriva de ahí. La exigencia es fuerte porque se basa en las necesidades del alumno y el ejemplo de todos, empezando por los directivos”.
Pero dentro del concepto de exigencia caben muchos más capítulos. Los cinco centros consultados prefieren ir más allá de la puramente académica o la disciplina, que consideran un capítulo conseguido por los resultados en los exámenes oficiales y las relativamente pocas infracciones graves, y se centran en lo que Gillian Flaxman, directora del British Council, denomina “exigencia educativa”.
Se refieren a un desarrollo personal y emocional del alumno que le permitiría conocerse cada vez más, ganar autoestima y sentirse seguro en su proceso de madurez. Con decenas de nacionalidades representadas dentro de sus muros, instituciones como International College Spain, Benjamin Franklin o British Council también educan en el respeto, la comunicación y la diversidad interculturales.
Fuera de las aulas, en las actividades extraescolares, estos centros mantienen la misma filosofía. Es entonces cuando, según Charo Rodríguez, directora de relaciones con la comunidad y de comunicación del Benjamin Franklin, promueven que los chicos desarrollen su liderazgo en plataformas como el Math Club o los ayudan a relacionarse socialmente gracias a eventos como el Talent Show.
Los deportes, las artes plásticas, las obras de teatro y las performances musicales ocupan un lugar central en la formación integral del alumno que persiguen los cinco colegios. En el Laude Newton College inciden, además, en el uso prudente de la tecnología, en que los niños asuman de vez en cuando la responsabilidad de cuidar e integrar a otros niños durante el recreo y en que aprendan a participar y disfrutar de actividades en las que ni destaquen ni puedan ser los mejores.
Padres y elitismo
Obviamente, la pujante demanda y la calidad de un servicio diferenciado son los motivos por los que las instituciones de élite exigen una tasas inaccesibles para la mayoría de los hogares españoles, pero quedan por responder dos de las preguntas que planteábamos al inicio: cuál es la implicación de los padres y hasta qué punto los estudiantes viven al margen de la realidad.
Sharon Spencer subraya que su institución tiene una política “de puertas abiertas” y un contacto totalmente fluido con las familias. La directora del Laude Newton College, Rosa Tortosa, afirma que “los padres se implican y exigen mucho” aunque los docentes sepan “hasta dónde podemos y debemos darles lo que piden y cuándo debemos negarnos”. Charo Rodríguez recuerda que el Benjamin Franklin ofrece a los padres programas específicos como talleres, charlas sobre diferentes aspectos de la educación y el estado del centro, tutorías, programas de voluntariado dentro del colegio, una red de padres tutores o promotores y servicios de orientación.
Es difícil saber con seguridad si los padres se involucran más o menos que la media de las familias españolas. Lo que sí es evidente es que los centros les ofrecen todas las facilidades y que éstas son uno de los motivos por los que matriculan a sus hijos.
También es evidente que los estudiantes viven al margen de la realidad mayoritaria, porque provienen de entornos y barrios privilegiados, existen poquísimos alumnos becados de ingresos medios y bajos en sus clases (a diferencia de lo que ocurre en algunas de las instituciones privadas a las que admiran, como Harvard), las barreras de entrada –sobre todo financieras– son fabulosas y, normalmente, estos colegios son sólo el primer paso en un itinerario que incluye las mejores universidades y escuelas de negocios del mundo. Justamente, una de las características que más seducen a las familias que se lo pueden permitir es el acceso a una red de contactos global y formidable.
Y aquí es donde entra en escena la acción del voluntariado para mitigar en parte esa desconexión con la realidad mayoritaria. Luis Rey Goñi, director del San Francisco de Paula, reconoce que una de las grandes finalidades de estas actividades es aumentar “la sensibilidad de los jóvenes hacia las necesidades de otras personas, lo cual debe dar fruto cuando llegan a la vida adulta”.
El voluntariado es, principalmente, de dos tipos: recogen fondos (en el British Council los estudiantes captan recursos durante todo el año para luchar contra el cáncer) y participan en organizaciones sin ánimo de lucro dentro y fuera de España. Sharon Spencer, responsable de marketing de International College Spain, recuerda que algunos estudiantes ayudan muchos domingos al colectivo sin hogar mediante la plataforma Red Solidaria y que, recientemente, 11 alumnos construyeron un pozo en Tanzania para que otros niños como ellos no tuvieran que recorrer dos kilómetros en busca de agua potable.
Es imposible estar totalmente a favor o en contra de los mejores colegios de élite salvo que se utilicen argumentos ideológicos o leyendas urbanas. Es un tipo de enseñanza que, como todas, incluida la pública, ofrece ventajas como la atención, la exigencia, la innovación o las redes de contactos transnacionales… y desventajas como el precio, la configuración de una burguesía del conocimiento que puede agravar y perpetuar las desigualdades y la desconexión con la mayor parte de la sociedad, con la que los estudiantes tendrán que relacionarse no sólo desde la caridad o la compasión tarde o temprano.
No existen respuestas fáciles a preguntas complejas. Ni preguntas sencillas a respuestas difíciles. No cuando hablamos del futuro y el presente de nuestros hijos.