Europa tiene un gran problema que le está estallando en las manos. El consumo de cocaína continua en aumento. En paralelo se incrementan los crímenes violentos en las hasta hace unos años eran apacibles ciudades del viejo continente. Los cuerpos policiales afrontan un verdadero tsunami. Contrario a lo que muchos ingenuamente piensan, ese polvillo blanco no es recreativo ni inocuo. Altamente adictivo, destila sangre y lágrimas de miles de víctimas inocentes.
La cocaína fue la segunda droga más consumida por quienes ingresaron en las emergencias hospitalarias de Europa. Se estima que estuvo implicada en una quinta parte de los fallecimientos por sobredosis en 2021.
El tráfico y consumo de cocaína procedente de las selvas sudamericanas se desborda en Europa. Los datos más rigurosos indican que los europeos constituyeron el 21% del consumo global en 2021. Casi 2,5 millones de personas entre 15 y 34 años la consumieron el año pasado. El Reino Unido tiene la segunda tasa más alta de consumo mundial, con un 2,7% entre adultos británicos. Se estima que en Inglaterra, Escocia y Gales se consumen anualmente 117 toneladas.
En ascenso
En la última década, el continente ha visto cómo la cocaína se ha infiltrado en sus fronteras a niveles sin precedentes. Impulsada por una insaciable demanda y lucrativos márgenes de ganancia. Las incautaciones han alcanzado cifras récord. La UE confiscó más de 323 toneladas en 2022. Bélgica, Países Bajos y España fueron los países que registraron más decomisos. Solo Amberes registró un aumento a 116 toneladas en 2023. La cocaína es considerablemente más cara en Europa que en Estados Unidos. Un kilo está en el orden de los 35.000 euros frente a los 1.000 dólares en Colombia. Europol valora el mercado callejero europeo entre 7.600 y 10.500 millones de euros. El precio por gramo oscila entre 50 y 70 euros, (38% más barata y 95% más pura que en 2020).
La incautación de cocaína en Europa ha marcado una tendencia ascendente en los últimos seis años. En 2021, en la Unión Europea se confiscó un total de 303 toneladas de cocaína, y en 2022, la cifra se incrementó a 323 toneladas. España registro el año pasado la mayor incautación en su historia: 9,5 toneladas de cocaína escondidas en un envío de plátanos. Bélgica reportó una cantidad casi 14 veces superior a la incautada en 2014. El Reino Unido no se queda atrás, con más de 37 toneladas incautadas entre 2022 y 2023.
El comercio de drogas acarrea consecuencias nefastas. Derramamiento de sangre, caos y violaciones de los derechos humanos se extienden a ambos lados del Atlántico. Los principales productores, Colombia (61%), Perú (26%) y Bolivia (13%), ante la intensificación de la vigilancia ha desarrollado rutas más complejas que incluyen puertos en Ecuador o pasan por Venezuela, para luego seguir hacia Europa a través de África Occidental.
La desmovilización de la FARC multiplicó la oferta
El cambio ocurrido se vincula con la desmovilización de las FARC en 2016, que dejó un vacío y fue rápidamente ocupado por grupos más pequeños y ágiles. “La desmovilización de las FARC, un gigante del narcotráfico, transformó radicalmente la industria de las drogas ilegales en América del Sur. Ahora, una multitud de redes trafican con cada vez más europeos involucrados en el proceso para optimizar y profesionalizar las operaciones.
Fronteras porosas
A diferencia de Estados Unidos y su intensa “guerra contra las drogas”, Europa enfrenta desafíos únicos debido a sus fronteras más “porosas” que representan un riesgo relativamente bajo para los narcotraficantes.
El Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías en marzo su informe anual encontró que en las siete ciudades que han participado consistentemente en el estudio desde 2011 – Amberes, Zagreb, Milán, Eindhoven, Utrecht, Castellón y Santiago– los residuos diarios han pasado de 341 mg/1.000p/día a 747 mg/1.000p/día en 2023. El año anterior, la cifra alcanzó los 800 mg/1.000p/día. Amberes continúa siendo el epicentro del consumo de cocaína en Europa.
Los investigadores analizaron las aguas residuales para estimar el consumo de cocaína, medido en miligramos por cada 1.000 habitantes al día. João Matias, analista científico del EMCDDA y coautor del estudio, aclara que estos análisis reflejan únicamente las drogas consumidas y no las desechadas. El análisis abarcó alrededor de 90 ciudades (Londres, Madrid y Berlín no fueron incluidas).
El informe destaca una tendencia alarmante: la cocaína no es exclusiva de los entornos urbanos. Su presencia se ha extendido por todo el continente europeo. En la mayoría de los países con múltiples ubicaciones estudiadas no se encontraron diferencias significativas entre las grandes ciudades y las zonas más pequeñas.
Sangrienta violencia
El tráfico de cocaína en Europa también genera una ola de violencia y violaciones de derechos humanos a ambos lados del Atlántico. Las ciudades que antes eran pacíficas ahora están plagadas de delincuencia. El narcotráfico, con armas y dinero, corrompe instituciones y fuerzas del orden.
La cadena de suministro de cocaína está marcada por la brutalidad. En Bolivia, los secuestros y extorsiones aumentan cada día. Mientras que en Perú los productores de coca invaden territorios indígenas. Entre 2020 y 2022, más de una docena de indígenas y activistas amazónicos fueron asesinados por carteles de drogas. En Argentina las pandillas reclutan niños y cometen crímenes violentos contra ellos. Ecuador muestra un aumento dramático en las muertes violentas.
Contagiosa
Amberes es un punto caliente para el tráfico de drogas. La mayoría de los sospechosos detenidos en Amberes son de origen holandés. Desde principios de 2022, la policía local ha llevado a cabo más de 1.600 detenciones por tráfico de drogas y unas 85 por violencia relacionada con las drogas. En 2022 hubo 81 tiroteos y explosiones relacionados con el narcotráfico; en los primeros meses de 2023, hubo 25.
Sin duda, el tráfico de cocaína es una amenaza mayor que la crisis terrorista de 2016. Los Países Bajos han sido testigos de asesinatos relacionados con el narcotráfico, los más notorios incluyen la muerte del periodista Peter R. de Vries y la del abogado Derk Wiersum.
Catherine De Bolle, jefa de Europol, ha expresado su preocupación por la infiltración de narcotraficantes en las sociedades europeas. Los criminales reinvierten el dinero ilícito en la economía formal y se mezclan con los empresarios honestos.
Ejército desechable
Mientras más crece el consumo más gente se necesita para mover grande volúmenes d cocaína. Una investigación realizada por The Guardian sacó a la luz una de las peores caras del negocio: cientos, quizás miles, de niños africanos atrapados en las garras del lucrativo tráfico de cocaína en Europa. Los menores se han convertido en piezas clave de una maquinaria criminal que mueve más de 10.000 millones de euros.
Los cuerpos policiales detectaron un flujo de niños vulnerables procedentes del norte de África para operar en las redes de narcotráfico de Europa. La “Mocro Maffia”, una red marroquí que domina amplias zonas alrededor del terminal Eurostar en Bruselas, es uno de los actores principales. La organización utiliza a los menores sin acompañantes en vendedores callejeros. Los consideran ideales: son baratos y desechables.
La captación masiva de menores por las redes de narcotráfico es un patrón que se repite en toda Europa. Un informe policial belga detalla una sesión informativa entre funcionarios europeos especializados en crimen organizado y tráfico humano: “Bélgica, Países Bajos, España y Francia expusieron casos específicos de cientos de menores norteafricanos explotados por redes narcotraficantes para la venta de drogas”.
Trato brutal
La brutalidad con la que operan estas redes es extrema. A los niños les imponen vender una cantidad fija de droga bajo amenaza de ser agredidos sexualmente en grupo. Los videos corroboran que esas amenazas no se quedan en palabras. Otros son coaccionados a mantener relaciones sexuales con adultos para asegurar su lugar en viviendas ocupadas ilegalmente. Un informe dirigido a los funcionarios judiciales neerlandeses desentrañó “redes” regidas por un salvajismo despiadado.
Algunos menores huyen de Bélgica atemorizados ante la posibilidad de ser asesinados por las deudas contraídas con el narcotráfico. Otros se ven forzados a convertirse en soldados infantiles, con órdenes de atacar con cuchillos a bandas rivales. “Los encontramos con heridas atroces que intentan sanar ellos mismos”, dijo una trabajadora social en Bruselas.
También hay reportes de menores desaparecidos. En Londres recientemente se intentó desentrañar la red criminal detrás del hallazgo de niños marroquíes y argelinos terriblemente mutilados que fueron sometidos a torturas. “Los menores marroquíes y argelinos son particularmente vulnerables y frecuentemente caen bajo la explotación de estas organizaciones criminales”, declaró Eric Garbar, comisario judicial belga.
La advertencia está en la cara de cada niño obligado a comerciar drogas. Si Europa no interviene para proteger a estos niños vulnerables acabará pagando un alto precio. Los traficantes callejeros de 12 años de hoy serán los jefes del narcotráfico de mañana. No han podido beneficiarse de la protección y los cuidados adecuados de los Estados europeos y continuarán en sus actividades delictivas y crecerán en poder.
Mercado tentador
Amberes se ha erigido en punto clave del tráfico de cocaína. Un flujo constante de sustancias ilícitas se solapa entre los 12 millones de contenedores que transitan anualmente por su puerto. En una lucha sin tregua. Fueron confiscadas 116 toneladas de cocaína el año pasado, pero apenas el 2% de los contenedores se inspeccionan al llegar a Amberes. Falta el 98%.
Un análisis de InSightCrime estima que la producción de cocaína en Colombia ha experimentado un alarmante incremento de 600 toneladas desde 2018. Superó las 1.738 toneladas en 2022. El ascenso representa 1.200 millones de dólares en el país de origen y más de 20.000 millones en los mercados internacionales mayoristas. Un panorama extremadamente lucrativo para el crimen organizado transnacional. Los precios del narcotráfico reflejan la vorágine del mercado. Un kilogramo de cocaína que cuesta 2.000 dólares en Colombia puede alcanzar los 25.000 dólares en Estados Unidos, 35.000 en Europa, 50.000 en Asia y 100.000 dólares en Australia.
Mientras que en Estados Unidos el consumo de cocaína se mantiene estable, en Europa muestra un crecimiento sostenido. De hecho, de las cinco mayores incautaciones registradas en 2023, la más significativa del año ocurrió en Hamburgo. Se decomisaron 10 toneladas valoradas en 3.500 millones de dólares.
Maximizar las ganancias
El incremento en la detención de criminales europeos en América Latina evidencia una tendencia: se aseguran la droga directamente desde su origen para gestionar personalmente su transporte y maximizar las ganancias por kilogramo. Desde 2019, han sido arrestados 38 narcotraficantes europeos de alto rango en América Latina y el Caribe.
El tráfico marítimo sigue siendo la vía principal para el transporte de cocaína a Europa. Los puertos con capacidad para manejar contenedores internacionales son altamente codiciados por el crimen organizado transnacional. A lo que se suma la flota de cientos submarinos y sumergibles construidos artesanalmente.
La cocaína ha sido durante mucho tiempo la base del crimen organizado transnacional en América Latina y el Caribe. No solo impulsa su evolución e ingresos en la región; también la ha convertido en la más violenta del mundo, con solo el 8% de la población global perpetra casi el 30% de los homicidios.
Europa tiene entre manos un problema que está estallando. Sus autoridades están despertando ante las amenazas que representa el tráfico de cocaína para el continente.
Es urgente la asignación de más recursos e incorporación de nuevas estrategias para combatir este flujo destructivo. Hay que estudiar los pocos aciertos y muchos errores de los países que tienen décadas lidiando con el tráfico de cocaína. Porque con el desembarco masivo de la droga llegan su secuela de adicción, corrupción y violencia. Y si algo ha demostrado Colombia, es que una vez que la coca echa raíces es muy difícil de erradicar.