Einstein decía que Dios no juega a los dados. Pues el clima tampoco. La acción depredadora del hombre tiene consecuencias. En América se están registrando en simultáneo varios fenómenos que lo demuestran. El clima parece enloquecido, pero solo responde a lo que los humanos hemos hecho. En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, los eventos extremos son cada vez más frecuentes.
Se han convertido en una llamada de atención sobre la urgencia de abordar nuestras acciones y su impacto en el planeta. Granizo gigante en Texas, que desafía los registros históricos. Hundimiento inexorable de la Ciudad de México. Inundaciones catastróficas en el sur de Brasil. No son hechos aislados o meras coincidencias meteorológicas. Son síntomas de una crisis ambiental más profunda. Son fenómenos que evidencian la interconexión entre el clima extremo y la actividad humana. Nos recuerdan la importancia de la sostenibilidad y la adaptación en nuestra interacción con el medio ambiente. Si no actuamos ya, iremos de mal a peor.
Granizos gigantes, del tamaño de un melón
En una impresionante demostración de la fuerza de la naturaleza, el Panhandle de Texas fue escenario de un fenómeno meteorológico extremo. Una tormenta eléctrica de rotación intensa desató una lluvia de granizo de proporciones históricas. Con piedras del tamaño de melones, acompañado de la formación de un tornado. El evento es parte de una serie de tormentas severas que azotan Estados Unidos desde Texas hasta Dakota del Norte.
El granizo, que alcanzó diámetros de, al menos. 15 centímetros, está siendo investigado como un posible récord en Texas. Val y Amy Castor, conocidos cazatormentas de News 9 en Oklahoma City, recuperaron una de estas piedras gigantes cerca del embalse de Mackenzie, en el condado de Swisher, Texas. La comparación con una lata de Monster Energy sugiere que la piedra podría superar las siete pulgadas de largo, lo que la colocaría en la categoría de récord estatal. Superando el anterior granizo récord de 15 centímetros registrado cerca de Hondo en 2021.
El Servicio Meteorológico Nacional de Lubbock está actualmente analizando ese granizo extraordinario. Forma parte de una semana notable en el oeste de Texas. El martes anterior, se emitió una alerta de tormenta severa que predecía granizo “del tamaño de un DVD”. Efectivamente, piedras de entre 4,5 y 5 pulgadas de diámetro cayeron cerca de Pettit, al oeste de Lubbock.
El granizo “gargantuesco”, un término científico para esas formaciones de más de 15 centímetros de diámetro, requiere condiciones excepcionales para su formación. Corrientes ascendentes de tormenta poderosas son necesarias para mantener suspendidas estas piedras mientras se acumulan capas adicionales de hielo. Cuando la piedra se vuelve demasiado pesada para ser sostenida por la corriente ascendente, cae a la Tierra a velocidades que pueden superar los 160 km/h.
Tornado en el Panhandle de Texas
La tormenta que produjo este granizo también generó un tornado cerca de Silverton, en el sur del Panhandle de Texas. Fue capturada en una imagen espectacular por Steve Thompson, meteorólogo del Oklahoma Mesonet, cerca de Palo Duro Canyon. La tormenta adquirió rotación de un límite de flujo de salida remanente y fue esculpida por vientos cambiantes en altura, lo que resultó en una estructura impresionante.
Además del granizo y los tornados en Texas, se registraron fuertes vientos en el oeste de Nebraska y otros tornados en Dakota del Sur. En total, se contabilizaron más de 150 incidentes de mal tiempo. Se anticipan más tormentas severas para el noreste de Texas, Oklahoma, Arkansas y el oeste de Luisiana el lunes, con la posibilidad de tornados a lo largo de la frontera occidental de Oklahoma-Texas. También se pronostican en Kansas City, Omaha y Des Moines en los próximos días antes de que un período de calma se instale en los 48 estados inferiores.
La sed hunde Ciudad de México
La Ciudad de México, una metrópolis erigida sobre el lecho de antiguos lagos, enfrenta un fenómeno de hundimiento progresivo que, según estudios recientes, podría resultar en una compresión de hasta el 30% de las capas de arcilla subterráneas. El dato, publicado en la revista Advancing Earth and Space Sciences y retomado por la UNAM, pone de manifiesto la vulnerabilidad de la capital ante el cambio climático y la gestión del agua.
Con 591 puntos de fractura identificados, el hundimiento no solo es evidente en el Centro Histórico, sino también en 12 áreas críticas repartidas por las alcaldías de Benito Juárez, Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac y Xochimilco. La extracción de agua subterránea es el principal culpable de este fenómeno, que se agrava por el peso de la urbanización y la sequedad del antiguo lecho lacustre. «Actualmente, el 70% del agua potable de la ciudad proviene de pozos de extracción de agua subterránea. Lo que continúa agotando los acuíferos de la región», apunta el artículo de la UNAM.
La UNAM advierte sobre las consecuencias de siglos de drenaje de los acuíferos: la compresión y fractura de las capas de arcilla a un ritmo alarmante, comprometen la infraestructura y la seguridad hídrica de millones. Eddie Bromhead, ingeniero geotécnico de la Universidad de Kingston, subraya la gravedad de construir sobre terrenos propensos a la compactación y la importancia de evitar la extracción indiscriminada de agua.
Una crisis ambiental que amenaza la integridad de la ciudad
El Atlas Nacional de Riesgos del Cenapred ilustra un anillo de alto riesgo en la Ciudad de México, donde los hundimientos son más pronunciados. Aunque el hundimiento no siempre es visible, las inundaciones recurrentes durante la temporada de lluvias revelan la realidad de una ciudad que se hunde de manera desigual. El problema no solo afecta a los ciudadanos, también a la infraestructura vital. Como la red de abastecimiento de agua y las calles.
Desde principios del siglo XX, la tasa de hundimiento ha variado, acelerándose dramáticamente en 1958 con el desarrollo urbano y la extracción de agua a través de pozos profundos. Aunque se han tomado medidas para limitar esta extracción, las tasas de hundimiento siguen siendo preocupantes. «Ya 1,1 millones de casas en la ciudad en expansión carecen de acceso a agua potable. La mayor parte de las fisuras y fracturas del suelo se están produciendo en áreas de bajo nivel socioeconómico».
Las estimaciones actuales muestran una compresión de las capas de arcilla de hasta un 17%, anual. Proyecciones futuras sugieren una compresión de hasta un 30% en los próximos 150 años. El análisis subraya la urgencia de abordar el hundimiento de la Ciudad de México como un síntoma de una crisis ambiental más amplia, que requiere una acción inmediata y sostenida para proteger la integridad de la ciudad y la seguridad de sus habitantes.
«Los residentes lo suficientemente ricos pueden permitirse mudarse a áreas menos vulnerables o comprar agua en otro lugar. Pero si no se toman pronto medidas drásticas, el resto se verá obligado a hundirse junto con la tierra»
Science Alert
Inundaciones más intensas y frecuentes
Las devastadoras inundaciones que han asolado el sur de Brasil, con una intensidad y duración sin precedentes, son ahora el doble de probables debido a la acción humana. Específicamente la quema de combustibles fósiles y la deforestación. Este desastre natural dejó un saldo de 169 vidas perdidas, hogares destruidos y cosechas arruinadas, exacerbado por la deforestación y la falta de inversión y preparación adecuadas.
Un equipo internacional de científicos advierte que si no se toman medidas drásticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, eventos catastróficos como este se volverán más comunes. En Rio Grande do Sul y Uruguay, cientos de miles luchan por reconstruir sus vidas después de un mes de lluvias incesantes que desplazaron a 80.000 personas y dejaron a más de un millón sin servicios básicos.
El 1 de mayo, Santa María registró un récord de lluvia de 213,6 mm en 24 horas. En Porto Alegre, dos meses de lluvia cayeron en solo tres días. Transformaron la infraestructura de la ciudad y cerrando su aeropuerto internacional. Se estima que el coste económico de la catástrofe superará los 1.000 millones de dólares. Entre otros impactos afectará el precio del arroz y los productos lácteos a nivel nacional.
La región ha pagado un alto precio por su enfoque en la agricultura, con la tala de defensas naturales contra inundaciones como bosques y humedales. La situación en Porto Alegre se agravó por los defectos de las defensas contra inundaciones, que fallaron a los 4,5 metros, muy por debajo de su capacidad de contención de 6 metros.
Mala influencia humana
Los científicos del grupo World Weather Attribution han confirmado la influencia humana en la catástrofe. Es la cuarta inundación en el estado en año y medio. Sus análisis muestran que el cambio climático ha hecho que las lluvias extremas sean entre dos y tres veces más probables y entre un 6% y un 9% más intensas, un efecto comparable al de El Niño.
El calentamiento global está desplazando el cinturón tropical hacia el sur. Bloqueando los frentes fríos y haciendo que las inundaciones sean más probables en Rio Grande do Sul. Además, está aumentando la frecuencia de fenómenos como El Niño y La Niña, asociados con condiciones meteorológicas extremas.
Los investigadores advierten que si el calentamiento global alcanza los 2 °C, este tipo de catástrofes serán entre 1,3 y 2,7 veces más probables. Lincoln Alves, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil, enfatiza que el clima del país ya ha cambiado y que es crucial reconocer esta nueva realidad.
Para mitigar futuras catástrofes sugieren una planificación urbana más sólida, mayores inversiones en defensas contra inundaciones y atención al desarrollo social equitativo. La importancia de proteger y reforzar las barreras naturales es la acción a la que Regina Rodrigues, de la Universidad Federal de Santa Catarina, le confiere prioridad.
Detener el calentamiento global
En última instancia, la acción más crítica es reducir rápidamente la quema de combustibles fósiles y la deforestación, que están causando estragos a nivel global. Ese enfoque integral es esencial para enfrentar la creciente amenaza del cambio climático y proteger a las comunidades vulnerables de futuros desastres naturales.
La convergencia de desastres naturales en diferentes partes del mundo nos obliga a reflexionar sobre nuestra responsabilidad colectiva en la gestión del medio ambiente. A medida que avanzamos, debemos aprender de cada desastre y utilizar estos conocimientos para construir un mundo más seguro y sostenible para las generaciones venideras.
Las comunidades, especialmente las más desfavoracidas, son las que enfrentan las consecuencias inmediatas de estos eventos. Por lo que es imperativo que los líderes mundiales, científicos y ciudadanos trabajen juntos para mitigar los efectos del cambio climático. La adopción de políticas orientadas al uso de energías limpias, inversión en infraestructura sostenible y conservación de los recursos naturales son pasos críticos hacia un futuro más resiliente. El clima no es que haya enloquecido, pero como Dios, tampoco juega a los dados.