Por Cambio16
24/11/2016
«Me encanta rediseñar a mi esposa«. Lo dice Phillip Craft (47), un cirujano plástico que tiene su clínica en Miami (EEUU) y no para de hacer pasar a su mujer por el quirófano para convertirla, según él, en la mujer perfecta.
Ya la operó 24 veces. Seis de ellas de rippling, esos pliegues que se forman cuando se agrandan los pechos. Esa marca antiestética que la mayoría de las implantadas lleva como una etiqueta de fábrica toda su vida. El doctor Craft también le retocó varias veces los glúteos, le hizo liposucciones, contorno corporal, cintura, escultura abdominal, rellenos de mejilla y labios, y aplicaciones variadas de botox.
Llevan 21 años de matrimonio y Anna (de 43 años), su mujer, acepta con placer la definición de su esposo: «es la modelo que uso para practicar mis técnicas». Ella confirma: «Me encanta que sea así. Gracias a él tengo un cuerpo maravilloso».
Al principio no fue así. Inicialmente rechazó las peticiones de su esposo para retocarle el cuerpo. Pero algo la hizo cambiar de opinión: el nacimiento de sus hijos, Aston (13) y Phillip Jr. (11).
Lo que asusta un poco es la opinión que tiene Anna sobre el trabajo de su marido: «A Phillip le encanta rediseñar sus autos deportivos, nuestros muebles y sobre todo a mí. Y yo dejo que me afine».
Y cuenta cómo se siente: «Ha mejorado mis pechos hasta dejarlos maravillosos, ha esculpido mi cintura y me ha inyectado rellenos en la cara. Incluso dejó totalmente plano mi abdomen».
Phillip encuentra en su mujer la mejor manera de publicitarse: «Siempre le digo a los pacientes: ‘Si quieres saber qué tan buen cirujano soy, entonces mira a mi esposa’. Anna está lo más cerca posible de la perfección».
Y no duda en afirmar: «Después de mis cambios quirúrgicos su cuerpo es más hermoso ahora que cuando la conocí y tenía 22 años».
Phillip puso los ojos en Anna cuando la vio en la tienda de regalos del hospital en el que él estaba estudiando, en 1995. Fue amor a primera vista. Lo cuenta: «Anna se había inclinado para recoger una tarjeta que se le había caído. Vi sus hermosas piernas, y a partir de ese momento supe que me engancharía con ella toda la vida».
La primera vez que retocó el cuerpo de Anna fue en 2006. Ella dio a luz a su primer hijo, y al mirarse al espejo no le gustó como tenía su cuerpo: «Sentí que mi figura no era la misma. Estaba ayudando a Phillip en el trabajo y veía salir a todas esas hermosas mujeres de 60 años, con cuerpos maravillosos, después que él las operara. Ahí es cuando pensé que yo también podía ser operada. Quería sentirme mejor conmigo misma. Además sabía que a Phillip le encantaría operarme».
Pero fue recién después del nacimiento de su segundo hijo, en 2005, y con 32 años a cuestas, que le permitió que Phillip trabajara sobre ella. Su primer retoque fue un aumento de pechos.
El doctor recuerda: «Durante sus embarazos, Anna perdió el 40 por ciento del volumen de sus pechos, pero luego de la cirugía le quedaron brillantes. Anna quedó tan encantada con los resultados que me pidió que le hiciera otras cirugías».
Ella asiente: «La cirugía plástica es algo hermoso y me encanta que Phillip haga su magia conmigo. Estoy orgullosa de ser llamada su esposa diseñada».
Phillip siguió con su tarea: «Luego le hice una liposucción en su cintura y la contorneé para hacerla mucho más profunda. Ahora, cuando Anna lleva sus pequeñas bikinis, todos se detienen a mirar sus curvas. También mejore sus nalgas. Después de sus embarazos la Madre Naturaleza hizo que su cola se cayera. Yo la puse en su lugar».
Anna también comenzó a recibir inyecciones faciales para completar su cambio de imagen. Ella dice: «Botox y rellenos son necesidades básicas para cualquier mujer que pasó los 25 y quiere mantener su belleza. Parecer natural no siempre significa ser natural».
No piensa detenerse en los cambios: «Estoy totalmente abierta a la mejora de mí misma. Sólo vivimos una vez. Pero no todo es cirugía. Ella no te da carta blanca para comer lo que te gusta. Entreno diariamente y llevo una dieta equilibrada. Como mucho pescado y carne de vaca alimentada con hierba».
Phillip dice que tener a Anna trabajando junto a él ha sido maravilloso: «Anna tiene una figura hermosa. Se ve absolutamente magnífica. Las clientas la toman a ella como el modelo a copiar».
El doctor dice que su mujer es su mejor obra. Los que aman lo visual, aplaudirán a esta pareja. Entre nosotros, y en voz baja: una estría, un poco de pancita, una arruguita. Todo eso, en una mujer también es bello. Porque es parte del paso del tiempo y es auténtico.
Una botella de plástico puede tardar 1.000 años en degradarse. Durante todo ese tiempo sigue siendo eso: plástico. Una obra de arte es La Piedad de Miguel Ángel. No una mujer rellena de botox. Pero Phillip y Anna viven en su burbuja. Él cree que es un artesano. Y ella que vivirá por siempre bella. Sin degradarse. Como una botella de plástico…