El cambio de régimen en Afganistán, con la llegada de los talibanes, contribuyó a reducir en un 9 % las cifras de atentados y víctimas en el mundo, indica un informe del Instituto para la Economía y la Paz (IEP). No obstante, las cifras han empeorado en el resto del mundo.
Con el cambio de régimen, se redujo en un 58 % las muertes consideradas como víctimas de atentados en Afganistán. Sin embargo, el país se mantiene por cuarto año consecutivo como el más golpeado y con las peores cifras del terrorismo. 633 muertes y 225 incidentes.
El año 2022 fue trágico, pero no tanto como años anteriores. En total se registraron 3.955 atentados. Con respecto a 2021 es un 28 % menos. Unas 6.701 personas fueron víctimas de ataques, pero la cifra supone un 38 % menos respecto al pico máximo que alcanzó el terrorismo en 2015.
La situación empeora en el resto del globo
Serge Stroobants, director para Europa, Oriente Medio y el Norte de África del IEP, señaló que sin tener en cuenta Afganistán, en el resto del mundo el terrorismo ha tenido un incremento del 4 %.
El Estado Islámico (EI) es el grupo con más ataques por octavo año consecutivo, con un total de 410, y 1.045 muertos a sus espaldas. Le sigue la milicia yihadista Al Shabab, que opera en el Este de África y causó 784 muertes en 315 atentados. Mientras que por regiones el Sahel fue la más golpeada por la violencia, con un incremento del 9 % en las muertes, que representan el 43 % de las víctimas de terrorismo del mundo. De ahí, los países más afectados son Burkina Faso y Mali, que acumulan el 73 % de las víctimas en la región.
En Burkina Faso las cifras de muertes causadas por el terrorismo aumentaron un 50%, hasta 1.135, y el número de muertos por atentado aumentó un 8%. Lo que deja al país con el mayor número de víctimas mortales. Según Stroobants hay una interconexión entre la degradación ecológica, las dificultades de gobernanza y la inestabilidad política. Aseguró que todos esos factores coinciden en países como Burkina Faso y Mali, «y crean el ambiente perfecto para las organizaciones terroristas».
Asimismo, el informe destaca que el uso deficiente del agua, la falta de alimentos, la polarización étnica, el fuerte incremento poblacional, las intervenciones externas y la competición geopolítica están entre los «complejos y sistémicos» factores que han desestabilizado el Sahel.
Los atentados son más mortíferos
En lo que respecta al Oriente Medio y el norte de África, se registró un descenso del 32 % de muertes por terrorismo en 2022. Es decir, unas 791 víctimas, lo cual indica el menor número de decesos en la zona desde 2013.
Por su parte, el Occidente continuó la tendencia a la baja que presenta desde 2017 con el número de ataques registrados, pero este año aumentó la cantidad de víctimas. El año pasado hubo 40 atentados terroristas, un 27 % menos respecto a las 55 del 2021. Pero estos fueron más mortíferos, elevando el número de víctimas mortales de nueve en 2021 a 19 en 2022.
Diez de estas muertes se le atribuyen a un atentado en Estados Unidos, cuando un hombre armado mató a civiles en un supermercado de Buffalo, en Nueva York. El informe destaca que el terrorismo con motivaciones ideológicas, es decir, el relacionado con el extremismo político, continúa siendo el más común en Occidente. Además, resalta que los ataques de inspiración religiosa se han reducido en un 95 % desde 2016.
Grupos terroristas ganan terreno
Según el informe la dinámica del terrorismo está cambiando. De los 3.955 atentados terroristas registrados en 2022, el 33 % no se atribuyó a ningún grupo. Al mismo tiempo ponen de relieve a los dos grupos terroristas más mortíferos, los cuales fueron el Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA) y Jamaat Nusrat Al-Islam wal Muslimeen (JNIM). El BLA, que opera en Pakistán, es ahora el grupo terrorista de más rápido crecimiento en el mundo, con un aumento de nueve veces de las muertes por terrorismo, hasta 233 muertes en 2022.
Steve Killelea, fundador y presidente ejecutivo del IEP, dijo que el terrorismo «sigue siendo una grave amenaza para la paz, con mínimos avances en los últimos tres años». Agregó que los yihadistas islámicos han demostrado su capacidad de adaptación, buscando zonas de inestabilidad en las que poder operar. «Cada vez es más evidente que para hacer frente al terrorismo se necesitan enfoques sistémicos, que incluyan abordar la mala gobernanza, los bajos niveles de capacidad gubernamental, la pobreza, los agravios de los grupos y el uso de la fuerza cinética», aseguró.
Debe continuar la lucha mundial contra el terrorismo
Killelea además habló sobre el papel de la lucha mundial contra el terrorismo en un año que se vio marcado por la guerra en Ucrania. Destacó que mientras el conflicto de Ucrania consume la atención del mundo y sus recursos, «es crucial que la lucha mundial contra el terrorismo siga ocupando un lugar destacado en la agenda política».
Pidió a la comunidad internacional que su respuesta siga evolucionando, a medida que evolucionan las cifras del terrorismo. «No es momento para la autocomplacencia, y la pérdida de atención provocará un aumento de la amenaza terrorista en el futuro», expresó. Para el presidente ejecutivo del IEP la lucha contra el terrorismo es una de las pocas áreas en las que las superpotencias mundiales tienen un objetivo común.