Más de 4,5 millones de vidas se ha cobrado la pandemia de la COVID-19, pero las nefastas cifras podrían ser aún peores. Una reciente investigación de The Economist revela que el número real es mucho mucho mayor y estaría entre los 15,2 millones y los 18,1 millones de fallecidos.
Muchas personas que murieron por el virus ni siquiera se enteraron que lo tenían, otras quizá lo sospechaban pero no se hicieron test, por lo que no entraron en las cifras oficiales de COVID-19. El enfoque de The Economist es tratar de contarlas todas utilizando el método estándar de seguimiento de los cambios en la mortalidad total, el «exceso de mortalidad». Un número que refleja la brecha entre cuántas personas murieron en una región durante un período de tiempo determinado, independientemente de la causa, y cuántas muertes se habrían esperado si no hubiera ocurrido una circunstancia particular, como un desastre natural, por ejemplo.
El problema al levantar el mapa de la mortalidad es que no todos los países cuentan con datos de exceso de muertes. Solo los tenían 84 de 156 con más de 1 millón de habitantes. Para el resto de países, The Economist elaboró un modelo estimativo basado en más de un centenar de indicadores estadísticos.
Las cifras reales de fallecidos por COVID-19 son aún peores
El estudio estima que hay un 95% de probabilidad de que el valor oficial no sea el valor real, sino que haya muchas más muertes adicionales. De igual forma, explican que se trata de un número aproximado, pues calcular el exceso de muertes en todo el mundo es complejo e impreciso.
The Economist argumenta que los datos reales de fallecimientos atribuidos a la COVID-19 dejan en claro que la enfermedad causó la muerte de muchas más personas de lo que sugieren las estadísticas oficiales. Muchos de los países más afectados del mundo se encuentran en América Latina. Asimismo, en Rusia, donde el recuento oficial indica que no son tantas las víctimas, pero el estudio sugiere que ha sido bastante afectado por el SARS-CoV-2.
Balance de The Economist
En la India pasa algo similar. La investigación estima que el número de muertos es de millones y no de cientos de miles. Otras conclusiones incluyen a España e Italia con la mayor tasa de mortalidad en Europa occidental (duplican las de Francia y triplican las de Alemania y el Reino Unido). España fue el país de Europa occidental con la peor tasa de fallecimientos entre los mayores de 65 años, especialmente en la primera ola, entre marzo y junio de 2020.
Por otro lado, Suecia tiene unas cifras de mortalidad por la COVID-19 mucho peores que Noruega o Finlandia, que adoptaron medidas más extremas. La tasa de mortalidad es de 91-100 muertos por cada 100.000 habitantes.
Estados Unidos es el país más afectado. Sin embargo, The Economist lo sitúa con peores cifras de mortalidad que España. También está lejos de la media europea, entre 230 y 250 fallecidos por cada 100.000 habitantes. En China, sin embargo, el país donde empezó la pandemia ha sufrido menos mortalidad que la mayor parte del mundo. 32 muertes por cada 100.000 habitantes.
La comunidad médica exige acción climática urgente
Más de 200 revistas médicas de todo el mundo publicaron un editorial conjunto para exigir a los líderes mundiales que tomen medidas urgentes con el fin de impulsar la acción climática, restaurar la biodiversidad y proteger la salud. Entre las revistas figuran las de mayor prestigio mundial, como The Lancet, East African Medical Journal, The British Medical Journal (BMJ), Chinese Science Bulletin, National Medical Journal of India o la Medical Journal of Australia (MJA).
Entre las peticiones se encuentra hacer todo lo posible para mantener el aumento de la temperatura media por debajo de 1,5 °C. También, emprender las acciones necesarias para restaurar la naturaleza y evitar nuevas pandemias. Ambos objetivos sólo se pueden lograr si los gobiernos de los países ricos se muestran mucho más solidarios y logran atender las necesidades del resto de la población mundial.
«Hace mucho tiempo que los profesionales de la medicina estamos preocupados por los graves efectos para la salud del cambio climático, pero nuestras voces no son atendidas. La publicación de este editorial, sin precedentes a nivel mundial, quiere mostrar nuestra gran preocupación ante los gobiernos», dijo el Dr. Richard Smith, presidente de la Alianza Sanitaria para el Cambio Climático del Reino Unido.
Por otro lado, Eric J. Rubin, editor en jefe de The New England Journal of Medicine, uno de los coautores del editorial, señala que el medioambiente y la salud están entrelazados, y que su deber como profesionales médicos y de salud pública es involucrarse activamente para limitar las causas de la crisis climática.
El editorial se publica justo antes del inicio de la Asamblea General de la ONU, que comienza el 14 de septiembre. Además, se espera la celebración noviembre de la Cumbre del Clima (COP26) en Glasgow, en el Reino Unido.