Por Cambio16/Efe
27/03/2016
La alfombra de flores, velas, peluches, cartas e incluso juguetes que depositan jóvenes, mayores y niños desde el martes en el suelo delante de la escalinata de la Bolsa ha sido de nuevo este domingo escenario de un homenaje multitudinario a las víctimas de los atentados, pese a que las autoridades y los organizadores les habían instado a no acudir a la marcha por motivos de seguridad. Cientos de belgas vencieron el miedo y se concentraron para mostrar su rechazo al terrorismo. Este acto se ha visto enturbiado por la irrupción de radicales de la ultraderecha.
La policía estuvo en todo momento presente y un helicóptero sobrevolaba el centro de la ciudad, donde en el quinto día desde el ataque siguen incrementándose los mensajes escritos con tiza en paredes y suelo, las banderas de varios países y las personas que acuden con pancartas para transmitir al mundo que «los terroristas no tienen humanidad y ninguna religión«, «no hay terrorismo en el islám, el islám es la paz» o «Bruselas mi amor, no morirás».
El imán Essan Secundar, que gestiona varias mezquitas de la comunidad musulmana Ahmadía en Bélgica, fue la persona que mostró la pancarta de que los terroristas no tienen humanidad, y dijo a Efe que «debemos unirnos todos contra ellos«. Preguntado por el hecho de que los terroristas suicidas que atentaron en Bruselas eran belgas de la comunidad musulmana, el imán quiso destacar que «no es algo de una comunidad o de un país», sino un problema que afecta a muchas otras naciones, por lo que precisamente por eso «debemos unirnos contra esos criminales».
A su lado, una familia marroquí, gritaba «viva Bélgica» con pancartas expresando su «amor» por el país en el que viven. Su canto espontáneo fue recibido con un gran aplauso y vítores por los demás ciudadanos. Los atentados contra la capital belga tienen además un claro vínculo con el ataque del 13-N en París.
Laurent, un francés residente en Bélgica desde 1972, señaló que siente «pena» sobre todo por los atentados en el país que le acogió, pero también subrayó que no es algo que solo afecta a este país, y recordó el atentado contra el semanario galo Charlie Hebdo, el de París, el de Londres o el del 11-M de Madrid…». Este hombre quiso venir a la Bolsa «porque el Gobierno ha dicho que no fuéramos» y «es el pueblo el que decide».
Pese a las intensas críticas que recibe estos días el Gobierno federal por no haber manejado con diligencia algunos datos que tenían de antemano sobre los terroristas, Laurant considera que el Ejecutivo del primer ministro, Charles Michel, «ha hecho lo que pudo» y alabó sobre todo «el trabajo de la Policía». Acaba la frase y se escucha de lejos pero acercándose rápidamente unas personas coreando con fuerza algo inaudible.
De repente, más de cien ultras, vestidos de negro y la mayoría con las cabezas rapadas, llegaron desde De Brouckere con paso firme y aceleradamente, gritando «Belgian Hooligans» y «estamos en nuestra casa». Algunos encienden bengalas. La tensión y el susto escrito en las caras de los ciudadanos fue palpable de inmediato y el desconcierto reinó unos segundos. No faltaron los saludos nazi y las cervezas en mano de los ultra.
Los neonazis se desplegaron en fila delante de la alfombra de flores mirando como en un desafío hacia la escalinata de la Bolsa de enfrente, donde muchos musulmanes, entre ellos el imán y la familia marroquí con sus niñas abogaban un instante antes por la paz. Requirió sólo un minuto hasta que la ciudadanía comenzó a reaccionar y a abuchear a los ultra, tratando de elevar su voz para acallar los gritos de los hooligans.
Poco después, la mayoría de los ultra decidió «asaltar» la escalinata y desplazar a los ciudadanos de la escalinata, hasta que al final sólo quedaban ellos en los escalones de la Bolsa. Los antidisturbios con sus escudos y cascos y porras fueron desplegados rápidamente al lugar. Inmediatamente rodearon a los hooligans en la escalinata y en el otro lado de la alfombra, y les desplazaron para vaciar la plaza y echarlos del lugar de homenaje a las víctimas.
La policía empleó cañones de agua para despejar la plaza ya sólo repleta de neonazis. Una decena de ellos fue detenida. Un flamenco que dijo a uno de los ultras que no podía creer que buscaran un enfrentamiento precisamente este domingo en la Bolsa, recibió como respuesta que «ya hemos sido lo bastante tolerantes» con los extranjeros que viven en Bélgica.