¿Qué nos espera después de esta vida? ¿Otra vida sin tiempo ni espacio? ¿Apacible, agitada o, simplemente nada? Muchos son los testimonios de personas que han atravesado el umbral de la muerte pero quedan a salvo. La mayoría observa una luz y un estado de quietud e incluso de disfrute. Otros comentan que, en segundos, el resumen de sus vidas pasa ante sus ojos. Más allá de las interpretaciones filosóficas, religiosas y metafísicas, los científicos parecen tener algunas pistas de lo que ocurre en el cerebro antes de la muerte y han registrado una lucidez cognitiva previa.
Una nueva investigación ha creado mediciones y métodos para capturar mejor los fenómenos del final de la vida. E identificar nuevos enfoques para mejorar la calidad de la reanimación después de un paro cardíaco. Sam Parnia, MD, PhD, profesor asociado de medicina y director de investigación en cuidados críticos y reanimación en NYU Langone lidera los estudios.
Durante dos décadas, Parnia ha dirigido investigaciones pioneras sobre las experiencias recordadas de la muerte, particularmente entre los sobrevivientes de un paro cardíaco. Los innovadores estudios examinaron de cerca las experiencias de cientos de pacientes con esta afección antes de ser reanimados. Entre los hallazgos intrigantes, muchos supervivientes informaron procesos de pensamientos lúcidos, bien estructurados, una mayor conciencia.
Describieron haber visto a familiares fallecidos y haber revisado sus acciones e intenciones hacia los demás a lo largo de sus vidas, y luego, muchos recordaron detalles de su reanimación.
¿Lucidez cognitiva en la muerte?
Este equipo logró, entre otros hallazgos, vislumbrar cómo se ven las ondas cerebrales humanas en una persona moribunda.
Después de una caída, un hombre de 87 años acudió a la sala de emergencias. Y se deterioró rápidamente mientras estaba conectado a una máquina de electroencefalógrafo (EEG) que capturaba sus ondas cerebrales mientras pasaba por un ataque cardíaco.
Señaló Parnia que esta no es la primera vez que han visto la actividad cerebral en una persona moribunda. Algunos pacientes a los que se les ha retirado el soporte vital se les han tomado registros EEG simplificados, aunque se han limitado a señales de la corteza frontal. Este, sin embargo, es el primer caso de grabaciones detalladas que pueden arrojar algo de luz sobre lo que experimentamos cuando morimos.
“Desde hace décadas, la gente ha informado de episodios de lucidez paradójica y de mayor conciencia en relación con la muerte. Esto es intrigante ya que parece estar ocurriendo en áreas del cerebro que se cierran en relación con la muerte”, confió Parnia a Popular Mechanics.
“En el pasado se había asumido que podrían ser simplemente anécdotas”, argumentó el experto. “Pero las encuestas han indicado que este fenómeno ocurre en alrededor del 10% de la población (lo que sugiere) que alrededor de 800 millones de personas viven con esto”.
El equipo de científicos insiste en indagar qué ocurre en el cerebro antes de la muerte: ¿una lucidez cognitiva previa?
Al final de la vida
El grupo científico que trabajó con el paciente pudo capturar unos 900 segundos de actividad cerebral y centró la mayor parte de su análisis en los primeros 30 segundos antes y después de que el corazón del paciente dejara de latir. Inmediatamente después del paro cardíaco, notaron cambios en las ondas cerebrales involucradas en funciones cognitivas de orden superior. Incluido el procesamiento de información, la concentración, la recuperación de la memoria, la percepción consciente y las diferentes etapas de los sueños.
Esto posiblemente indica que el cerebro estaba participando activamente en el recuerdo de la memoria. “Lo más enigmático es que esto parece ocurrir cuando el cerebro se apaga al final de la vida”, resaltó. “El estudio respalda estas descripciones y ciertamente plantea la posibilidad de que se haya descubierto un marcador de lucidez cognitiva en la muerte”.
Aun así, el equipo que trabajó con el paciente no puede estar seguro de que su vida estuviera pasando ante sus ojos porque su salud ya estaba deteriorada en el momento de su muerte. Había sufrido lesiones cerebrales que incluían sangrado, hinchazón y convulsiones. Además, había estado tomando medicamentos anticonvulsivos, lo que complica aún más la apariencia de los datos y su interpretación.
El equipo no disponía de escáneres sanos del cerebro del paciente para compararlos con los escáneres más recientes en los que el paciente ya estaba en declive, revela el estudio.
Profundidades de la conciencia
El grupo que trabajó con este paciente teorizó que el «acoplamiento cruzado» entre las ondas alfa y gamma indica recuperación de recuerdos en pacientes sanos. Sin embargo este paciente en particular podría haber estado experimentando un «recuerdo de la vida». O lo que a menudo se dice, como que la vida de alguien está pasando ante sus ojos horas antes de fallecer.
Las ondas cerebrales alfa se producen cuando estamos alerta pero tranquilos y nos ayudan con actividades como el aprendizaje y la coordinación. Las ondas gamma son las más rápidas y están asociadas con un alto nivel de alerta, cognición, memoria y concentración.
Según Parnia, mientras el cerebro está en proceso de apagarse y morir, “hay desinhibición de partes del cerebro (es decir, aparición de funciones) que normalmente están deprimidas por nuestra actividad cerebral habitual”. Como las que utilizamos para obtener energía. a través de nuestras tareas diarias. Debido a esto, se nos concede acceso a lo que Parnia llama “aspectos de la realidad o lucidez cognitiva en el momento de la muerte a los que normalmente no tendríamos acceso”. Incluidas las profundidades de nuestra conciencia.
No obstante consideró que aprender más sobre lo que sucede dentro de nuestro cerebro durante la muerte es esencialmente imposible, porque los científicos necesitarían observar la actividad neuronal de sujetos sanos.
«No anticipamos la muerte en sujetos sanos y, por lo tanto, no pudimos obtener registros en la fase cercana a la muerte en ninguna otra circunstancia que no sea en circunstancias que involucren condiciones patológicas en entornos hospitalarios de cuidados intensivos», señaló el estudio. Después de todo, el hecho de que el equipo fuera capaz de capturar las ondas cerebrales del paciente de 87 años cuando moría se produjo por pura casualidad.