Pasar una mala noche, entendiéndola como no poder dormir, suele ir acompañado de jaqueca y una buena dosis de malhumor al día siguiente. Otras personas, tal vez las menos, lejos de estar cascarrabias se sienten de mejor ánimo. Este hecho y estas dos reacciones se vienen estudiando desde hace siglos, encontrando poco a poco algunas respuestas. Estudios recientes afirman que el insomnio puede ayudar a aliviar la depresión.
Varias investigaciones han ido entretejiendo resultados y dando pistas del por qué esta inquietante causa-efecto y si en realidad la hay. En 1818, el psiquiatra de la Universidad de Leipzig, Johann Christian August Heinroth, fue el pionero en la formulación de esta hipótesis. Sugirió entonces que la privación parcial o total del sueño podría ser temporalmente eficaz contra la «melancolía», como se le decía antes a la depresión.
Descubrió que esto era cierto sólo en un determinado subconjunto de pacientes: alrededor del 60 por ciento. Más de cien años después, reseña NautilUs, en la década de 1970, se registraron algunos avances. Surgió evidencia de que una “resincronización” de los ritmos circadianos alterados podría ser responsable de la mejora del estado de ánimo de los pacientes deprimidos después de una noche sin dormir.
Más recientemente, los investigadores han detectado que un neurotransmisor involucrado en la recompensa, conocido como dopamina puede desempeñar un papel en este efecto. Al igual que la neuroplasticidad que es la capacidad del sistema nervioso para reorganizarse en respuesta a estímulos. Pero los mecanismos neuronales precisos responsables siguen sin estar claros.
Insomnio y depresión, una extraña relación
Philip Gehrman, profesor de psicología clínica de la Universidad de Pensilvania, y su equipo, publicaron un estudio en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias que proporciona más evidencia del fenómeno el insomnio y las mejoras de pacientes con depresión.
Señalaron que conexiones más estrechas entre ciertas regiones del cerebro pueden tener algo que ver con eso. Los investigadores descubrieron que una noche de falta total de sueño puede mejorar temporalmente el estado de ánimo en algunas personas sanas y deprimidas. Y que estos individuos muestran una mayor conectividad entre la amígdala -que procesa emociones y memoria- y la corteza cingulada anterior, que es responsable de la toma de decisiones y del aprendizaje.
Gehrman advirtió que ninguno de nosotros, especialmente aquellos que sufren de depresión, debería intentar automedicarse hasta el amanecer. Pero dijo que sus hallazgos podrían ayudar a los científicos a identificar otras formas de terapia para esta afección, que es tan difícil de tratar.
«Lo que nuestros resultados sugieren es que la privación terapéutica del sueño puede apuntar directamente a estos circuitos», precisó. «Si podemos encontrar una manera de atacar esos circuitos de otra manera que no sea la privación del sueño, puede ser posible desarrollar tratamientos para la depresión más rápidos y más sostenidos que el insomnio».
Uno de ellos, propuso Gehrman, podría ser un enfoque conocido como estimulación magnética transcraneal. Es un sistema que utiliza ondas magnéticas enviadas desde fuera del cráneo para estimular las células nerviosas del cerebro implicadas en el control del estado de ánimo.
Hasta ahora, estos tratamientos han sido difíciles de utilizar. Las ondas magnéticas tienen que llegar a áreas muy precisas del cerebro para que sean efectivas.
Buenos para unos y no tanto para otros
El profesor confió que los circuitos que responden a la falta de sueño servirían como objetivos futuros valiosos para la estimulación magnética. Aunque este enfoque tendría que probarse primero en ensayos clínicos. Para el estudio se evaluaron a 30 personas con trastorno depresivo mayor mientras se les privaba del sueño. También observó a otras 54 personas sin depresión, 16 de las cuales durmieron normalmente durante todo el estudio y fueron utilizadas como controles.
Durante un período de cinco días realizaron tres exploraciones por resonancia magnética funcional en estado de reposo (RS fMRI) en los participantes para rastrear el suministro de oxígeno en sangre al cerebro.
Los dos grupos privados de sueño (deprimidos y sanos) se sometieron a una resonancia magnética funcional después de una noche de sueño normal. A otra después de una noche de privación de sueño y luego a una tercera después de dos noches posteriores de sueño normal.
Los 16 sujetos de control no deprimidos se sometieron a la misma serie de exploraciones pero durmieron normalmente las cuatro noches. A lo largo de este período, cuando estaban despiertos, los participantes completaron cuestionarios para evaluar su estado de ánimo cada dos horas. Un poco menos de la mitad, o el 43% de los participantes deprimidos informaron una mejora en su estado de ánimo después de permanecer despiertos toda la noche. Pero la mayoría de los que no sufrieron depresión dijeron que su estado de ánimo empeoró.
“Creo que la clave es que solo vale una noche, no es duradero y solo funciona en un subconjunto de personas. El verdadero progreso se producirá cuando la gente descubra qué es lo que importa en ese subconjunto”, señaló el neurólogo de Stanford Robert Sapolsky. Estudioso de la biología de la depresión y el sueño.
Alivio a síntomas depresivos
Gehrman reconoció que lo que separa a aquellos para quienes la privación terapéutica del sueño es efectiva y aquellos que simplemente se ponen de mal humor y quieren irse a dormir es un misterio tan antiguo como las primeras observaciones de Heinroth sobre el efecto.
«Varias personas han tratado de descubrir qué es diferente entre ‘respondedores’ y ‘no respondedores’, pero aún no se han encontrado patrones convincentes», refirió el experto. Incluso con sus propios hallazgos, es difícil saber qué ocurre primero: una mayor conectividad entre las dos regiones del cerebro o un mejor estado de ánimo.
Otro estudio, publicado en PNAS, los investigadores también utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (RS fMRI) en estado de reposo para mapear la actividad cerebral en regiones específicas. El objetivo era comprender por qué algunas personas experimentan una mejora positiva del estado de ánimo después de un período de falta de sueño. Mientras la mayoría experimenta un impacto negativo.
James Giordano, PhD, profesor del Centro Pellegrino de neurología y bioquímica del Centro Médico de la Universidad de Georgetown, afirmó que «las implicaciones de este estudio son múltiples». «En primer lugar”, dijo, “demuestra un mecanismo potencial para el alivio de los síntomas depresivos inducido por la falta de sueño».
En segundo lugar, apuntó, “respalda que esta intervención conductual (privación total de sueño durante una noche) sea útil como intervención primaria o complementaria. Tanto en pacientes deprimidos, como para lograr efectos reguladores positivos del estado de ánimo en individuos sanos». Y en tercer lugar, “estos hallazgos revelan los beneficios de utilizar enfoques de alta tecnología para evaluar e identificar el valor potencial de intervenciones de baja tecnología. Y que pueden usarse tanto terapéuticamente como con fines de promoción de la salud»¨.