Cambio16
23/05/2018
Encuentran más de 12 mil partículas microplásticas en hielo Ártico
El cambio climático sigue acentuando sus estragos. Numerosos países se preparan para una temporada de huracanes peor que 2017. Y, por otro lado, la temperatura oceánica sigue calentándose. Ahora bien, existe otro problema que, aunque alejado de nosotros, nos atañe con verdadera preocupación. El hielo ártico está sufriendo reducciones importantes. Su cascos congelados se derriten con mayor aceleración. Y las consecuencias podrían ser absolutamente desastrosas.
Según el New York Times, el hielo ártico registró un nivel mínimo histórico de más de cinco años de antigüedad. Esta afirmación conlleva a una predicción aún más escalofriante. Se cree que «para mediados de siglo ya no habrá hielo ártico durante el verano». Sumando que el nivel de hielo marino en general también llegó a un récord bajísimo. La comunidad científica asegura que el hielo antiguo es más grueso que el nuevo. Por esta razón aguanta más el calor. Pero cuando desaparece el hielo antiguo, el más reciente cede más rápido a las altas temperaturas del océano.
El hielo que se forma durante un año se derrite cada verano, pero una porción sobrevive y se hace más grueso durante el siguiente invierno. Es decir, se forma hielo con dos años de congelación. Luego, al año siguiente parte de ese hielo se va, pero otra parte se endurece y forma hielo de tres años de antigüedad. Generalmente, estos procesos generaban placas de hielo de más de una década de historia. Pero actualmente, el hielo ártico es mayoritariamente de hace un año.
«Puede que en 2030 ya veamos un océano Ártico sin hielo según la estación. Algunas personas creen que es una acción agresiva. Pero quizá suceda en algún momento de 2040. Sinceramente, no creo que se pueda revertir». Son las palabras de Mark Serreza, director del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de Estados Unidos.
El especialista asegura que los narvales, llamados también unicornios marinos, son algunos de los grandes afectados. Esta especie usa los bloques de hielo ártico para protegerse de ataques de ballenas asesinas.
Yeso: otro dilema ártico
Expertos del Instituto Alfred Wegener hicieron un hallazgo preocupante. Diminutos cristales de yeso están cargando de peso al fitoplancton, hundiéndolo al fondo del mar. La consecuencia es que transporta grandes cantidades de carbono. En este sentido, este nutriente puede desaparecer de la superficie y dejar a centenares de especies sin alimento.
Según la investigación, los cristales de yeso se forman durante la congelación de sal en espacios porosos del hielo ártico. Y, por ende, se adhieren al fitoplancton como un lastre pesado. «Este mecanismo era desconocido», afirma la geóloga marina Jutta Wollenburg a través de Europa Press. «Podemos ver una disminución duradera en la concentración de nutrientes en las capas superiores de agua. Eventualmente podría afectar la cantidad de peces, y con ello la industria pesquera en la región».